La concepción del buen vivir en la ideología gubernamental boliviana – H. C. F. Mansilla – 4.3.2012

El actual gobierno boliviano del Movimiento al Socialismo (MAS) afirma que la concepción del buen vivir no es un mero desarrollo alternativo entre varias opciones contendientes, sino la alternativa genuina frente a todos los modelos convencionales de economía humana. Esta calidad excepcional del buen vivir estaría garantizada por su vínculo con los saberes tradicionales de las poblaciones indígenas, que habrían estado soterrados y ocultos durante un larguísimo tiempo, subordinados a los valores normativos del orden capitalista y depredador. En general estos saberes ancestrales no son explicitados por sus expositores contemporáneos y permanecen aun hoy en una nebulosa conceptual. Se supone que son verdades elementales, profundas y auto-evidentes, que en cuanto fundamentos de las culturas aborígenes no requieren de una explicación argumentativa y discursiva, típica de la lógica occidental.

Los teóricos del buen vivir tampoco aclaran cómo estos saberes pueden ser aplicados a la praxis de sociedades urbanas (como son ahora mayoritariamente las latinoamericanas y andinas), sumidas en un proceso acelerado de modernización y expuestas de manera creciente a los valores normativos de la civilización occidental-capitalista, sobre todo en sus sectores juveniles. En los productos de sus divulgadores esta sabiduría arcaica adopta entonces un carácter esotérico, de tono oracular y estilo sentencioso y ambiguo. En el caso boliviano tenemos algunos testimonios intelectuales del buen vivir que no definen claramente el núcleo de esta concepción y que más bien construyen circunloquios complejos ─ en un lenguaje sibilino y con acento profético ─ para acercarse paulatinamente al fenómeno. Debemos a Javier Medina, por ejemplo, una aproximación al buen vivir (Suma Qamaña) que traza primeramente una prolija descripción de la cosmovisión andina para contraponerla al detestado “antropocentrismo occidental” (basado obviamente en el egoísmo individualista y en el paradigma cartesiano-newtoniano). La “caos-cosmo-con-vivencia indígena”, en cuanto base del buen vivir, estaría orientada en cambio por la moral cósmica (opuesta a la ética individual), por lo “agrario retroprogresivo” (contrapuesto a lo “urbano progresivo”) y por el principio femenino de la vida, la “totalización del sentido”, opuesto al principio masculino que es la “parcialización de sentido”. Félix Patzi Paco, ex-Ministro de Educación del gobierno de Evo Morales, localiza el buen vivir en la “economía comunitaria” de las comunidades rurales, que él califica como una “sociedad feliz y libre”, porque estaría totalmente exenta de fenómenos como explotación y alienación. En este mundo feliz no habría ni propiedad privada ni trabajo asalariado.

 

Lo que casi todos los analistas entusiasmados por el buen vivir dejan de lado es un estudio diferenciado de la problemática. En el caso boliviano, por ejemplo, es altamente probable que (1) la armonía con la naturaleza y el tratamiento conservacionista de la misma sean practicados por grupos indígenas muy reducidos y limitados hoy a las regiones selváticas amazónicas; que (2) casi toda la población campesina y aborigen de las tierras altas haya abandonado hace mucho tiempo las prácticas pro-ecológicas de sus antepasados y hoy se halle inmersa en la economía de mercado; y que (3) una buena parte de los indígenas de todas las regiones y modos de vida haga una elección racional basada en la apreciación de los costos y beneficios de su situación de origen y que emigre a las zonas urbanas modernas o directamente al extranjero para vivir mejor, que es la meta normativa legítima de la inmensa mayoría de los bolivianos.

