EL DEBATE SOBRE LA IZQUIERDA EN EL PODER – LOS TIEMPOS (Editorial) – 8.3.2010
El gobierno del nuevo Presidente de Uruguay aportará al debate -que trascenderá su propio país-sobre cuál es la mejor forma de gestión para beneficiar a la gente…
COMENTARIO:
Similares reflexiones están en auge actualmente en Alemania.
La ascensión de José Mujica a la Presidencia de Uruguay da una pauta del derrotero que están tomando algunas fuerzas de izquierda en la región y que tiene como horizonte ya no el enfrentamiento ideológico, sino la de, a través del poder, dirigir el esfuerzo a la lucha contra la pobreza, la disminución de las diferencias mediante la redistribución del ingreso nacional y la búsqueda de condiciones materiales para que la gente viva mejor.
Este planteamiento, plasmado en el discurso de posesión del presidente Mujica con total claridad –“Descubrimos que gobernar era bastante más difícil de lo que pensábamos, que los recursos fiscales son finitos y las demandas sociales infinitas” o “(…) vamos a ser ortodoxos en la macroeconomía. Lo que vamos a compensar largamente siendo heterodoxos, innovadores y atrevidos, en otros aspectos”- da cuenta de una admirable capacidad de adecuarse a la realidad y proyectarse al futuro con la convicción de que lo importante es la gente y no forzar ideas particulares. No hay que olvidar que el presidente Mujica viene de posiciones radicales que incluso le valió ser apresado y torturado en la cruel época de las dictaduras militares.
Es probablemente esta experiencia la que hace que tenga una mayor predisposición al diálogo y a la concertación. También el presidente Mujica ha dicho que “todos aprendimos que las batallas por el todo o nada son el mejor camino para que nada cambie y para que todo se estanque. Queremos una vida política orientada a la concertación y a la suma, porque de verdad queremos transformar la realidad”.
Se trata de un enfoque renovado que, por lo demás, ha demostrado ser el mejor para reparar las deudas sociales. En Sudamérica, Uruguay, Chile y Brasil dan cuenta de esa afirmación -junto con Perú, aunque desde otro enfoque. Se trata de naciones que han logrado sacar a más gente de la pobreza y la extrema pobreza, reconociendo que resta seguir un largo camino para aminorar las injusticias, discriminación y exclusión que aún prevalecen. Es decir, sin negar las insuficiencias, lo cierto parece que ése es el camino a seguir. De hecho, corrientes conservadoras como la del electo Presidente chileno ofrecen también más de lo mismo, aunque a diferentes ritmos, y en Brasil el Partido de los Trabajadores (PT) ha oficializado la candidatura de Dilma Rousseff, otrora también guerrillera, víctima de la represión militar, y que ha sido una de las más estrechas colaboradoras del presidente Lula.
En cambio, las condiciones de vida de los sectores menos favorecidos en los países que tienen gobiernos tributarios de viejos esquemas de confrontación no mejoran en similar proporción y si se ha distribuido más dinero; éste ha provenido de bonanzas circunstanciales antes que de esfuerzos estructurales sostenibles.
También es posible prever que la renovación del poder político tiene diferentes horizontes. Mientras en naciones como Uruguay, Chile y Brasil hay una permanente alternancia en el ejercicio del gobierno, aspecto que consolida la democracia y la institucionalidad eficiente, en las que prima un criterio de confrontación se consolida una tendencia al autoritarismo y la reelección sine die de sus conductores, afectando el sistema democrático y la estructuración de un aparato estatal que sirva al ciudadano.
Por lo señalado, todo indica que los resultados de la presidencia de José Mujica en Uruguay se convertirán, como los de su predecesor, en un mensaje para toda la región.
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