LAS RAZONES DE LA PROSPERIDAD – Carlos Herrera Echazú – septiembre de 2007

Unas palabras mías sobre “las razones de la prosperidad”, escritas en Septiembre del 2007!. Un saludo carlos.

LAS RAZONES DE LA PROSPERIDAD

Muchas son las razones que apuntalan la prosperidad de los pueblos; el ejercicio de la libertad, una legalidad basada en el respeto por el derecho individual, buen clima para las inversiones, instituciones políticas que observan los principios democráticos (derechos fundamentales, gobierno limitado y economía de mercado) pero hay una razón que sobresale con nitidez sobre todas ellas: la diversificación de la producción.

¿Por qué es importante que un país cuide de tener una oferta diversa de productos? Para evitar la quiebra nacional, como la cosa de más relieve. ¿Cómo es esto? Aquellos países que asientan su futuro y su crecimiento en un solo sector productivo o una sola fuente de ingresos, corren el serio riesgo de verse, un día de esos, cuando los precios de su oferta en el mercado internacional decrecen, prácticamente en la calle, o al menos con una crisis de proporciones. Si no veamos lo que le pasó a Cuba. Nadie ignora –creo- la hora difícil que Cuba enfrentó, cuando vio de pronto desaparecer, con la rapidez de una nube que se diluye en el horizonte, su fuente más importante de ingresos, la ayuda soviética. La pobreza que sobrevino es difícil de describir, pero esto fue, sin embargo, lo que indujo al régimen a entender que era preciso diversificar la oferta para seguir viviendo, así que literalmente casi volvieron al pasado, cuando Cuba tenía, además de ingenios azucareros, destilerías, tabaquerías, amén de una hotelería de renombre también mundial. Es decir, Cuba estabilizó su economía y no quebró definitivamente, cuando entendió que había sido necesario, para la subsistencia y la seguridad nacional, tener varias fuentes de divisas y no apostarlo todo a una sola.

A los bolivianos también nos pasó algo parecido con los minerales en un pasado reciente. Cuando el precio de aquellos bajó, la economía de las ciudades del occidente se vino abajo y miles de bolivianos quedaron cesantes y tuvieron que migrar a los llanos nacionales a buscarse la vida produciendo otras cosas. Ese fenómeno de la caída de los precios de los minerales y la casi bancarrota nacional que aquello suscitó, unido a la poca producción manufacturera, fue una de las razones que impulsó el crecimiento de la producción agrícola boliviana, hoy una de las fuentes de divisas y de empleo más formidables de la economía nacional. Pero vamos al punto. No se alcanza entonces la prosperidad pensando equivocadamente que la circunstancial bonanza de algunos precios es eterna (gas, minerales) sino desarrollando y cultivando una sociedad que produce y explota todas sus posibilidades, es decir, una sociedad dueña de un buen bagaje productivo.

Producir muchas cosas es el secreto de los países desarrollados, pero para esto es clave que los gobernantes y la sociedad entiendan de la importancia de preservar un sistema político que aliente el interés personal, que es el verdadero motor de la vida sobre la tierra. Todas las personas trabajan (incluyendo a esos hipócritas que hoy pasan por revolucionarios desinteresados) para mejorar sus condiciones de vida y para asegurar la estabilidad de sus vidas. Pero alentar el interés privado quiere decir alentar un sistema de protección y promoción de la propiedad privada. Esto es, que no sea posible –salvo por excepcionales motivos legales- que el Estado o los particulares ataquen la propiedad privada con cualquier pretexto. Un sistema también, donde los contratos y las normas tengan verdadera vigencia, porque sólo en un régimen de tal naturaleza las inversiones son posibles. Si la conducta del Poder tiende por el contrario a atropellar los derechos de propiedad, a desarmar los Poderes que hacen posible su protección; si legisla caprichosamente y con la sola visión de fortalecerse a sí mismo y con ello desincentiva la producción y la inversión; si no entiende que apostar a los ingresos del Estado como única fuente de financiamiento nacional es el error más grande que una Nación puede cometer -porque el Estado jamás es buen productor, no es su función en un mundo moderno- no hay futuro para esa clase de países.

Fundar la idea de la reivindicación de los pobres en la violencia contra la propiedad privada y contra los derechos individuales, no comporta una verdadera revolución, como algunos quieren hacerle creer a la gente. No es quitándole a unos para dárselo a otros como una sociedad subsana sus problemas sociales, sino más bien creando las condiciones para que aquella genere riqueza adicional a la existente, esto es, ayudando a que aumente la producción y la propiedad de las personas. Aseverar, como lo hacen algunos, que se requiere de un gobierno intervencionista y con inclinación a la estatalización de la economía para lograr una sociedad más justa, no es más que una bellacada demagógica. Y esto porque en verdad son las sociedades democrático-capitalistas las mejor organizadas para el auxilio y progreso de las clases populares, porque no sólo tienen un diseño jurídico e institucional para la defensa de sus derechos básicos, sino que además hacen posible, mediante el recurso de la división del trabajo, que la oferta de bienes y servicios se masifique al grado de que miles de personas pueden acceder a ellos, en beneficio de sus necesidades inmediatas, amén de que  cuando los gobiernos manejan los recursos públicos con inteligencia (esto es, cuando transportistas, profesionales, empleados, empresarios, carniceros, comerciantes de electrodomésticos, importadores de ropa, ganaderos, etc. tributan adecuadamente) las oportunidades para los excluidos crecen en progresión geométrica, porque una persona con el beneficio de una buena educación, como de un buen sistema de salud pública, tiene una buena oportunidad de surgir en la vida, aún si carece del medio o la familia para que lo ayuden.

Y entonces cobra sentido el aporte que hacen los sectores pudientes al erario nacional con el pago de sus impuestos, porque así se transfiere, si bien no dinero contante y sonante, algo tan valioso como eso, oportunidades para los pobres. La aseveración de que la reivindicación de los pobres pasa por el despojo a los ricos o a los que algo tienen, es entonces un error sin nombre, porque cuando un país ataca a su sector productivo como lo hace el populismo socialista (con castigos a la exportación, controles de precios y otras maniobras demagógicas) destruye su propia economía.   Hay que limpiarse las lagañas entonces si se quiere ver las razones de fondo de la prosperidad, ellas se asientan en la idea de producción diversificada, aliento al interés personal, respeto por la propiedad privada, normas respetuosas de los derechos individuales y trabajo asociado.

Carlos Herrera Echazú, Abogado

carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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