Los candidatos necesitan asesores – Jorge V. Ordenes L. – 13.11.2009

En lo que va de discursos, presentaciones, entrevistas, comunicados, peroratas y poses de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de Bolivia, la carencia de conocimiento, análisis, planteos, conclusiones y propuestas serias de solución de los múltiples y cambiantes problemas que nos sorprenden, anonadan y desalientan, y que se han gestado en la situación convulsiva que ha vivido y vive el país desde 2005 que, dicho sea de paso, más parece seguir el postulado del dramaturgo irlandés George Bernard Shaw que en su Hombre y superhombre (1903) dice socarronamente que “el arte de gobernar es la organización de la idolatría”, que en el caso boliviano es el pregonado “cambio” que como todo ídolo significa lo que cada quien prefiera. Pero del significado del “cambio” los candidatos incluyendo S.E. prefieren no hablar. Tampoco abordan la perniciosa informalidad que tienen el contrabando como ídolo; ni el narcotráfico que está carcomiendo la moral y la salud de los bolivianos, y otros. Y digo que las carencias de los candidatos sorprenden porque uno esperaba que el trabajo de asesores y consejeros en diferentes materias mejorase el desempeño de éstos, pero no es así.

El dizque “patriotismo” de generalidades a la antigua que nunca persuadieron a nadie, ni menos convencido, es rancio patrioterismo que se vienen repitiendo. Cada candidatura debería ser una institución y no una intuición ni menos un afán de cortar caminos con el propósito de tener por lo menos un representante en el Congreso, asamblea nacional o lo que sea. O un afán de reconocimiento público por más ínfimo que resulte.

La entrevista televisada viene revelando que los candidatos que encabezan las variadas y folclóricas encuestas no se han tomado el tiempo de estudiar y reflexionar sobre la complejidad que significa tener ante sí un electorado militante que por primera vez en la historia llega a las urnas no solamente numeroso y con sangre en el ojo, sino con ansias de revancha e imposición basadas en ideologías resucitadas y por lo tanto latentes que urge contrarrestar con argumentos sólidos o por lo menos pertinentes. Que sean argumentos convincentes, por lo que se ve unas semanas antes de las elecciones, es mucho pedir. Aunque quizá algo de votos se rescatarán o por lo menos se perderán menos.

No hace mucho un entrevistador masista preguntaba por televisión a un candidato importante qué ideología política ostentaba. El candidato sorpresivamente se fue por la tangente y no respondió la pregunta, lo que dejó una pobre impresión y provocó un rictus en el que hizo la pregunta… y estoy seguro que un desaliento entre los que esperaban una respuesta menos ambigua que lo único que hizo fue ¡quitarle votos! cuando más necesitamos que los aumente.

Yo creo que asesores competentes en el área política le hubieran sugerido decir algo como que su candidatura postulaba un socialismo verdaderamente democrático que, contrario a lo que practica hoy el Órgano Ejecutivo, respetase la separación de los Poderes del Estado; resaltase la legalidad sobre todo de la propiedad privada, el contrato, el pago de impuestos justo y generalizado; que erradicase la pobreza dando empleo masivo sobre todo en la construcción de infraestructura nacional en caminos, escuelas, hospitales normales y de rehabilitación de drogadictos, etc. ¿Con qué recursos? Con crédito externo garantizado por nuestra producción de gas natural que hay que rehabilitar en concierto con la empresa privada que acepte pagar impuestos y regalías justas y públicas; con una rehabilitación de los acuerdos de explotación del Mutún; y con la conformación de acuerdos para la explotación del litio con industrialización de valor agregado.

Y si le hubiera hecho la pregunta de cómo lidiaría con la informalidad, los asesores en materia socio-económica lo hubieran aconsejado que dijese que contrataría los servicios de expertos como el peruano Hernando de Soto que ha escrito exitosamente sobre el tema, etc.

Si se daba una pregunta de qué hacer con la plaga del creciente narcotráfico y las 30.000 hectáreas de cocales, yo creo que los asesores le hubieran aconsejado que dijese que buscaría nuevamente el apoyo financiero y de equipo de países consumidores de cocaína como EEUU, y que al mismo tiempo desataría una campaña en torno a la necesidad urgente de reducir la demanda de droga en EEUU y en Europa, y que en EEUU se aceptase legalizar el consumo de modo que el precio y la producción bajasen.

A la pregunta de qué entendía el candidato por “el cambio”, la respuesta era que el cambio no necesariamente se daría hacia un estatismo populista, sino hacia un ascenso del nivel de vida de los electores que conforman los movimientos sociales sobre todo del occidente del país sin repartir lo que hay que es quitar a la fuerza a los demás. El propósito sería movilizar una mayor productividad de todos los bolivianos. Una asesoría competente es invalorable hoy y siempre sobre todo cuando la necesidad de seriedad es imperiosa.

Enviado por el autor Jorge Ordenes [ jordenes@cotas.com.bo ]

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