DISTINTAS MIRADAS SOBRE UN MISMO ACTO – LOS TIEMPOS (Editorial) – 24.1.2010
Cuál de todas las posibles interpretaciones es la que más se adecua a la realidad es algo que sólo el tiempo podrá decir. Mientras tanto, lo único cierto es que no todos los días se ve lo que estamos viendo
Relacionado: Un viejo problema, Susana Seleme Antelo, 24.1.2010
Como no podía ser de otro modo, tratándose de algo tan pleno de elementos subjetivos, simbólicos, ideológicos, han sido muchas, y serán sin duda muchas más en el futuro, las interpretaciones que durante los últimos días se han hecho sobre los actos rituales mediante los cuales Evo Morales fue elevado no sólo a la condición de Presidente del “Estado Plurinacional” de Bolivia, sino de “guía espiritual” de los pueblos de “Abya Yala” (América), e incluso del mundo entero.
Desde la devoción inspirada, entre otras fuentes, en todo un conjunto de creencias de religiosidad postmoderna muy en boga en el mundo actual, como las del movimiento “New Age” o “Nueva Era”, en un extremo, hasta los más desdeñosos y despectivos calificativos, en el otro, es muy amplio el abanico de reacciones que ha motivado la apoteosis de Evo Morales.
Para unos, es tal la importancia y seriedad del rol mesiánico que se le ha atribuido al “Apu Mallku” Morales Ayma, que el asunto bien merece ser abordado desde el punto de vista teológico. Como representante en la tierra de la diosa “Pachamama”, estaríamos nada menos que ante un auténtico Avatar, lo que en algunas religiones orientales es nada más y nada menos que la encarnación terrestre de alguna deidad. No faltan quienes ven la consumación de milenarias profecías. Y aunque aún parezca inverosímil, no son pocos quienes, no sólo en Bolivia, devotamente se adhieren a tal concepción.
En el otro extremo, se destacan quienes en los actos de Tiwanaku no vieron más que un “adelanto del Carnaval”, una vulgar “payasada”, grotesca escenificación montada para satisfacer los delirios de grandeza de un individuo, alentados por una cáfila de oportunistas inescrupulosos. Para ellos, una mirada despectiva, unos comentarios burlones y un poco de paciencia en espera de que todo vuelva a la normalidad es todo lo que merecen los constructores del Estado plurinacional socialista y comunitario.
En el amplio espectro de matices intermedios se destacan quienes han puesto énfasis en la falta de rigor historiográfico, antropológico o estético de un acto que no sería más que un montaje escenográfico hecho sólo con fines publicitarios. Si fue más o menos apócrifo cada uno de los elementos del acto es a lo que más importancia le asignan.
Para muchos de los representantes de lo poco que queda de la oposición política, en cambio, todo fue una muestra más de que “Evo Morales está mal asesorado”, “no tiene Norte”, “no sabe lo que quiere”, “ha interpretado mal el verdadero sentimiento de los bolivianos”, “es más de lo mismo” y frases parecidas a través de las que se hace evidente su despectiva manera de ver la realidad que los rodea.
Cuál de todas las posibles interpretaciones es la que más se adecua a la realidad es algo que sólo el tiempo podrá decir.
Mientras tanto, lo único cierto es que no todos los días se ve, ni en Bolivia ni en ningún lugar del mundo, un fenómeno político, ideológico y religioso con rasgos tan controversiales como el que se desarrolla ante nuestras confundidas miradas.
