Aumenta la contestación al MAS de Evo Morales – Fernando Molina – 5.4.2010

Si las elecciones presidenciales de diciembre fueron “un desfile” para el MAS de Evo Morales, los comicios regionales y municipales que acaban de suceder han mostrado una mayor contestación a la mayoría electoral del oficialismo, que resultó erosionada en términos generales y también, puntualmente, en algunas de sus plazas fuertes.

Con un comentario de Carlos Herrera.

Según los conteos extraoficiales que se ha conocido hasta ahora, el MAS perdió las alcaldías de la mayoría de las capitales del país, inclusive las de La Paz y Potosí, donde a Morales en cambio le fue muy bien cuando se ventilaba algún asunto de alcance nacional (Bolivia ha tenido cinco elecciones de este tipo en el último lustro). Además, el MAS obtuvo mayorías muy estrechas para lo que era normal en algunos de sus tradicionales baluartes: El Alto, la “ciudad dormitorio” de los migrantes aymaras que trabajan en La Paz (escenario de la mayor parte de las victorias oficialistas), y Oruro, que también es fuertemente indígena.
Al mismo tiempo, el MAS ganó con bastante comodidad (pero no abrumadoramente, como otras veces) la mayoría de las nueve gobernaciones departamentales. Aumentó, a las que ya controlaba, la de Chuquisaca. Sin embargo, una vez más no pudo seducir a los dos departamentos rebeldes del oriente: Santa Cruz y Beni. Tampoco destronó al opositor Mario Cossío de Tarija (aunque estuvo cerca de hacerlo). En el último de los departamentos de la “Media Luna” opositora, el norteño Pando, el MAS lucha palmo a palmo con la oposición, la cual espera no perder una región que siempre ha gobernado.
Todo esto muestra que la hegemonía del partido del Presidente sigue basada en su impresionante ventaja en el mundo rural, que responde a una vieja tradición corporativa uniformadora, llamada “voto campesino”, la cual busca –y a veces logra– la unanimidad. Al mismo tiempo, el MAS perdió algo de la extensión hacia las ciudades y sobre todo hacia los barrios de clase media que logró en diciembre (cuando no fue mayoritario en estas áreas, pero creció respecto a sus posiciones anteriores).
En suma, estas elecciones fueron distintas de las de diciembre. Bolivia es un país históricamente fragmentado y heterogéneo. Este hecho sólo se “supera”, digamos así, cuando entra en juego una ideología unificadora y centralizadora: el nacionalismo de los recursos naturales, cuyo contenido es: estatizar la riqueza y convertirla en la base de la prosperidad de todos (mediante la industrialización), y de cada uno (mediante la redistribución, los bonos, los subsidios, etc.). Esta ideología ha sido la mayor parte del tiempo el “cemento” social; sólo ella ha logrado producir momentos de verdadera hegemonía a lo largo de la historia del país. Actualmente, claro, está representada por Evo Morales y el MAS, por lo que, cuando éstos enfrentan pruebas que los ponen en riesgo, son defendidos y apoyados por la mayoría abrumadora de toda la población. En este caso, la situación fue diferente, pues ni el MAS ni Evo se encuentran amenazados; su poder y la ejecución de sus ideas se hallan plenamente garantizados. Por tanto, ha vuelto a salir a flote el hecho objetivo que el consenso ideológico había encubierto: la fragmentación y la heterogeneidad del país.
Hay que tomar en cuenta que el MAS participa con muchas candidaturas “invitadas”, tanto en el oriente como incluso en el occidente, por lo que muchas de sus victorias municipales serán de “baja calidad” para lograr una actuación partidista coherente. Los invitados se eligieron por razones puramente electorales y seguramente empeorarán la ya reiterativa ineptitud de este partido para gestionar los asuntos locales, y aumentarán la micro-corrución que ya está asociada a su práctica municipal.
En algunos municipios, diferentes agrupaciones indígenas han presentado candidatos propios, lo que muestra su desconfianza en el MAS como representante de sus intereses, y también otro fenómeno muy importante: conforme el MAS crece hasta cubrir bajo su sombra casi el conjunto de la política nacional, el poder le resulta “pequeño” para satisfacer la “empleomanía” de su cada vez más multitudinaria militancia. Por esta razón, aparecen a su vera grupos alternativos. Éstos comparten la misma matriz ideológica que Evo, pero proporcionan a los aspirantes al poder una oportunidad de lucimiento y de acceso al poder que el MAS ya no les concede. En muchos casos, la formación de estos grupos constituye una emulación ingenua de la trayectoria política de Evo (con la idea de que las cosas se repetirán exactamente igual) y hasta una muestra de resentimiento por el “mal trato” recibido por sus creadores cuando estaban en el MAS.
Como parte de este fenómeno, el MAS ha roto su alianza con un partido de cierta importancia, el Movimiento Sin Miedo (MSM), del actual alcalde de La Paz, Juan del Granado. El candidato de este grupo de la izquierda urbana, Luis Revilla, es quien volvió a hacerse del gobierno de esta ciudad (que es la parte de la sede de gobierno donde viven las clases medias).
La ruptura con el MSM podría ser un error estratégico del MAS, porque tiene ciertas condiciones (aunque le será muy difícil) para constituir una oposición a Evo que no hable desde el pasado y que emplee un discurso progresista. La respuesta de las autoridades a este desafío ha sido dura: Del Gradado ya ha sido enjuiciado por corrupción (lo que por norma ocurre con todos los adversarios de cierto peso del oficialismo). Éste es el punto más interesante de la política nacional en este momento. Apoyado en la municipalidad de La Paz, el MSM podría desarrollar una lucha seria contra el Presidente, en especial si éste intenta encarcelar a su líder.
Sin embargo, no debemos olvidar que la mayor contestación al MAS de la que estamos dando cuenta es una suerte de “guerra de guerrillas” del pequeño MSM y decenas de grupos todavía más chicos, de personalidades regionales y agrupaciones de alcance estrictamente local. Visibiliza, como ya dijimos, la heterogeneidad estructural del país, pero no equivale a la formación de un proyecto alternativo de poder. La contrahegemonía aún está en pañales…
Pero podría progresar, aunque dentro de los límites de la ideología dominante, como una actitud de rechazo a la aplicación monopolista de estas ideas por parte del MAS. En ese sentido, llama la atención el que varios de los candidatos alternativos y de los críticos al gobierno que se expresaron en estas elecciones eran, ayer nada más, colaboradores estrechos de Evo. La capacidad cohesiva del MAS deja mucho que desear. La adhesión a la ideología nacional-estatista es más un estado de ánimo y una ilusión colectiva que una toma de conciencia militante, como la que se daba en la izquierda marxista de los años 70.