 

Una visión sobria de las prácticas económicas concretas y cotidianas de los indígenas bolivianos puede evitar su idealización. Estos sectores poblacionales se esfuerzan por participar en los procesos modernizadores del país, que ellos los perciben como el mecanismo adecuado para progresar individual y colectivamente. Es decir: persiguen la meta muy humana de vivir mejor que sus antepasados, tener ingresos financieros más altos y compartir los padrones de consumo que les sugieren incesantemente los medios masivos de comunicación. Es probable que esta sea también la línea prevaleciente entre los indígenas de tierras bajas, que aun mantienen nexos existenciales con los bosques tropicales. Los habitantes selvícolas experimentan asimismo un proceso de diferenciación social: grupos importantes entre ellos abandonan su habitat ancestral y se van a los centros urbanos. Son, por consiguiente, más proclives a vender sus derechos sobre los bosques ─ si los hubiere ─ o, por lo menos, a pactar con los empresarios madereros y los colonizadores, y así dejan de lado las prácticas conservacionistas de sus mayores y la vida en armonía con la naturaleza. Estos procesos socio-históricos, comprensibles y usuales, nos hacen ver bajo una luz más realista la existencia cotidiana de los habitantes selvícolas e impiden un enaltecimiento fácil del clásico buen salvaje. Matizando lo dicho, hay que consignar el hecho de que bajo ciertas circunstancias los indígenas de tierras bajas protestan por las incursiones de la modernidad (carreteras, plantaciones comerciales, colonización, ampliación del sistema de transportes y comunicaciones, etc.) en detrimento de los bosques tropicales, lo que ha ocurrido en Bolivia a lo largo de 2011, pese a que estos sectores votaron mayoritariamente por el partido de gobierno en todos los procesos electorales recientes. Pero, al mismo tiempo, algunos de los grupos involucrados desearían obtener ventajas materiales tangibles a partir de su protesta, lo que debilita sólo una parte integrante de su ideología: la defensa inexorable de la Madre Tierra y sus derechos.

 

En este contexto el gobierno populista tiene desde su inicio (enero de 2006) una concepción rutinaria y convencional en torno a los actores principales del desarrollo, concepción basada en la oposición binaria: agentes activos del desarrollo vs. representantes conservadores del atraso. El Movimiento al Socialismo siempre tuvo una tendencia desarrollista y fuertemente productivista, y su discurso pro-ecológico está orientado hacia el exterior para ganar apoyos en foros internacionales. El MAS representa, en el fondo, un fenómeno tradicional en la historia social y cultural del país, por ejemplo en la reproducción de las pautas básicas de la cultura política boliviana, en la construcción de una estructura verticalista y caudillista en el interior del partido y en la generación de una élite privilegiada que no se inclina a someter sus decisiones políticas a una discusión democrática dentro del propio aparato partidario. La ruralización e indianización parciales de la estructura partidaria del MAS no han sido garantía de prácticas democráticas y menos de visiones plurales y pluralistas en el seno de la organización. La estructura del partido es muy similar al clásico sindicato agrario, verticalista y caudillista (es decir: sin democracia interna), que se formó en torno a la Reforma Agraria de 1953. En la política cotidiana los miembros del partido se han orientado por la obtención de puestos, prebendas y espacios de poder, y no por la fidelidad a abstractos ideales ecológicos. Esto no ha cambiado a partir de 2006, cuando numerosos cuadros provenientes de los estratos medios urbanos, vinculados anteriormente a los partidos tradicionales de izquierda, pasaron a ocupar las principales posiciones del Estado y del partido.

 

