MALAS RECETAS, PEORES COCINEROS – Ovidio Roca – 16.3.2010

Por sus frutos los conoceréis, afirma el Evangelio y parece que no entendemos el mensaje, pues vemos como obcecada y reiteradamente el pueblo insiste en creer más en las promesas que en la propia realidad. Si quisiéramos conocer los resultados, lo que nos depara la receta socialista que están empezando a aplicar en Bolivia, seria fácil ver sus productos y los frutos podridos que se dieron donde antes fue implantada. Bastaría revisar lo que ocurrió en la Unión Soviética y Cuba y también verificar donde se aplico su antitesis, la receta democrático liberal: Europa, Estados Unidos, Chile, Brasil y veríamos que aquí la economía mejora y la pobreza disminuye paulatinamente.

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Ovidio Roca hace un sensato análisis de la naturaleza y las consecuencias de la aplicación de las recetas “revolucionarias”.”

Comentario de Carlos Herrera, al final del artículo, del 17.3.2010

Nuestros social – indigenistas, engolosinados por los ingresos monetarios obtenidos gracias a una coyuntura internacional que catapulto el precio de las materias primas, hidrocarburos y minerales (los que estaban en plena producción y comercialización gracias a decisiones políticas y económicas de gobiernos anteriores), creen que nadan en plata y que ésta les durara eternamente. Viven en un espejismo, pues se puede constatar que la producción nacional ha caído estos últimos años con excepción de la coca.

Como ideológicamente repudian las leyes del mercado y la libertad económica, siguiendo su receta han decidido eliminar la inversión nacional y externa y liquidar el sistema de precios, vale decir las señales que orientan la economía, con el fácil mecanismo de impedir las exportaciones. Lo que ya consiguieron el año pasado y nuevamente ahora, será desincentivar la producción, las inversiones y en consecuencia lograran el pronto desabastecimiento. Ya Chávez su patrón y mentor, hizo lo propio en Venezuela y ahora no hay energía eléctrica, tampoco leche, azúcar, café y harina pan, y todo debe ser importado. Ellos pueden hacerlo gracias a su extraordinaria producción petrolera que sus odiados imperialistas gringos le compran y por supuesto como contrapartida le venden de todo. Últimamente, como el gobierno socialista venezolano es insaciable y necesita plata para sus “misiones” se la expropio a sus ciudadanos devaluando en cien por ciento la moneda nacional, de esto tampoco nos vamos a librar en Bolivia.

Aunque la experiencia histórica mundial y la cercana de Cuba y Venezuela, nos muestra que es imposible desarrollar un sistema económico y social más justo y más humano (alternativo al de la democracia capitalista), mediante la acción de un Estado todopoderoso, que se hace cargo de la producción y el manejo de las empresas; nuestros socialistas no lo aceptan. Si miraran a China en lugar de Cuba, descubrirían que cuando este primer país finalmente aplico una economía de mercado y atrajo inversión y empresas extranjeras, logro su actual éxito y crecimiento económico, mientras el otro lamentablemente sigue avanzando raudamente hacia la extrema miseria.

La explicación es que mientras el capitalismo es un producto sociocultural evolutivo, el socialismo es un diseño ideológico rígido y producto de la particular visión de una persona o grupo. El desarrollo capitalista forma parte integral de la cultura universal y no es producto de una coyuntura histórica, lo cual significa que este sistema es un proceso adaptativo a situaciones cambiantes y a diferencia del socialismo, está estrechamente vinculado con la evolución de la sociedad y con la forma de actuar de los hombres ante los problemas económicos de cada etapa de su existencia.

La ganancia, es sin duda producto del natural afán de lucro de los seres humanos y es el motor de toda la maquinaria capitalista. Es el resultado de una lucha altamente competitiva y muchas veces despiadada. Esta característica obliga a los empresarios (en general) a ser, además de astutos, sumamente eficientes para no sucumbir ante la competencia.

Cuando el Estado se apropia, “nacionaliza” los medios de producción, se elimina la ganancia y se burocratiza la gestión, y ante la ausencia de competencia se ignoran los costes y la productividad, por lo cual se reducen los niveles de eficiencia y a su vez se elimina el entusiasmo por la función gerencial y la innovación. Como resultado se reduce el crecimiento económico, con lo cual aumentan el desempleo y la pobreza. Esto está suficientemente demostrado en los países que asumieron la estatización como forma de resolver los problemas sociales. Las decisiones de estatizar las actividades productivas y comerciales, asumidas en Venezuela y ahora en Bolivia están produciendo los mismos resultados catastróficos que se dieron en la Unión Soviética y demás países socialistas marxistas del mundo.

