Bolivia: Justicia por propia mano – 2.2.2010 – Radio Nederland / Fernando Cabrera
Tanto la inseguridad como la carencia de empleo y la ausencia de la policía incitan a los pobladores de El Alto, a aplicar la justicia por propia mano.
En la boliviana El Alto, una de las ciudades más pobladas del país, los linchamientos, o casos de intentos, son cada vez más frecuentes. El caso más reciente se dio hace apenas seis semanas, cuando dos individuos intentaron asaltar y asesinar a un taxista, cuyos gritos de auxilio alarmaron a los vecinos, quienes, tras acorralar a los delincuentes y propinarles una soberana paliza, intentaron prenderles fuego. La repentina y oportuna llegada de los agentes de la policía pudo evitar que se consumara el linchamiento.
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Isaac Guarachi Mamani, jefe de prensa de Radio San Gabriel, una emisora que realiza transmisiones casi exclusivamente en lengua aimara, asegura que la razón fundamental para el elevado índice de criminalidad en la joven ciudad de El Alto es la carencia de fuentes de trabajo.
En las últimas tres décadas, esta ciudad, situada a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, ha experimentado un descontrolado crecimiento demográfico, hasta convertirse en la segunda ciudad más poblada de Bolivia. Como era de esperarse, las políticas, o mejor dicho, la ausencia de políticas estatales ha hecho que este ritmo de crecimiento supere al de la creación de empleos. Tal y como sucede en toda urbe donde el Estado no esta presente, el alcoholismo, la prostitución y el narcotráfico disfrutan de un auge nunca visto en otra ciudad boliviana.
En la actualidad, El Alto se caracteriza por la predominante presencia del comercio callejero y por una economía informal que, en porcentaje, es la más grande de Bolivia.
Según Guarachi, esto ha ocasionado que muchos alteños busquen en el robo la forma de subsistir y de proporcionarse los medios económicos que necesitan.
Xenofobia
El reducido mercado laboral ha despertado también sentimientos xenófobos en esta población de 800 mil habitantes, predominantemente aimara. La xenofobia se dirige particularmente contra los inmigrantes peruanos, puesto que, en los últimos años, “se ha dado una especie de invasión de ciudadanos del país vecino, legales e ilegales, y no todos son gente buena,” según señaló Guarachi, jefe de prensa de Radio San Gabriel en conversación con Radio Nederland.
Ingresar a las zonas alejadas o villas que componen esta extensa ciudad, vecina a La Paz, la sede del Gobierno, produce, incluso en plena luz del día, fuertes escalofríos. “Aquí no se permite la entrada de gente que no pertenece al barrio o a la zona, “ me comentaba en una anterior visita Mario Roque, ex director de El Alteño, el único periódico serio que se publica diariamente en esta ciudad. “Para protegerse de ladrones y asaltantes, los vecinos han desarrollado, en el transcurso del tiempo, incluso su propio sistema de comunicación, de tal modo que, en un santiamén, la vecindad llega a saber si algún extraño o sospechoso está merodeando la zona.”
Derecho comunitario
En la ciudad de El Alto viven miles de aimaras que han llegado de las provincias aledañas. De allí que muchos sociólogos ven esta ciudad como un conglomerado y una red de ayllus, una tradicional forma organizativa que incluye el concepto de pertenencia del territorio. Tratándose entonces de una ciudad donde predomina la cultura aimara, vale la pena detenerse en un aspecto. A juicio de Guarachi “en esta cultura se consideran la primera, la segunda y la tercera falta. Y la tercera, según los principios de los aimaras, se debe castigar como se merece. Aquí entra el concepto del derecho comunitario. Las autoridades locales de las comunidades indígenas, que no son las nombradas por el Gobierno central sino por los mismos ‘comunarios’, resuelven este tipo de problemas dialogando directamente con las personas que infringen sus leyes. En caso de reincidencia, y tras recibir tres advertencias, el infractor es expulsado definitivamente de la comunidad”.
Como las autoridades policiales, haciendo uso de la ley vigente, no atienden ni toman en serio estos casos y, por el contrario, dejan libres a los ladrones o infractores, los vecinos han procedido a hacer justicia por propia mano. De allí que, en la vía pública, se produzcan estas sanciones que han derivado en verdaderos asesinatos.
En El Alto, la ciudad más joven de América Latina, la inseguridad ciudadana campea y se ha convertido en un terrible dolor de cabeza para las autoridades locales y para el Gobierno del presidente Evo Morales. El derecho comunitario o `comunario´ entra en disputa también con la nueva Constitución del Estado plurinacional de Bolivia.
http://www.rnw.nl/es/espa%C3%B1ol/article/bolivia-justicia-por-propia-mano