(Reportaje) EE UU se declara vencedor – EL PAIS – 20.12.2009
La cumbre de Copenhague
La Casa Blanca elude a la UE y pacta con China e India compromisos voluntarios – La ONU hace suyo el texto y certifica su incapacidad para avanzar por consenso
La canciller alemana, Angela Merkel, conversa con Obama y líderes europeos en la recta final de la cumbre.- EFE
“Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.”
“Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Sudán manifiestan su oposición a la entrada en vigor de la financiación inmediata para los países pobres”
COMENTARIO:
Es falso que el modelo socio económico capitalista es culpable del grado de deterioro del medio ambiente. El mundo ha llegado a conocer, luego la caída del Muro de Berlín, la catástrofe ecológica del Estado Alemán comunista. Hoy muchos países con modelos de socialdemocracia y economía social de mercado cuiden con fuertes medidas y enormes inversiones su medio ambiente. La tesis de Hugo Chávez no encontró eco.
Citando un comentario publicado en EL PAIS:
!366 James – 20-12-2009 – 01:24:48h
362, Carlos: Los países que están de acuerdo con el documento de mínimos y que son bastants más de 25, suman la inmensa mayoría de la población mundial. No se trata de países, sino de las personas que están detrás de cada país. Ya solo los USA (310) suman casi el tripe en millones de habitantes que Venezuela (28), Bolivia (11), Sudán (14), Ecuador (14) y Cuba (12) los cinco juntos (106 millones) Si a los USA (310) le sumamos China (1320), India (1170), la Unión Europea (500) , Brasil (195) y Sudáfrica (845), llegamos a la cifra de 3540 millones de habitantes, más de la mitad de la población mundial (6800). Lo que es un bastante ridículo es que un país como Venezuela con 27 millones de habitantes (y cuyos ingresos dependen en un 95% el petróleo) pretenda torpedear un acuerdo detrás del que hay más de la mitad de la población mundial (y eso que solo cuento una parte de los países que aprobaron el acuerdo). Ese ha sido el problema de esta cumbre de Copenhague, que la ONU exije unanimidad y siempre hay alguien con ganas de protagonismo dispuesto a torpedear decisiones ampliamente mayoritarias. Es un sistema absolutamente ineficaz, de dudos legitimidad representativa (un país de 5 millones puede tumbar un acuerdo entre países representando a 6000 millones) y parece que China y USA han abierto la puerta para cambiarlo.”
¿Cómo afectará Copenhague a A. Latina? – BBC – 20.12.2009
Bolivia acusada del fracaso de Copenhague

Gran Bretaña acusó hoy a China y “un puñado de países” que incluyen a Bolivia y Venezuela de boicotear la cumbre de Copenhague, en medio de un aluvión de reproches por los insuficientes resultados de esas negociaciones.
RAFAEL MÉNDEZ | Copenhague 20/12/2009
Consulta el especial sobre la Cumbre del Clima de Copenhague
El destino de la lucha contra el calentamiento se ha decidido en una sala cerrada de la primera planta del centro de convenciones de la Cumbre del Clima de Copenhague. Allí, Barack Obama, el chino Wen Jiabao, el brasileño Lula da Silva y el indio Manmohan Singh no sólo acordaron un acuerdo que admitieron como insuficiente.
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En esa sala, con poco más de 35 personas, EE UU impuso su ley y logró el cambio de eje de las relaciones internacionales en la lucha con el cambio climático y en el sistema de Naciones Unidas, incapaz de avanzar durante dos años. Los 119 líderes reunidos en Dinamarca regresaron a casa sin foto de familia. Algo, mucho, saltó por los aires en esa sala a puerta cerrada.
Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.
El Acuerdo de Copenhague siempre fue cosa de dos, China y EE UU. Hasta tal punto han monopolizado los debates que en uno de los últimos borradores los países escribieron entre corchetes: “Introducir aquí la consideración de EE UU y China”. Así figura en el cuarto borrador, junto al punto de cómo el acuerdo permitiría verificar las emisiones de los países emergentes, el punto al que China se opuso.
