Archivos secretos, ¿silencio cómplice? – Julio César Caballero M. / EL DEBER – 16.3.2010
Quién diría que un gobierno que tiene en su gabinete ‘luchadores’ por los derechos humanos y que ahora, en el ejercicio del poder total, sea inconsecuente con la historia y mire de reojo las deudas pendientes con los perseguidos, torturados y desaparecidos en dictadura. El Ministerio Público no logró abrir todos los archivos militares de los gobiernos de facto y esta vez el capitán general de las Fuerzas Armadas mantuvo silencio, un silencio incomprensible.
¿Qué se supone que contengan los archivos de las dictaduras? Respuestas a las interrogantes históricas sobre la muerte de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Luis Espinal, Juan Carlos Flores y otros desaparecidos. Mientras se ordena a los militares recitar el lema: “Patria o muerte, ¡venceremos!” se ignora los pedidos del propio Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, que solicitó a los comandantes que entreguen los documentos requeridos por la justicia boliviana para avanzar en las investigaciones de las muertes y desapariciones forzadas de activistas políticos y pensadores de izquierda.
El lunes pasado, el propio Vicepresidente del Estado Plurinacional salió en defensa de la institución castrense, afirmando que habían entregado todos los documentos, radiogramas y el escalafón del año 1980, cuando por esos días los fiscales adscritos al caso demostraban que faltó transparentar las memorias escritas en el Gran Cuartel de Miraflores. ¿Cuál es la razón para el hermetismo? ¿Por qué no decir la verdad sobre las víctimas de la dictadura? Todo parece indicar que hay un límite o pacto de silencio entre el poder político y el poder militar, que desnuda la inconsecuencia con las luchas populares y pone en duda la verdadera identidad política de los que levantan banderas revolucionarias.
Lemas usados como eslogan de marketing político y banderas campesinas en los uniformes no constituyen garantía de cambio de visión, ni mucho menos garantía de transparencia en la institución armada. Pesa sobre las espaldas del capitán general de las Fuerzas Armadas la responsabilidad de abrir esa caja de Pandora y destapar la verdad, que por ahora sigue bajo tierra, asignatura pendiente para este Gobierno que mide sus actos de acuerdo con su conveniencia estratégica y, al parecer, ha decidido no incomodar a los que podrían volverse en su contra. Midiendo bien los vientos de cambio, porque pueden convertirse en anticiclónicos y amenazar su estabilidad. Hay algo seguro, la historia será severa al juzgarlos, porque hay responsabilidades que no prescriben con el tiempo.
* Periodista y cientista jurídico
Fuente: http://www.eldeber.com.bo/2010/2010-03-16/vernotacolumnistas.php?id=100315223022