Quitando velos – Susana Seleme Antelo – 13.3.2010
“Así quita Mires el velo, pues “el intento de sustitución del Estado por un gobierno, o, en el mejor de los casos, la asimilación de la idea de gobierno con la de Estado, lleva a las peores dictaduras” conocidas en Bolivia y en América latina. Así como “las comunistas de Europa del Este, que pretendían erigirse como representantes de la Nación, del Estado y del Gobierno a la vez, de tal modo que cada enemigo del gobierno era estigmatizado como enemigo de la Nación y del Estado”.”
Con una honestidad rigurosa y descarnada, Fernando Mires, intelectual y politólogo chileno, revisa hace años la historia de la izquierda mundial y de las revoluciones que en su nombre han sido. En “Un debate muy importante” (http://e-lecciones.net/opinion) también lo hace para analizar el trabajo de Álvaro García Linera: “Del Estado aparente al Estado integral”.
El “Estado aparente”, según René Zavaleta M. y el propio Vicepresidente, excluyó al bloque indígena-plebeyo de la sociedad política y sólo representó una reducida parte de ella. La refundación estatal, avalada por la Asamblea Constituyente en el gobierno de Evo Morales, apunta el Vice, es “la fase preliminar que llevará a la realización del ideal socialista de la revolución boliviana del siglo XXl”. Gracias a la “hegemonía histórica” obtenida, llegará al “Estado integral”, para concluir las “tareas pendientes que dejó la revolución de 1952” e iniciar “una expansiva socialización de la democratización de los bienes públicos materiales e inmateriales”, sostiene.
No sabe Mires si, premeditadamente o no, el Vice confunde Gobierno con Estado. “Un gobierno está sujeto a la contingencia resultante de las diferentes correlaciones que se dan en el juego político de una nación”, refuta el politólogo. En cambio el Estado, “considerado como la representación jurídica y política de la nación”, agrega, “tiende a la constancia, cuyas instituciones y constituciones trascienden los vaivenes de las diversas correlaciones sociales en el transcurso del tiempo”. Coincido con Mires, cuando señala que “un gobierno puede reformar determinadas instituciones del Estado, dictar nuevas Constituciones y ejercer su hegemonía durante el periodo de su permanencia en el poder…” pero si se habla en términos democráticos y republicanos “ningún gobierno puede sustituir al Estado”.
Así quita Mires el velo, pues “el intento de sustitución del Estado por un gobierno, o, en el mejor de los casos, la asimilación de la idea de gobierno con la de Estado, lleva a las peores dictaduras” conocidas en Bolivia y en América latina. Así como “las comunistas de Europa del Este, que pretendían erigirse como representantes de la Nación, del Estado y del Gobierno a la vez, de tal modo que cada enemigo del gobierno era estigmatizado como enemigo de la Nación y del Estado”.
La sustitución del Estado por un gobierno, según Mires, “es planteada por García Linera en clave gramsciana” y sin embargo se trata de “una argumentación leninista, lo que no por eso debe ser incorrecta”. Fue precisamente Lenin quien señaló que como “las fuerzas productivas en Rusia no estaban lo suficientemente desarrolladas para gobernar directamente… en la fase de construcción del socialismo era necesaria la creación de un capitalismo de Estado para ser ejercido por el Partido del Proletariado en nombre del Proletariado”. A falta de proletarios, el Vice recurre a un “bloque indígena popular” para construir el capitalismo de Estado y confunde en un sola entidad Estado y Nación. Si “no hay diferencia entre sociedad civil y sociedad política, la democracia ha dejado de existir”, concluye Mires.
Las similitudes con lo que aquí pasa no son meras coincidencias: ¿qué otra cosa es el montaje “terrorismo-separatismo” del gobierno contra ciudadanos cruceños, algunos en exilio forzoso? Y aún así, seguimos sacándonos la cresta entre nosotros, por una gobernación o una alcaldía, sin ver que el enemigo principal es el totalitario gobierno central.
susana seleme [susanaseleme@gmail.com]