Es la rentabilidad, la capacidad de producir ganancia, el motor del sistema capitalista; porque además de incentivar al productor permite la acumulación y la reproducción constante del capital, que por efectos de la competencia se obliga a la permanente innovación tecnológica y la renovación de los equipos y sistemas productivos para aumentar la producción y productividad.

El mecanismo capitalista de la ganancia reinvertida como respuesta a la necesidad creciente de la producción es de una simplicidad y eficacia extraordinarias, por lo que el capitalismo sólo podrá ser sustituido por un sistema de producción capaz de lograr mejores resultados a más bajo costo y con seguridad no lo será por un capitalismo de Estado manejado por burócratas y fanáticos marxistas.

Los social-indigenistas con su postulado de retorno a la economía de subsistencia y reciprocidad pretenden eliminar el lucro, aunque esto no se lo creen los cocaleros y menos los contrabandistas que apoyan al MAS. Ahora también nos presentan como la alternativa socialista a la propiedad privada de los medios de producción, la llamada propiedad “social” o “comunitaria”; aunque tal cosa no existe. Lo que verdaderamente resulta, cuando se expropian o como eufemísticamente dicen se “nacionalizan” las industrias, la tierra, las propiedades agroindustriales y agrícolas y las demás empresas privadas, es la propiedad “estatal” que es algo muy distinto a la idea de una propiedad social o comunitaria.

Pero el Estado socialista marxista no se detiene allí, arremete también contra la forma democrática de gobierno, eliminando la división de poderes y la alternancia periódica de los gobernantes. Por su propia dinámica el Estado Socialista es “centralista y totalitario” y se ve impelido a actuar contra los opositores a quienes considera enemigos de la revolución y del pueblo, eliminando el pluralismo político y erigiendo un partido único que monopoliza la representación popular. Por eso se ve enfrentado a los sectores mas informados de la sociedad: empresarios, intelectuales, estudiantes, artistas, profesionales, religiosos, etc., y a la postre, a toda la sociedad. El totalitarismo se convierte en una dictadura mesiánica de mandato unipersonal.

En resumen, por su esencia el socialismo marxista, castrista, chavista, social-indigenista, no tiene la capacidad ni la posibilidad de producir riqueza y por tanto mayor producción de bienes y servicios para la población; cuando estos socialistas llegan al poder, toman la riqueza generada anteriormente por el capitalismo y aplicando una política populista y distributivista la reparten hasta que logran igualar a todos en la pobreza, con excepción obvia de la dirigencia revolucionaria.

En el fondo todos sabemos lo que se nos viene con el mentado cambio revolucionario y como todavía existe libertad de acceso a la información, podemos aun y no como en Cuba, entrar a Internet y ver lo que ocurre y se piensa en el mundo entero, que países crecen y cuales fracasan, donde se respeta las libertades humanas y donde mueren los opositores en manos del totalitarismo.

Lamentablemente para enfrentar este desastre no aparecen aun los políticos con doctrina y con convicción. La política en Bolivia, también en otros países, se la ha venido ejerciendo en ausencia de principios ideológicos y con un gran desconocimiento de la doctrina y la economía política y reduciéndose a la componenda, al cálculo cortoplacista de las próximas elecciones y luego cómo lograr una mejor tajada del erario nacional.

Vivimos en un camaleonismo de las izquierdas y derechas, donde todos finalmente son populistas y nadie se diferencia de nadie. Los discursos de los candidatos del MAS son de lo mas diversos y todos citan como inspirador al gran líder. Cada uno de los políticos y candidatos del partido pone sus propias visiones y versiones como salidas de boca del líder y de esta manera se nos presenta una ensalada ideológica que seguramente nos va a caer pésimo.