Así que Obama y Wen, en su segundo encuentro en el día, dieron con la fórmula: los países en desarrollo realizarán su propia “medición, declaración y verificación de sus emisiones”, pero a la vez aceptan un sistema de “consultas y análisis internacionales bajo unas guías claras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional”.
Pekín vetó la palabra verificación como una opción de la ONU. Los recortes de emisiones financiados con dinero internacional -sea un parque eólico o una central hidroeléctrica- sí tendrán control internacional.
El lenguaje es enrevesado como todo en esta cumbre. Leer los tres folios del Acuerdo de Copenhague es sumergirse en conceptos aparentemente vaporosos pero que esconden detrás dos años -desde que en Bali en 2007 se acordó que en 2009 habría un tratado- de enconadas disputadas.
El texto también establece que “el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo”, que “el incremento de la temperatura debería estar por debajo de dos grados” y que las emisiones habrían de tocar techo “lo antes posible”. Y todo esto se conseguirá, supuestamente, con objetivos voluntarios de reducción de emisiones que los países presentarán antes de febrero de 2010.
“Científicamente el acuerdo es como una mesa de una sola pata: no se aguanta”, resume un negociador. Las rebajas anunciadas, en caso de cumplirse, sólo reducirían un 18% las emisiones de los países desarrollados en 2020, lejos del rango de entre el 25% y el 40% que pidió el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Con las ofertas voluntarias la temperatura subirá unos tres grados, según un informe de la ONU. “El acuerdo no sirve para el objetivo de los dos grados”, admitió el presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfelt.
Los textos previos, incluso el acordado en la reunión G-8 del pasado verano o el pactado en Bali en 2007 eran mucho más precisos y pedían una reducción mínima de emisiones del 25%. Pero la Casa Blanca se opuso por poco realista. Europa confiaba en que, al dirigirse al mundo, Obama fuera más allá. “En reuniones informales nos habían dicho que con compensación de emisiones su bajada estaría entre el 26% y el 33%”, explicó en los pasillos Josef Matthias Leinen, jefe de la delegación del Parlamento Europeo. Pero Obama, enrocado en elevar la presión a China no se movió de su postura.
En el acuerdo tampoco aparece que en 2050 las emisiones deberían situarse un 50% por debajo de las de 1990. Lo vetó China, como reveló el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Lo más claro es el compromiso de financiación para los países en desarrollo, que permitió a los africanos sumarse al acuerdo.
El resultado no satisface a nadie. Obama, en una breve declaración antes de dejar Copenhague por la puerta de atrás, dijo: “Sabemos que el avance no es suficiente y que queda mucho camino por hacer”. El presidente de EE UU, sin embargo, pidió realismo: “Creo que hace falta un tratado (vinculante). Pero esta era la típica situación en la que si hubiéramos esperado a que pasara no habríamos avanzado nada” y criticó a quienes hubieran preferido “dos pasos atrás antes que un paso adelante”. Obama, cuyo discurso en Copenhague, fue recibido con una inusitada frialdad por el tono mecánico y tenso de sus palabras. Se defendió de que en el acuerdo todo sea voluntario: “Kioto era legalmente vinculante y a todo el mundo le pareció poco. Es importante avanzar en vez de tener palabras en un papel”.
Como no había forma de acordar nada sobre cómo pasar de los objetivos voluntarios a un acuerdo legalmente vinculante en 2010 -como querían la UE y EE UU- la opción fue dejarlo en blanco. El papel no aclara si se prorrogara Kioto, si habrá un nuevo tratado ni cuándo. Simplemente no existe ninguna mención. En busca del consenso para salvar la cara se llegó a situaciones así.
Una vez pactado entre los cinco grandes, Obama anunció que se lo comunicaría “a los europeos” y luego al grupo de 28 jefes de Estado y de Gobierno de todos los grupos que preparaban el texto político.