Comentarios – 1
Manuel Duran
Las interpretaciones del acto de unción también pueden entenderse desde la autenticidad. Si este protocolo tiene raices en la mente y conocimiento de lo que constituyen la base de la legitinidad del partido de gobierno. Una encuesta de la población sobre todo “indígena-originario-campesina ” y mestiza sobre el signficado, valores, raices, vínculos con las expresiones y manifestaciones culturales vigentes, etc., de este acto podría revelar si es que realmente tiene legitimidad y autenticidad. Los únicos eventos de similar tono cultural, ceremonial, espiritual con rasgos políticos son en los que se ungen al Dalai Lama y el Papa, emblemas vivientes de liderazgo espiritual y religiosos. Chesterton decía que “donde se borra la divinidad surge el poder del estado “. Pero si se logra tener ambos, se tiene el cosmos.
http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/editorial/20100124/distintas-miradas-sobre-un-mismo-acto_54854_97524.html
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Un viejo problema
Susana Seleme Antelo
No por viejo menos vigente en este novísimo Estado Plurinacional (Experimental según su ideólogo, Boaventura de Sousa Santos) cuyas autoridades, soberbias de poder recurren a la fanfarria simbólica para aturdir a las masas con uno 21-22 de enero de 2010 como el inicio de los tiempos.
En política ese viejo problema consiste en que los políticos y las elites que les sirven creen que el ‘poder’ es eterno. Y que para quedarse ‘eternamente en el poder’, hay que borrar de un plumazo la edad del tiempo, la memoria y la historia, entendida ésta como sucesión articulada y contradictoria de acontecimientos y sus múltiples orígenes.
Tan viejo problema es, que así ha pasado en todos los procesos políticos-socioeconómicos, tales como en las guerras de rapiña-conquista, incluídas las del Imperio Quechua sobre aymaras y otros pueblos indígenas. Los incas pretendieron borrar todo vestigio anterior a ellos, como pasó tras el encontronazo entre el viejo y nuevo mundo, y tras los cambios de época que significaron la República y la Revolución del ’52. Sin embargo ahí está el pueblo aymara, entre otros tantos, incólume con su lengua y su cultura.
Las conquistas y la República pretendieron borrar las de los pueblos indígenas, hoy llamados ‘originarios’. Pero, si son 36 como reza la Constitución Plurinacional, ¿por qué la burda preeminencia del aymara, hasta hacer de su simbolismo una caricatura en Tiwanacu, sin respetar la historia y la memoria?
En el siglo XXI ¿creen los hombres del MAS que han ‘conquistado’ a sangre y fuego este territorio para borrar la edad del tiempo y la memoria histórica? ¿Pretenden borrarnos a los no aymaras y ‘no originarios’, no sólo la historia y la memoria, sino también del mapa? Olvidan que la edad del tiempo es circular, que por eso la rueda de la fortuna gira, sube y baja y que la historia se repite, unas veces como tragedia, otras como drama, o sainete. En su tiempo tampoco se dieron cuenta los líderes de la Revolución Francesa, de la Bolchevique, del engendro nacionalsocialista alemán, de la China de Mao-Zedong. En suma, de todos aquellos procesos que implican cambio de época.
El viejo problema está en suponer que ese cambio, vía conquista o revolución, otorga poder para matar simbólica y literalmente. Y de suyo, entronizar el grosero culto a la personalidad del líder, en detrimento de la institucionalidad y la cultura democráticas. La soberbia impulsa a los hombres del MAS a que en virtud de su 64 % de votos, la sociedad boliviana, sea representada como ciento por ciento aymara. Así pretenden cubrir con un velo impenetrable el fondo y las formas de una realidad compleja, abigarrada, mestiza como la de todo capitalismo periférico.
¿O también eso se va borrar en aras del ‘Estado Integral que transita al socialismo’, según García Linera, evocando a Gramsci? ¡Qué viejo problema!
Como el que se está buscando el flamante guía espiritual Evo Morales, si sigue persiguiendo con un juicio al ex prefecto Rubén Costas. Esa acción implica que está enjuiciando a 82 % de las personas que en Santa Cruz, ese día, 4 de mayo de 2008 votaron por el SÍ en el referéndum autonómico. Ese ‘proceso político-judicial’ une a Santa Cruz en la defensa de su autonomía y de su ex autoridad, hoy candidato, en abril seguro gobernador reelecto.
Enviado por la autora susana seleme [susanaseleme@gmail.com]