A lo largo de 2011 han surgido algunos problemas socio-políticos vinculados a cuestiones ecológicas, lo que produjo, por ejemplo, una dilatada protesta de los indígenas de tierras bajas contra el proyecto estatal de construir una carretera a través del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), lo que reavivó la contraposición de agentes activos del desarrollo vs. representantes conservadores del atraso, según la visión gubernamental. En la realidad los agentes activos del desarrollo son sectores relativamente amplios: empresarios de la madera y la minería de zonas tropicales, el poderoso movimiento campesino cocalero, los colonizadores provenientes de tierras altas y los ganaderos. La controversia entre colonizadores y habitantes de la selva se da entre dos grupos de indígenas, y ha generado desde hace mucho tiempo diversos fenómenos de discriminación. De acuerdo a las declaraciones gubernamentales ─ y a parte de la opinión pública ─ los representantes del atraso serían los indígenas selvícolas de los bosques tropicales y los defensores de estos ecosistemas. El funcionario de más alto rango de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Rodolfo Coraite, trazó una clara diferencia civilizatoria entre los campesinos sedentarios, portadores de la cultura, y los habitantes de la selva, los incultos que viven en la intemperie y que están llenos de plagas y enfermedades. Sólo los primeros tendrían, por supuesto, derecho a fijar las metas normativas de la evolución histórico-política., aunque ambos grupos provienen curiosamente del mismo origen indígena. Enfáticamente la CSUTCB se proclamó partidaria de la carretera a través del parque nacional TIPNIS y de las medidas modernizadoras, y expresó su oposición a la preservación de este ecosistema natural. Aquí se percibe con claridad que la vida en armonía con la naturaleza y los postulados conservacionistas son cosa de minorías (intelectuales urbanos e indígenas de tierras bajas) y que las grandes comunidades indígenas de tierras altas y de los valles mesotérmicos no tienen un interés vital en la defensa de los derechos de la Madre Tierra. Algo distinto es que la protesta de los etnias aborígenes tropicales ha podido catalizar un enorme descontento urbano en contra del gobierno populista de Evo Morales, que ha resultado ser un régimen desarrollista rutinario en el plano económico y autoritario convencional en esfera política, descontento que desembocó en múltiples manifestaciones masivas en contra del gobierno, lo que, a su vez, obligó al presidente Morales a reconsiderar provisionalmente sus planes de construcción de carreteras a través de parques nacionales protegidos por ley (septiembre-octubre de 2011).

 

El carácter rutinario y convencional del régimen populista le otorga al gobierno notables ventajas de de aplicación práctica y cotidiana, que tienen sus raíces en la cultura política del país y en sus tradiciones de manejar la esfera pública. Se trata de un fenómeno de vieja data que merecería la atención crítica de los intelectuales de la nación – lo que no va a ocurrir –, pues el gobierno actual ha sobresalido y sobresale en el uso de la astucia instrumental en todas sus operaciones importantes, desde la manipulación del Porder Judicial hasta la utilización de temas ambientales con intenciones políticas. La inclinación hacia diseños convencionales de desarrollo (con las ventajas materiales que es fácil imaginarse) seguirá adelante, pues en realidad el modelo populista nunca tuvo otros paradigmas evolutivos; desde un comienzo la ideología ecologista de la “Madre Tierra” ha servido a fines propagandísticos. Y lo rutinario del modelo se expresa en los medios empleados: la construcción de la carretera a través del TIPNIS se hará mediante una consulta popular que ganará el gobierno y que contará probablemente con un cierto apoyo de la población involucrada, que no está en condiciones, como la mayoría de los sectores sociales, de concebir soluciones de plargo plazo (como la conservación efectiva de los ecosistemas naturales) que vayan más allá de intereses sectoriales específicos.

Enviado por el autor H. C. F. Mansilla [hcf_mansilla@yahoo.com]

Hugo Celso Felipe Mansilla Ferret, más conocido como H.C.F. Mansilla, nació en La Plata, Argentina el 17 de noviembre de 1942. Ciudadanías argentina y boliviana de origen. Estudió ciencias políticas y filosofía en la Universidad Libre de Berlín. 1973 Promoción doctoral en filosofía por la Universidad Libre de Berlin (magna cum laude). 1976 Concesión de la venia legendi (habilitación para cátedra titular de ciencias políticas para el sistema universitario alemán). Miembro correspondiente de la Real Academia Española desde 1987. Miembro de número de la Academia de Ciencias de Bolivia y de la Academia Boliviana de la Lengua. Catedrático visitante en universidades de Alemania, Australia, España y Suiza.