El sistema de trabajo es el resultado de una inteligente estartegia de EE UU. Obama, con el Nobel de la Paz por el mutilateralismo, envió una delegación de altísimo nivel a la cumbre. Desde la primera semana, el enviado especial de Obama, Todd Stern, dirigió las negociaciones, mucho antes de que llegaran los ministros europeos. Por la cumbre han pasado siete seretarios (ministros) de su Administración, desde Hillary Clinton al premio Nobel de Física y secretario de Energía, Steven Chu.
Pero a la vez, Washington ha conseguido lo que Bush no logró: sacar la negociación fuera del plenario de Naciones Unidas, donde cualquiera de los 193 países puede vetar cualquier acuerdo y eternizar las discusiones. Obama negoció a puerta cerrada, lo entregó al pleno y se fue. Los delegados seguían enzarzados en discusiones sin final y en largos discursos con barrocas formas de cortesía diplomática -”con el debido respeto a esta presidencia y sin socavar su autoridad”, y frases similares cuando el avión presidencia aterrizaba en Washington.
Bush intentó crear un foro paralelo a la ONU en el que las grandes economías se pusieran de acuerdo para, de forma voluntaria, afrontar el cambio climático. Fracasó. Igual que ha ocurrido en Copenhague pero dentro de un edificio de Naciones Unidas.
“Lo ocurrido, el pacto a puerta cerrada refrendado por la ONU, tendrá enormes cnsecuencias, no solo para la Convención de Cambio Climático, sino para todo el sistema de Naciones Unidas. Vamos hacia la Organización Mundial del Comercio donde todo se decide a puerta cerrada”, lamentó resignado ayer por la mañana, después de más de 24 horas sin dormir, Kim Carsten, de WWF, uno de los únicos 300 miembros de ONG autorizados a entrar los últimos días de la cumbre. “Si la UE ha eliminado la unanimidad porque no sirve para 27 países con intereses comunes, ¿cómo va a servir para la ONU?”.
El problema es que el espectáculo que ofreció la ONU como alternativa fue lamentable. 183 países estaban de acuerdo y pedían apoyar el texto como la única solución posible. Pero el bloque bolivariano -Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba- y Sudán se oponían. El sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping llegó a afirmar que el texto “es producto de la misma ideología que llevó a los hornos crematorios a seis millones de personas en Europa”, por lo que recibió reproches de decenas de Estados.
Durante 10 horas, toda la noche, decenas de países defendieron el texto, pero la ONU exige consenso y por la mañana Hugo Chávez y Evo Morales ya habían anunciado que bloquearían cualquier acuerdo porque no habían sido invitados a la reunión de 28 países y porque la ONU no funciona así. A las siete de la mañana, el ministro británico Ed Miliband, frenó en el último segundo, a base de dar golpes en la mesa para llamar la atención del presidente, que el texto quedara incluido como una simple propuesta, lo que habría impedido aplicar los fondos de ayuda a los países en desarrollo. Miliband, en una vibrante intervención advirtió de que si el acuerdo era rechazado “supondría romper la convención de Naciones Unidas”, algo que planeaba en el ambiente ya que de ninguna forma lo acordado por los líderes de 183 países iba a depender de Chávez.
“Ha sido el plenario más vergonzoso al que he asistido. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en esto, ¿cómo vamos a alcanzar un tratado vinculante?”, declaró el representante saudí.
Pasadas las 10 de la mañana, tras dos horas de parón para consultar con los servicios jurídicos, la cumbre “tomó nota” del acuerdo y el presidente golpeó con la maza a toda velocidad para que nadie pudiera protestar. La fórmula permite, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que el acuerdo “entre en vigor inmediatamente”, dijo tras observar mudo desde la presidencia 10 horas de descontrol.