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Una interpretación de Fernado Molina de los resultados de las elecciones. Muchas de las cosas que han puesto de manifiesto estas elecciones las menciona Fernando, pero como ayer dijo el Sr. H. Vacaflor en un canal de televisión, parece también que la gente empieza a darse cuenta de que el desarrollo del país pasa también por la gestión económica, es decir, la administración del sistema legal de trabajo productivo y su proyección hacia adelante, algo que la gente no parece confiar que el MAS sepa hacer. Porque si bien en las alcaldías no se adoptan las líneas de política económica nacionales, sí tienen la responsabilidad de administrar mucho dinero, además del orden en las ciudades, lo cual no es poca cosa, y por eso la derrota masista en el nivel municipal.
A futuro sin embargo, y para los líderes opositores auténticamente democráticos, el reto es, como se infiere del análisis de Fernando, hacer que la gente cambie la idea de que solamente los negocios del Estado pueden resolver el problema de la pobreza nacional. Esto es, si la gente cree ahora que la solución deviene de la gestión de los recursos naturales a cargo del Estado (es decir, deviene del trabajo productivo de unas empresas estatales) acepte la idea que mejor entonces ampliar la actividad empresarial en general. Me refiero a que si hay la semilla en la molicie boliviana (que es lo que parecen mostrar las elecciones, por lo menos en la mitad de los electores) de que la cosa pasa por trabajo, esfuerzo productivo y responsabilidad propia, mas que por redistribución de la riqueza desde el Estado través de expropiaciones o subsidios atrofiantes, entonces la cosa va viento en popa. Sólo hace falta una profunda renovación de los líderes de la oposición, algo que parece estar ocurriendo ya. . . Necesitamos entonces no líderes meramente vociferantes, sino pensantes. Por eso voté por J.C. Urenda, para ayudarlo a tener un espacio político propio, para ayudarlo a nacer, porque son únicamente las personas que entiende con amplitud las razones del bienestar moderno, las que pueden combatir con éxito la retórica populista.

eNVIADO POR carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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