A su vez muchos (no todos), de los representantes de las elites políticas y empresariales tratan de acomodarse y quedar bien con la masa, utilizan el discurso populista y no son francos y capaces de exponer con claridad y convicción los principios doctrinales de la economía social de mercado, que ha demostrado ser mas eficaz y por lo tanto mas beneficiosa para la sociedad. Esta indefinición y falta de principios les impide diseñar programas de gobierno consecuentes con su propia orientación ideológica.

En consecuencia las elites democráticas al no asumir, por ignorancia o desidia o acomodo, una propia doctrina: Estado regulador, libertad política, propiedad privada y economía de mercado con inclusión social, no pueden ni van a poder diseñar propuestas y programas de gobierno consecuentes con la ideología que dicen profesar y al no tener planteamientos claros que los diferencie de los social-indigenistas, no pueden convencer y orientar a los ciudadanos.

Por ahora, lo único claro que queda es la genial impostura del Icono Indígena, Evo Morales, creación de ONGs e intelectuales marxistas, en base al cual los operadores del poder han logrado unificar a la gran masa bajo una consigna racista y de revancha histórica. Esto durara algún tiempo hasta que la crisis por la mala conducción de la economía los castigue y en este momento para frenar el descontento de la población, de k`aras y t`aras, por el hambre, la miseria, la violencia desbocada del narcotráfico, será necesario aplicar a sangre y fuego la receta totalitaria cubana, el terrorismo de Estado, que ya se viene ensayando en su versión light.

Nota. Basado en Pertinencia histórica del capitalismo de Emiro Rofundo Paul, Venezolano.

Enviado por el autor ovidio roca avila [ovidroc@hotmail.com]

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Un comentario

Ovidio Roca hace un sensato análisis de la naturaleza y las consecuencias de la aplicación de las recetas “revolucionarias”. Es cierto que sin el aumento de la riqueza no hay posibilidad alguna de que los “revolucionarios” mejoren las condiciones de vida generales. Es sólo la generación de riqueza, esto es, el incremento productivo (oferta de la que deviene un aumento del consumo, que es en lo que consiste la disminución de la pobreza) la única fórmula capaz de mejorar las condiciones de vida de los pueblos. No la perorata socialista o indigenista, que, dicho sea de paso, hasta ahora no ha mostrado resultados en asuntos como el incremento de la producción, bajar el desempleo, formalizar el mismo a gran escala (porque es de ahí que salen los impuestos para atender la salud y la educación nacional, no del informal que no tributa nada) aumentar la inversión, subir las exportaciones, diversificar la oferta nacional y otro montón de asuntos. Meter gente a la cárcel sin un debido proceso, legislar para subordinar los poderes y para liquidar la oposición democrática, asi como derrochar dineros públicos en asistencialismo, no es más que un juego de prestidigitación que no lleva a nada sostenible. Luego afirmar que la suprema tontería de controlar los precios y detener la exportaciones es adoptar una política económica seria, es como creer que tomando cicuta uno puede medicarse, porque como bien lo insinúa Ovidio, eso frena el trabajo productivo porque liquida de un plumazo lo que es la clave de la asignación de recursos capitalista, “el sistema de precios” que pasa la información sobre las necesidades de la gente, el valor del trabajo, su oferta, además de informar sobre los negocios potenciales.
Esta nota apunta bien su razonamiento porque para entender los problemas del crecimiento y el desarrollo de las sociedades, es preciso antes entender cómo funciona la economía capitalista -que les da de comer incluso a estos impostores de los populistas latinoamericanos-. Ignorar cómo se genera la riqueza, que rol juega el consumo en ello, ignorar el impacto de las inversiones en el desarrollo, o qué función cumple el sistema de precios, o para qué sirve en realidad la acumulación de capital, a lo único que lleva es a que la persona le haga el juego a los populistas en sus mentiras. A que piense la política en términos de candidez absoluta. El bienestar viene (según lo enseña la experiencia mundial) del trabajo y la generación de riqueza, así como de la adopción de instituciones democráticas.  O lo que es lo mismo, del aumento de la oferta productiva. Y tal cosa sólo es posible en un régimen con una economía de mercado, es decir, un régimen que respeta los derechos de las personas, estimula el trabajo y la competencia, hace cumplir los contratos que la gente firma, protege la propiedad privada y mantiene el Poder Público en el lugar que le corresponde, como administrador y regulador de las leyes y el orden social, no como patrón caprichoso y absoluto de vida y haciendas. Un saludo carlos.

Carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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