La reacción de Miliband, una de las figuras clave del laborismo británico, salvó la cara de la UE. Apartada en la negociación clave, los europeos se van de Copenhague con la sensación de que les han robado la cartera, que el proceso que lideraron durante dos décadas ya no está bajo su control y que, los nuevos capitanes quieren ir en otra dirección. Barroso hizo malabarismos: “La UE lidera cuando se trata de elevar los objetivos, pero no está cuando lo que se busca es reducir la ambición”. La UE se reserva su oferta de ampliar su recorte de emisiones del 20% actual al 30% hasta ver cómo evoluciona la negociación. Los delegados europeos musitaban por los pasillos las palabras “Decepción, desastre y fiasco”. “Es el mundo que tenemos”, lamentaban. Y, sin embargo, el pacto se salvó por el empuje de un británico, no por la representación estadounidense.
La reacción china al acuerdo también fue fría. Cuando Wen aceptó el pacto, uno de sus ministros comenzó a gritar en chino con gestos de desacuerdo. “La traductora no dijo qué gritaba”, explica una fuente presente en el encuentro. En el plenario que después adoptó el pacto entre los cinco grandes, China no defendió ni una sola vez su aprobación frente a las críticas del bloque bolivariano. La delegación china aplaudía las declaraciones de estos países contra la forma “antidemocráctica en la que se adoptó el acuerdo”, según negociadores en la sala, cerrada a la prensa por primera vez en 10 años. Fuentes de la ONU dudan de que Pekín buscara boicotear su acuerdo a través de otros países: “Probablemente lo hacían porque arremetían contra EE UU y los países ricos”.
La dificultad para alcanzar un acuerdo puede parecer excesiva, pero es que las implicaciones de la lucha contra el cambio climático son inabarcables: para conseguir limitar la temperatura y estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera hace falta una revolución industrial con energía verde, dejar atrás el petróleo, actuar sobre el comercio internacional, tratar la aviación, evitar la deforestación… La española María Neira, de la Organización Mundial de la Salud, estuvo hasta el ultimo día: “Si esto sale adelante sera el principal tratado de salud pública del mundo. Los millones de muertes por contaminación en las ciudades y la mala calidad del aire interior por combustión de cocinas de mala calidad en países en desarrollo empezarán a caer”.
El acuerdo incluye que el Fondo del Clima pagará a los países tropicales para que no talen sus bosques, imprescindibles para el planeta. Luz entre las sombras.
Claves del pacto
- EMISIONES. Los países “subrayan que el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo” y que hay actuar para “estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que prevega una interferencia antropogénica con el clima (…) por lo que el aumento en la temperatura global debería estar por debajo de dos grados centígrados”. Para ello se comprometen a “cooperar para conseguir que las emisiones nacionale stoquen techo lo antes posible”. El acuerdo no incluye la concentración de CO2 necesaria -450 partes por milón- para ese objetivo, ni el año del máximo de emisiones, entre 2015 y 2020, según el IPCC, ni la necesidad de que las emisiones en 2050 sean la mitad que en 1990.
- PLANES NACIONALES. Los países desarrollados “se comprometen a presentar objetivos de reducción de emisiones antes del 1 de febrero de 2010″. “Estas reducciones y la financiación a los países en desarrollo será declaras, medidas y verificadas” por la ONU.
Los países en desarrollo podrá “implantar medidas de mitigación” de emisiones que comunicarán antes de febrero de 2010. Estas acciones serán objeto de “declaración, medida y verificación nacional” y cada dos años informarán a la ONU y habrá un sistema de “internacional de consulta y análisis bajo guías claramente definidas que aseguren que se respeta su soberanía nacional”. Las acciones financiados ocn dinero internacional estarán sujetas a la supervisión normal de la ONU.
