Sin cemento, sin cimiento… – Gary Antonio Rodríguez A. – 23.2.2012

Según el Instituto Nacional de Estadística, las exportaciones de Bolivia lograron un nuevo récord el 2011 superando los 9.000 millones de dólares. Las importaciones hicieron lo propio, trepando a 7.600 millones. Lo malo es que si bien el saldo comercial fue positivo, ha empezado a caer porque el país importa a un ritmo mayor que el que exporta, algo potencialmente peligroso.

Stricto sensu, importar no es malo pues ello puede significar que un país tiene dinero suficiente; que su especialización le lleva a comprar lo que no produce o produce insuficientemente; o que puede comprar más barato en el extranjero. El problema se da cuando un país se acostumbra a importar; cuando las divisas escasean; cuando se compra caro para vender barato; o cuando se importa lo que se puede producir internamente.

Sustituir la importación con producción nacional siempre será bueno. ¿No habría más empleo si produjéramos por nosotros mismos los más de 1.000 millones de dólares en combustibles y lubricantes, cerca de 600 millones en alimentos y bebidas, y casi 450 millones de dólares en materiales de construcción –entre ellos “clinker” y cemento– que importamos el 2011? En relación a los combustibles y alimentos ya escribí antes. Ahora me referiré al sector de la construcción, que se lleva la flor por su alta tasa de crecimiento gracias a las remesas del exterior, la inversión pública, el refugio inmobiliario, etc. La pregunta que me hago es: con semejante industria cementera que genera casi 25.000 empleos directos e indirectos, ¿por qué el anuncio de importar decenas de miles de toneladas de cemento, si antes nos autoabastecíamos?

Importar nos hace dependientes. ¿No deberíamos buscar también la ansiada soberanía en este campo? ¿No es una hermosa prueba de que los bolivianos podemos solucionar por nosotros mismos nuestras necesidades, el gigantesco cilindro y las partes metálicas por más de 1.200 toneladas que construyó la Metalmecánica Carlos Caballero SRL para la fábrica de cemento de Viacha?

Si el país crece y si la inversión pública se ejecutará como se dice, la demanda de cemento subirá. ¿Por qué regalar nuestro mercado a la producción extranjera? Garantícese la materia prima (acceso a concesiones mineras), el gas y la energía eléctrica, y la seguridad jurídica a quienes tienen la experiencia, capacidad financiera y tecnológica, y con seguridad sobreabundará el cemento en el país ¡y hasta podría bajar el precio!

A propósito de seguridad jurídica, ¿sabía usted que la cementera mexicana Cemex recibió del Gobierno de Venezuela una compensación de 600 millones de dólares por la nacionalización de sus activos, además de la cancelación de 154 millones en cuentas por pagar de sus subsidiarias en ese país? (CNN Expansion.com, 31/Ene/12). Especialistas en inversión dijeron que la compensación significó 6,4 veces el valor Ebitda (flujo operativo) de Cemex. Si lo hizo Venezuela, ¿por qué no aplicar igual método para la Fancesa nacionalizada y concluir este problema?

Volviendo al tema, importar cemento y gastar divisas para financiar empleos en el exterior, no es inteligente. Importar clinker será mejor en tanto se corrigen las condiciones para producir cemento boliviano para los bolivianos. Eso sí, si el Estado quiere jugar a empresario, entonces deberá compartir también el costo de importar un clinker caro, en vez delimitarse a lucrar del mercado vendiendo su producto a un precio no barato, ¿no le parece?

El autor es economista y Gerente General del IBCE

 

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