Profundizar la revolución – José Gramunt de Moragas, S.J. – 9.12.2009

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No puedo escapar al comentario sobre las elecciones generales llevadas a cabo con cívica disciplina el pasado domingo. Tampoco me es posible eludir la victoria de Evo Morales que, no por prevista, deja de ser espectacular. A lo que debe añadirse que, fue un triunfo legítimo, ganado tras una infatigable campaña de cuatro años de laboriosa propaganda electoral que lucró de ilimitados recursos públicos. La nunca vista campaña en helicóptero. Lo que ahora corresponde es tratar de ensayar algunas previsiones que están a la vista.

COMENTARIO:

Este elogio merece ser complementado por las reflexiones de Mauricio Aira:

Cualquiera gana en esas condiciones – Mauricio Aira – 9.12.2009

Tal como lo he dicho en anteriores oportunidades, el resultado más consistente de estos comicios es haber alcanzado el monopolio del poder. En otras consultas ciudadanas, el ganador casi nunca alcanzaba el poder total. Siempre quedaba resto que hacía de contrapeso en la balanza. Perdonará el amable lector que me repita: lo que ahora se ha producido es la victoria del partido único, del pensamiento único. Bajo el peso de este monopolio, la institución democrática de la oposición no podrá reflotar. Los monopolizadores del poder se encargarán de que no vuelva a levantar cabeza, al menos por mucho tiempo.

El Presidente victorioso ya decidió: “Vamos a profundizar los cambios”. ¿En qué parece consistir este propósito? Veamos. Es conocido que, lo primero que hacen los revolucionarios es descabezar cualquier tipo de contradicción. Hay muchas formas de hacerlo. Los revolucionarios del 1789 en Francia inventaron la guillotina, los de Octubre de 1917 en San Petersburgo, utilizaron el pelotón de fusilamiento, lo mismo que en Cuba se aplicó el paredón. En Bolivia, la “gloriosa” revolución del 9 de abril de 1952 costó vidas humanas, control político, destierros, campos de concentración y otras violencias. No, de ninguna manera puedo imaginar que aquí se van a practicar esos u otros procedimientos salvajes con el fin de aplastar al oponente. Hay métodos menos crueles y tal vez más eficaces para borrar del mapa a la oposición.

Daré algunas pistas. Durante su campaña electoral, el candidato-presidente se le escapó esta amenaza: “Vamos a cambiar la justicia y los dos van a estar en la cárcel”, dijo al referirse a Reyes Villa y a su compañero de fórmula por supuestos delitos de corrupción. Pese a la gravedad de este anuncio, prefiero suponer que fue uno de tantos deslices oratorios hechos al calor de la tórrida campaña electoral. No obstante y previamente ya se mandó a encarcelar al pandino Leopoldo Fernández que “corrió” como candidato a vicepresidente, aunque no se le permitió salir de su encierro.

Otra de las mil y una maneras de acorralar y, si es preciso, rematar a los molestos opositores, es la investigación de fortunas. Las fortunas de “los otros”, se sobreentiende. Por ahí se encuentra o se inventa alguna irregularidad y, ¡zas!, a la cárcel. Aún más contundente es la investigación con efectos retroactivos, lo cual estaría atropellando el principio de no retroactividad de las leyes penales.

No ignoro que “profundizar la revolución” también comporta un plan de gobierno. Algo de esto se ha dicho. Lo principal: la industrialización y los programas sociales. Pues que así sea. Se han esperado cuatro años para que la industrialización fuera en serio y no quede tan sólo en declaraciones. Y sobre los programas sociales que ya han sido puestos en marcha, que sean sostenibles y que duren.

*José Gramunt
es sacerdote jesuita y director de ANF.

Fuente: http://www.la-razon.com/versiones/20091209_006936/nota_246_921703.htm

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