- “Los países menos desarrollados y las pequeñas islas podrán realizar acciones voluntarias si recben apoyo”.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/EE/UU/declara/vencedor/elpepusoc/20091220elpepusoc_1/Tes
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La Cumbre del Clima aprueba en medio de una gran polémica un pacto de mínimos
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Sudán manifiestan su oposición a la entrada en vigor de la financiación inmediata para los países pobres
RAFAEL MÉNDEZ (Enviado especial) - Copenhague – 19/12/2009





Consulta el especial sobre la cumbre del clima de Copenhague
El plenario de la Cumbre del Clima ha logrado aprobar finalmente esta mañana un texto de mínimos definitivo después de una intensa madrugada en la que la oposición de Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán suspendió el pleno de la Cumbre para buscar una solución y puso en peligro el acuerdo anunciado ayer por una veintena de líderes mundiales. En una tensa reunión que se ha prolongado desde las tres de la mañana hasta las 10 de este sábado el Pleno ha optado por una postura intermedia para solventar la oposición de estos cinco países, que rechazan frontalmente la entrada en vigor de la financiación inmediata para los países pobres.
Obama: “Un avance significativo, pero insuficiente”
VIDEO – AGENCIA ATLAS – 19-12-2009
Un acuerdo de mínimos y sin carácter vinculante pone punto y final a la Cumbre del Cambio Climático en Copenhague – AGENCIA ATLAS
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El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases. Sin embargo, sí establece un total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. La presidencia de la conferencia ha anunciado esta mañana que había “tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009″, que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
Tras el anuncio del acuerdo alcanzado a última hora de la tarde de ayer comenzó la polémica. El plenó quedó suspendido después de que cinco de los 193 países presentes en la conferencia anunciaran su rechazo a adoptar el leve acuerdo pactado entre 28 jefes de Estado y de Gobierno de países de todos los bloques presentes en la Cumbre del Clima. El texto quedó pendiente de aprobación por la exigencia de Naciones Unidas de alcanzar un consenso. El bloque bolivariano aceptaba integrar su exigencia como una nota informativa pero, según la UE, eso impediría aplicar la financiación prevista para 2010.
Cuando después de horas de estéril debate parecía que el pacto se incorporaría como nota alternativa al acuerdo, el ministro británico de Cambio Climático, Ed Miliband, pidió que fuera una decisión vinculante. Sólo cinco países, entre ellos Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán, se opusieron. Los presidentes de Venezuela y Bolivia ya anunciaron antes de conocer el texto que votarían en contra. La representante de Venezuela aseguró que no iban a “vender su voto por 30.000 millones de dólares”, la cantidad fijada como fondo para los países pobres durante los próximos tres años. Sudán, un país que participó en la elaboración del texto, también criticó el acuerdo, pero fue desacreditado por la inmensa mayoría de países africanos. Quien no pidió la palabra fue China, cuyo primer ministro, Wen Jiabao, fraguó el acuerdo con Obama. Sin embargo, no lo defendió en el pleno y sus delegados llegaron a aplaudir las intervenciones críticas con el texto.
A efectos prácticos, la rebaja del texto tiene el principal inconveniente de que será difícil poner en marcha los 10.000 millones de dólares anualaes a partir de 2010 que acordaron 30 jefes de Estado (inlcuyendo la UE como uno de ellos) que suman más del el 90% de las emisiones no dependía de la forma que tuviera. “Si lo quieren, bien. Pero en este acuerdo está todo el que emite. Si el pleno no lo acepta seguirá adelante”, declaró antes de la reunión uno de los delegados de los países firmantes, como EEUU, la UE, China, Rusia, México, Noruega, Japón, Canadá, Brasil, Sudáfrica, Sudán, Leshoto, Etiopía… Muchos de estos países, como Leshoto, Etiopía, Maldivas o Granada estaban en representación de grupos más amplios de países.
Miliband pidió convertirlo en una decisión de la convención, lo que le daba más valor. “Tenemos dos caminos: o asumir este texto imperfecto pero preparado con buena fe o romper esta convención”, en relación a que si la reunión de Naciones Unidas rechazaba ese texto los países que lo habían acordado seguirían adelante por su cuenta y esto acabaría con la convención que desde 1992 bajo Naciones Unidas organiza la lucha contra el cambio climático.
