El milagro económico boliviano – Gary Antonio Rodríguez A. – 5.10.2009

Imposible no asombrarse por semejante logro, que bien merece un análisis para ser deglutido.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de emitir un lacónico informe sobre el comportamiento de la economía, diciendo que el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 3,21% en el primer semestre de 2009 (“cerquita” de un anuncio previo). Imposible no asombrarse por semejante logro, que bien merece un análisis para ser deglutido.

Crecer a semejante tasa en medio de una severa crisis mundial no es posible de soslayar, especialmente si la mayoría de países del vecindario lo hace apenas, e incluso varios decrecen pese a sus vigorosos aparatos productivos, cuantiosas inversiones, sólida institucionalidad, su altísima educación, competitividad, la formalidad de su economía y la prolijidad de sus políticas públicas. Bolivia —sin tener todo ello— creció al 3,21%. Más de uno debe estar pensando “¿cómo se hace eso?”

Tan destacado resultado macroeconómico debería convertir a Bolivia en un “caso de estudio” a nivel internacional: las cifras están ahí, es cierto; ahora, hay que explicar si tal crecimiento es mérito de las acciones de los ministerios del área económica, aunque todo parece indicar lo contrario.

Por lo menos cierto servidor público declaró hace poco que si se rebajaba a los municipios los ingresos de coparticipación por la disminución del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) “no era su culpa”, sino ¡de la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos! “Si a alguien hay que pedirle cuentas de por qué el precio se sitúa en esos niveles, es al mercado internacional del cual dependemos” (sic). A confesión de parte, relevo de pruebas.

Bajo esa repentina “iluminación” -sinceramiento diría yo- resulta inevitable concluir que si el PIB creció un 6,15% el 2008, en realidad fue ¡gracias a los generosos precios del mercado externo, del cual dependemos! Recordemos que el año pasado las exportaciones crecieron 2.000 millones de dólares al impulso de sectores extractivos como hidrocarburos y minería, hoy en crisis.

Con precios tan altos para nuestros productos, nos dimos el lujo de ser laxos en materia de políticas públicas que apoyen la producción, la competitividad y el empleo sostenible, al extremo de perder mercados preferenciales, desdeñar inversiones y mantener hasta hoy, cupos y prohibiciones a la exportación de alimentos.

Pero, el INE dice que el PIB subió 3,21%. Un verdadero prodigio, considerando que en ese lapso las exportaciones cayeron $us 900 millones y otro tanto las remesas, la inversión extranjera y la inversión pública que además resultó deficiente en su gestión. Pese a ello la economía creció. Se dice que, gracias a los subsidios estatales concedidos (“bonos”), aunque curiosamente representan menos de un tercio de la pérdida de divisas en el sector externo. Todo un “milagro económico”, el boliviano. ¡Digno de estudiarse a profundidad!

* El autor es economista y gerente general del IBCE

Fuente: http://www.hoybolivia.com/Noticia.php?IdEdicion=522&IdSeccion=7&IdNoticia=21283

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