(Venezuela) El colapso del comunismo del siglo XXI – Trino Márquez / ANALITICA – 29.1.2010
El modelo comunista, para denominarlo con mayor rigor, es el que ha naufragado en el país. La crisis de la electricidad, de los servicios públicos, de la producción agrícola y de la producción industrial y el deterioro de la infraestructura, representan un mero reflejo de la incapacidad orgánica del comunismo para resolver los problemas de las sociedades donde se implanta y para elevar la calidad de vida de la gente. El comunismo destruye, sin tener la posibilidad de construir ni edificar nada que mejore el ambiente material de los ciudadanos. Por esa razón es que una característica usual de todos los comunismos reside en que se apropian de la riqueza y los activos que con esfuerzo y trabajo sostenido van acumulando las sociedades. El Gobierno bolivariano no es la excepción. Durante esta larga década se ha apropiado de todo lo imaginable: compañías eléctricas, telefónicas, bancos, haciendas, hatos, empresas metalmecánicas, hoteles, cadenas y centros comerciales. Ya no existe rendija de la economía donde el Gobierno no haya metido sus garras. El resultado siempre es el mismo: activo que toma, activo que desbarata, o, en el mejor de los casos, que mantiene operando, pero con un costo infinitamente mayor al de antes de ser poseído.
La posesión comunista de los activos sociales incluye la aniquilación de la gerencia profesional. Los administradores, profesionales y gerentes pasan a convertirse en comisarios políticos del régimen, y le rinden cuenta a la “revolución”, no a la Nación. Por eso yerran quienes consideran que lo que existe en Venezuela actualmente es capitalismo de Estado. Ni de lejos. El capitalismo de Estado respeta al capitalismo y al mercado. Funciona con criterios de rentabilidad, eficiencia y productividad. Necesita gerentes eficaces, no militantes incondicionales. Lo que está yéndose a pique no es el capitalismo de Estado, adornado con unas guindas de populismo, caudillismo y demagogia. Lo que estamos presenciando, una vez más y ya no por televisión, es el descalabro del comunismo, un sistema que acorrala la propiedad privada y la iniciativa particular en nombre de la quimérica propiedad colectiva y de la nada inocente, y sí muy dañina, propiedad estatal de los medios de producción.
Los comunistas imponen su totalitarismo a sangre y fuego. Ejercen la represión sin miramientos de ninguna especie. La Guardia Nacional, la nueva Policía Nacional, las milicias y los grupos paramilitares, como Los Tupamaros, son los instrumentos que Chávez tiene a su disposición para amenazar, perseguir y atenazar la oposición. Hasta ahora no se ha visto obligado a ser sanguinario, al estilo de los déspotas comunistas tradicionales. Pero los tiempos están cambiando. Ahora nos está diciendo a grito pelado que de ser necesario actuará como el peor de los tiranos. Mérida representa un vivo ejemplo de cuál es la ruta que de ahora en adelante podría seguir el comandante.
En Venezuela fracasó el intento de refundar la República partiendo del credo comunista. Nos tocará reconstruir la nación –tal como están haciéndolo las naciones de Europa del Este y Rusia, y como tendrá que hacerlo Cuba-, a partir del rescate de la democracia, el respeto a la propiedad privada, a la libertad de mercado y el fomento de la solidaridad social basada en la producción y la eficiencia..
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Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1191070.asp