Cuando el primer ministro danés Lars Okke Rasmussen, preguntó quién se oponía solo cuatro países pidieron la palabra, según afirmó el presidente. Venezuela, Bolivia y Cuba criticaron que el proceso de selección de los países había sido poco democrático. Lo curioso es que el delegado de Bolivia, cuya capital está a más de 3.000 metros, insistía en que lo hacía para proteger a los pequeños estados isla, que sí aceptaron el texto.
Tuvalu consideró que la forma en la que se gestó el texto, “es una falta de respeto a los procesos de la Convención. Otros países tienen más respeto por los procesos democráticos”, en alusión a EEUU pero finalmente se sumó al consenso, según fuentes del pleno, cerrado a la prensa y ONG.
Así, el eterno pleno se convitió en una ristra de intervenciones a favor del acuerdo para evidenciar la soledad de los países que se oponen al texto. Países en desarrollo como Maldivas pidieron a Venezuela y Bolivia que permitieran que entrara en vigor el acuerdo.
A las 9.00 el plenario se suspendió para consultar a los servicios jurídicos de Naciones Unidas. Los delegados criticaban la incapacidad de Rasmussen para sacar adelante un texto con tanto apoyo, por falta de cintura para convencer a los díscolos y de firmeza para imponerse a ellos.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Cumbre/Clima/aprueba/medio/gran/polemica/pacto/minimos/elpepusoc/20091219elpepusoc_2/Tes
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¿Cómo afectará Copenhague a A. Latina?
James Painter
BBC Mundo

Ha habido dos reacciones generalizadas al Acuerdo de Copenhague: “el fin de la esperanza” o “el principio de la esperanza”.
La primera tendencia entiende el documento como un desastre, mucho más limitado de lo que se necesitaría para llegar a un tratado legalmente vinculante que acotara las emisiones de gases invernadero.
La segunda tendencia asume estas limitaciones, pero lo considera, al menos, un comienzo.
Desde un punto de vista general, Venezuela, Bolivia (y los países miembros del ALBA) se enmarcan dentro de la primera categoría mientras que Brasil encaja en la segunda.
Pero, ¿qué consecuencias pueden desprenderse del Acuerdo para América Latina?
Dos grados
Los científicos de Naciones Unidas están ampliamente de acuerdo en que, para evitar un cambio climático serio, el aumento de la temperatura debería limitarse a dos grados Celsius sobre los niveles de la era pre-industrial.
El texto del Acuerdo reconoce esta necesidad. Pero, tal como está expresado en el documento, los dos grados no son un objetivo formal, sino que el grupo firmante “reconoce el punto de vista científico” según el cual el aumento de la temperatura debería mantenerse por debajo de esa cifra.
Además, el Acuerdo no explicita un plazo para alcanzar un máximo de emisiones, ni establece objetivos claros para su reducción. En lugar de esto, se pide a los países industrializados que detallen sus propias metas en febrero del año que viene.
Según un documento oficial de la ONU que se filtró durante la conferencia, si se aceptara el máximo de emisiones que piden esos países, las temperaturas podrían llegar a aumentar en torno a tres grados.
En este sentido, para muchos analistas, el Acuerdo –tal como ha sido reconocido- inspira poca confianza en que se pueda evitar el límite de los dos grados.
América Latina, vulnerable

América Latina sólo es responsable del 12% de las emisiones mundiales de gases invernadero, pero es especialmente vulnerable al calentamiento global de dos grados. Esta afirmación se convirtió casi en un mantra durante la cumbre de Copenhague.
Walter Vergara, experto del Banco Mundial en cambio climático, aseguró a BBC Mundo que existen cuatro zonas muy expuestas al cambio climático en la región:
- Los países de la cuenca del Amazonas (Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Brasil) podrían sufrir las consecuencias del deterioro del río (como la degradación de los bosques).
- Los estados que comparten los Andes, como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú o Bolivia padecerán el calentamiento de la cordillera.
- En la región del Caribe, en particular las islas pequeñas y las zonas costeras se verán afectadas por el aumento del nivel del mar y por el colapso prematuro del ecosistema de los arrecifes de coral.