H.C.F.Mansilla, ha elaborado una teoría crítica de la modernización, que es un intento de aplicar la teoría crítica de la sociedad (proveniente de la Escuela de Frankfurt) a la realidad de los países del Tercer Mundo, combinada con una reflexión sobre el medio ambiente y una crítica de la cultura política del autoritarismo. Su teoría explora los vínculos entre las metas normativas de desarrollo (a menudo de carácter obvio), la compleja identidad colectiva y los modelos de autocomprensión que han elaborado los propios intelectuales del Tercer Mundo. De acuerdo a Mansilla, la mayoría de los esfuerzos modernizantes en el Tercer Mundo pueden ser considerados como una imitación mal lograda de los paradigmas occidentales. El renacimiento de ideologías y prácticas indigenistas y nativistas tendría una función ornamental-ideológica. Mansilla, que también ha publicado en alemán una teoría crítica del poder, es uno de los pocos intelectuales en América Latina que sustenta una opinión escéptica sobre los fenómenos de modernización y globalización y acerca de las corrientes postmodernistas.

Ha publicado cerca de 50 libros y más de 300 artículos, dispersos en revistas de más de 20 países. Sus libros han aparecido en Alemania, España y países latinoamericanos. También es autor de algunas obras de ficción, publicadas en Bolivia. Es colaborador permanente del portal político iberoamericano e-lecciones.net

[editar] Selección de Libros

  • Introducción a la teoría crítica de la sociedad, Barcelona: Seix Barral 1970;
  • Faschismus und eindimensionale Gesellschaft [Fascismo y sociedad unidimensional], Neuwied / Berlin: Luchterhand 1971;
  • Entwicklung als Nachahmung. Vorarbeiten zu einer kritischen Theorie der Modernisierung (Desarrollo como imitación. Prólogo a una teoría crítica de la modernización), Meisenheim: Hain 1978;
  • Nationale Identität, gesellschaftliche Wahrnehmung natürlicher Ressourcen und ökologische Probleme in Bolivien, [Identidad nacional, percepción social de recursos naturales y problemas ecológicos en Bolivia], Munich: Fink 1985;
  • Die Trugbilder der Entwicklung in der Dritten Welt. Elemente einer kritischen Theorie der Modernisierung [Las imágenes engañosas del desarrollo en el Tercer Mundo. Elementos de una teoría crítica de la modernización], Paderborn / Zurich / Viena: Schöningh 1986;
  • Los tortuosos caminos de la modernidad. América Latina entre la tradición y el postmodernismo, La Paz: CEBEM 1992;
  • Ursachen und Folgen politischer Gewalt in Kolumbien und Peru (Causas y consecuencias de la violencia política en Colombia y Perú), Frankfurt: Vervuert 1993;
  • Harmoniebedürfnis und Verewigung von Herrschaft. Elemente einer kritischen Theorie der Macht [Necesidad de armonía y perpetuación del dominio político. Elementos de una teoría crítica del poder], Hamburgo / Münster: LIT 1994;
  • Tradición autoritaria y modernización imitativa. Dilemas de la identidad colectiva en América Latina, La Paz: Plural / Caraspas 1997; Tradición, modernidad y postmodernidad, Caracas: CIPOST / UCV 1999;
  • La difícil convivencia. Diálogos sobre la conformación de una sociedad razonable, La Paz: Caraspas 2000;
  • Zur Theorie der dauerhaften Entwicklung in Lateinamerika [La teoría del desarrollo sustentable en América Latina], Eichstätt: Katholische Universität Eichstätt 2000;
  • El carácter conservador de la nación boliviana, Santa Cruz: El País 2003;
  • Aspectos rescatables del mundo premoderno, Santa Cruz: El País 2007;
  • Problemas de la autonomía en el Oriente Boliviano. La ideología de la Nación Camba en el espejo de las fuentes documentales, Santa Cruz: El País 2007;
  • Teoría crítica, medio ambiente y autoritarismo. La modernización y sus dilemas. Los diez mejores ensayos del autor, Santa Cruz: El País 2008;
  • Memorias razonadas de un escritor perplejo, Santa Cruz: El País 2009.

[editar] Novelas

  • Laberinto de desilusiones, 1983;
  • La utopía de la perfección, 1984;
  • Opandamoiral, 1992;
  • Consejeros de reyes, 1993.

[editar] Referencias

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