¿Qué es “el mercado”? – Manuel F. Ayau – 13.11.2009

“…El mercado es el único sistema que puede reducir la pobreza pacíficamente…”

Con un comentario de Carlos Herrera.

“En dos platos, el Mercado es la forma de cooperación social económica que ocurre espontáneamente cuando están asegurados los derechos individuales de todas las personas. No es perfecto, y como no hay nada perfecto en el mundo de los humanos, bajo cualquier sistema el resultado dependerá de quien lo juzga y sería imposible agradar a todos.

El mercado es el único sistema que puede reducir la pobreza pacíficamente. Pacíficamente porque, como atribuyen a Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno es la paz”. El mercado no garantiza resultados pues es una meritocracia, en el que el mérito de cada persona es juzgado por los demás, en relación al beneficio que proporciona a los demás, de acuerdo con las prioridades de los demás, y dentro del poder adquisitivo de los demás. Ello es así porque todos, en el afán de lograr el mayor bienestar para su propia persona y familia, se esmeran en producir bienes y servicios que los demás quieran y puedan comprar. Es así un sistema donde todos compiten por enriquecer a los demás, motivados por el deseo de mejorar el bienestar propio, cual es el incentivo más poderoso que hay.

Lamentablemente, “el mercado” se confunde con el sistema mercantilista que ha prevalecido en América Latina desde tiempos coloniales. Lo heredamos de Europa y no nos modernizamos como los países sajones, liberando a los ciudadanos económicamente, dentro del límite que requiere el respeto a los iguales derechos de los demás.

El sistema mercantilista se basa en privilegios, compadrazgos, proteccionismo, monopolios, carteles legales, etcétera. Si se comprendiera esto, no habría tanto prejuicio contra “el mercado”, y se apreciaría la relación entre la protección a los derechos individuales y la prosperidad.

Una desventaja del mercado es que comprender los mecanismos que lo coordinan requiere riguroso estudio, tarea que no todos estarán dispuestos a emprender. Es necesario estudiar, por ejemplo, teoría de precios porque es el sistema coordinador. Es necesario comprender ventaja comparativa —confundida con ventaja competitiva— para entender cómo surgió la cooperación social desde tiempos primitivos y poder apreciar cómo es que hasta el más apto se beneficia de colaborar con el más inútil, ganando ambos.

Por suerte no es necesario comprender el mercado para que funcione. Basta ver cómo funciona el ordenado sistema de producción y distribución de alimentos, cual es la más urgente e importante necesidad social, en cuya actividad el gobierno actúa solo como policía: el gobierno no dicta cuántas papas y zanahorias, etcétera, se deben producir ni llevar al mercado, ni los precios. Si la gente no lo puede comprar porque está muy caro, el productor no prospera y si lo vende muy barato tampoco.

Otra desventaja del mercado es que también produce desigualdades. Pero contrario al mercantilismo, las desigualdades en el mercado no se deben a que unos se empobrecen porque otros se enriquecen. En el mercado todos se enriquecen aunque sea en forma desigual porque, es una meritocracia, y no todos sirven a la sociedad con la misma efectividad. Y otra desventaja es que es inestable porque el progreso implica cambios, y cambio, por definición es inestable, debido a nuevos inventos, y ello implica sacrificios. El mercado no es perfecto, pero es el único que reduce la pobreza y respeta la dignidad.

Fuente: http://www.eldiarioexterior.com/articulo_imprimir.asp?idarticulo=%2035762

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COMENTARIO:

Mientras no entendamos la verdadera naturaleza de las cosas (entre ellas la del mercado) seguiremos como hasta ahora elucubrando el tipo de tonterías (socialismo del siglo XXI, socios no patrones, recuperación de los recursos naturales, soberanía energética, dignidad ante el imperio, propiedad popular, etc) que han inducido a nuestros vecinos a tomar la decisión de instalar -en el área de los hidrocarburos- plantas de regasificación (eso sí un hecho de mercado concreto)  que nos deja otra vez una tremenda frustración como país. A los únicos que les fue bien con tanta irracionalidad es a los que controlan el poder y las decisiones sobre la repartija de los recursos que vienen del gas. Al país no.  Pero en el fondo y no obstante el drama humano que ello supone para los bolivianos, será mejor que un día nos levantemos con la noticia de que la fuente de donde manaba el dinero, la gran teta de la que se alimentaba la nación, se secó, y nos dejó frente a la realidad de tener que usar el cerebro -como muchos pueblos lo han hecho- para producir los bienes y servicios que nos procuren las divisas para vivir. Ese sí sería el verdadero renacer de la patria, porque se fundaría sobre la razón, la inteligencia y el trabajo, no sobre el dogma de fe o el mito político, ni la abundancia casual.
Aunque algo de eso ya pasó hace años, cuando tuvimos un ensayo con el tan denostado neoliberalismo, que hizo que la economía creciera y se diversificara hasta el punto que los ingresos por los productos no tradicionales alcanzaran un porcentaje importante de los ingresos nacionales, todo como consecuencia también de la institucionalidad basada en la protección de los derechos básicos…….
¿Qué tenemos hoy en contrapartida? Instituciones en todo caso no. A lo más discursos de todo tipo, desde aquellos que sirven para acallar al enemigo, hasta aquellos que sirven para justificar nuestra ignorancia y nuestra falta de carácter y honradez para ver las cosas como son -en eso somos expertos-
En fin, Manuel Ayau (el articulista) es rector de la Universidad Marroquín de Guatemala, probablemente una de las cinco mejores universidades de latinoamérica, un día les diré por qué.  Un saludo carlos

ENVIADO POR carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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