- Muchos de los países en el corredor de los huracanes de América Central (Honduras, Nicaragua, Belize, México) quedarán expuestos a la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos.
Dinero para adaptarse
Los fondos para la adaptación al cambio climático se destinarán de manera prioritaria a los países en desarrollo más vulnerables y a los menos desarrollados, como los estados insulares pobres y África
Acuerdo de Copenhague
El Acuerdo promete aportar US$30.000 millones para los países en desarrollo durante los tres próximos años. Por otro lado, marca el objetivo de llegar a los US$100.000 para 2020.
Pero, ¿quién obtendrá ese dinero? El texto apunta que “los fondos para la adaptación al cambio climático se destinarán de manera prioritaria a los países en desarrollo más vulnerables y a los menos desarrollados, como los estados insulares pobres y África”.
Muy pocos países latinoamericanos se ajustan a la categoría de “países menos desarrollados”, ya que la mayoría están catalogados como países de renta media. Bolivia y los estados de América Central podrían ser la excepción.
Sin embargo, algunas informaciones indicaron que si un país se opuso al Acuerdo podría no recibir ningún dinero. Bolivia, por ejemplo, fue uno de los detractores más firmes al texto.
Por otro lado, debe subrayarse que todavía queda un largo camino para establecer de dónde se sacará el dinero, qué instituciones supervisarán el proceso y cómo se entregará a sus destinatarios.
Reducción de las emisiones
Los debates sobre de qué manera recibirán dinero los países en desarrollo a cambio de reducir la deforestación –los conocidos como proyectos de Reducción de las Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación o REDD, por sus siglas en inglés- fueron de gran importancia para América Latina.
clic Lea también: REDD… ¿Qué es y con qué se come?
Nueve países de América del Sur comparten el Amazonas. Además, México y América Central tienen importantes zonas boscosas.
De acuerdo con el Banco Mundial, en cinco países –Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala y Perú- la deforestación supone al menos el 60% de sus emisiones de gases de invernadero.
El texto del Acuerdo reconoce “el papel crucial de la reducción de emisiones a través de la deforestación y la degradación de los bosques (…) y la necesidad de aportar incentivos que ayuden a tales acciones, como el establecimiento inmediato de mecanismos como los REDD (…)”.

Parte de los puntos del texto sobre la financiación hacen referencia explícita a cómo el dinero internacional se destinará a proyectos de REDD.
El gobierno de Estados Unidos anunció que contribuiría con US$1.000 millones en los próximos tres años a un paquete de US$3.500 millones –en el que participarán Australia, Francia, Japón, Noruega y el Reino Unido- para financiar programas de REDD.
Aunque no se detalló, el documento también deja ver que se recurrirá al mercado privado para recaudar dinero para este tipo de proyectos.
El Acuerdo final sobre REDD se discutió arduamente durante las dos semanas de la cumbre. Algunas versiones del texto incluían la cláusula de que las naciones en desarrollo deberían aceptar cuotas concretas de reducción de la deforestación para poder acceder a los fondos, pero al final no se aclaró si este punto será obligatorio o no.
En este sentido, cantidades significativas de dinero podrían llegar a proyectos de REDD en América Latina.
Perú, Colombia y Ecuador presentaron ante la cumbre varios de sus proyectos de lucha contra la deforestación con la esperanza de obtener financiación.
¿Destino a México?
El nuevo acuerdo ha generado todo tipo de dudas sobre muchs de sus puntos, incluidos aspectos como los Mecanismos de Desarrollo Limpio (en los están involucrados muchos países latinoamericanos) y el futuro de la transferencia de tecnología.
Por el momento, no se ha fijado un plazo para convertir el Acuerdo en un tratado vinculante, aunque el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, aseguró que este paso debería darse a lo largo del año que viene.
Así pues, para México, la consecuencia más inmediata del Acuerdo podría ser la llegada de todo el circo del cambio climático global a la capital federal el próximo diciembre.
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