Hace un año, miles de ciudadanos de Santa Cruz protegían con madera y hierros las puertas y ventanas de sus viviendas y negocios, mientras que miles de milicianos armados que obedecían órdenes del Gobierno marchaban rumbo a la capital, con intenciones de ingresar al radio urbano y hacer lo mismo que habían perpetrado en Pando, donde todo terminó en la muerte de varias personas y el derrocamiento del ex prefecto Leopoldo Fernández.
La gente estaba atemorizada, aunque la cordura se impuso y se pudo evitar una reacción contra los provocadores que buscaban el derramamiento de sangre. Una audaz intervención de la Fiscalía del Distrito consiguió mostrarle al mundo hasta dónde podían llegar esos facinerosos, que ya habían dado muestras de su barbarie en Cochabamba en enero del 2008. El objetivo de los milicianos, que actuaban de acuerdo a esquemas militares, era cuando menos humillar a la población, que días antes había expresado su hartazgo en relación a los abusos y atropellos de este régimen.

Los marchistas tenían en la mira a la feria Expocruz, que se preparaba para abrir sus puertas. Mucha de la mercadería no había conseguido llegar al campo ferial por los bloqueos y muchos en Santa Cruz se sintieron tentados a sugerir la suspensión del evento, el más emblemático y el más importante de la región. Los rabiosos dirigentes que encabezaban el gigantesco despliegue no escondían sus sentimientos de ira justamente en contra de la muestra internacional y amenazaban con ingresar a los pabellones y destruirlo todo.
Eran días de mucha tensión en el país. El Gobierno fantaseaba con un “golpe cívico-prefectural” y comenzaba a inventarse todo un libreto en torno a los sucesos de Pando, para justificar el verdadero golpe que se había producido en la Prefectura pandina. Chávez, desde Venezuela, les daba órdenes a los militares bolivianos y proponía el envío de tropas, mientras que Evo Morales rechazaba una mediación de Lula, hecho que causó un fuerte malestar en Brasilia. Finalmente fue la Unasur el escenario donde se logró calmar el ímpetu belicista de Chávez, aunque después la intervención del naciente organismo se transformó en la alcahuetería de Rodolfo Matarollo.
El asunto boliviano cobró un tinte más serio, cuando Evo Morales acudió en esa misma semana a la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Antes de poner la cara triste ante los líderes del mundo, el Presidente dio la orden de retirada a los milicianos que estaban en las inmediaciones de Montero, determinación que se cumplió inmediatamente y al pie de la letra. Ese episodio fue la prueba de que el cerco a Santa Cruz tenía como cabeza al Gobierno.
Finalmente, aunque con problemas, la Expocruz pudo salir adelante y el sector productivo regional, que ha sido vapuleado hasta el cansancio por este régimen, con prohibiciones de exportación, cupos, controles de precios y un sinnúmero de medidas, logró mostrarse ante el público como lo ha venido haciendo en 34 años. En unos días más se inaugurará una nueva versión de la feria y Evo Morales será invitado de honor, tal como lo ha confirmado la Cámara de Industria y Comercio.

Hace un año Santa Cruz estaba cercada por milicianos que buscaban derramamiento de sangre. También querían violentar la Expocruz.

Fuente: http://www.eldia.com.bo/index.php?cat=180&pla=3&id_articulo=15002