Idiomas: Una vuelta a las culturas nativas – EL DEBER EXTRA – 5.2.2012

En Bolivia hay 36 lenguas nativas oficialmente reconocidas, de las cuales solo el aimara, el quechua y el guaraní tienen una cantidad considerable de hablantes, entre las demás HAY VARIAS QUE SE ENCUENTRAN EN RIESGO de DESAPARECER. Lingüistas, antropólogos e indígenas consideran que antes de enseñar las lenguas nativas hay que revalorizar las culturas originarias

 

 

Texto: Paura Rodríguez Leytón Fotos: Rodrigo Urzagasti

 

Bherta Pizarro es un persona trilingüe: habla con la misma facilidad aimara, quechua y español. Tiene 48 años y desde hace 29 vive en la ciudad de Santa Cruz. Aprendió aimara y quechua cuando era niña, de sus abuelas, cuando vivía en La Paz, en la provincia Aroma, donde nació.

Bertha tiene un puesto de venta de mocochinchi y dulces en la puerta del campus universitario, debajo del puente peatonal del segundo anillo. Es conocida entre los universitarios por su buen humor y porque ayuda a varios a realizar traducciones. Acuden a ella los estudiantes de Pedagogía, Filología y Sociología que necesitan resolver tareas relacionadas con los idiomas nativos.

 

 

Para Bertha, hablar lenguas originarias es cosa de cada día, además de compartir con los estudiantes; también lo hace cuando va de compras. Ella tiene claro dónde se habla: en el Abasto, quechua; en la feria de Barrio Lindo las compras se hacen en aimara. En La Ramada hablan los dos idiomas nativos del occidente.

Las variaciones que presentan el aimara y el quechua en las tierras orientales son objeto de estudio pendiente para la carrera de Lingüística de la Universidad de San Andrés, en La Paz. Su directora, Virginia Coronado, explica que hay mucho que estudiar de las lenguas nativas y que es una preocupación de todas las carreras que enseñan idiomas en el sistema universitario público del país, el modo en que se aplicará la enseñanza de los idiomas nativos en el sistema educativo.

 

Primero está la diversidad de idiomas que hay en el territorio. Se reconocen oficialmente 36 lenguas , de las cuales las que tienen mayor cantidad de hablantes son el aimara, el quechua y el guaraní. Las demás tienen una cantidad parlante minoritaria y varios requieren un proceso de revitalización.

 

Coronado explica que a los lingüistas y profesores de idiomas les preocupa la existencia de una limitación curricular para enseñar lenguas nativas. Indica que, más allá de la ley, se debe hacer un rescate de las lenguas y establecer un sistema de escritura hasta ahora ausente pues estas se encuentran en una etapa oral. Un proceso largo y sistemático en el que tienen que participar lingüistas, sociólogos y antropólogos.

 

Coronado explica que la mayoría de las lenguas nativas se encuentra en el oriente y hay varias en riesgo de desaparecer porque los hablantes son minoría. No es un fenómeno de ahora. A lo largo de la historia boliviana se ha producido una desvalorización de las lenguas maternas. Reavivarlas significa, principalmente, que sus hablantes se sientan orgullosos de ellas y que las transmitan a sus hijos.

 

El antropólogo alemán Jürgen Riester, especialista en pueblos indígenas de las tierras bajas del oriente, tiene una mirada coincidente; sin embargo, explica que la realidad no es favorable, pues en varias zonas la introducción de la enseñanza de lenguas vernáculas provoca resistencia de los propios nativos, pues por mucho tiempo se les ha dicho que hablar el idioma nativo “es ser opa, atrasado y significa no participar en la vida social del país y, por ello, los padres no socializan con ellos en sus propias lenguas”.

 

Hay pueblos más fuertes como el guaraní o los quechuas, aclara Riester, pero otros sufrieron mayor opresión como los chiquitanos. Indica que en Lomerío, un verdadero enclave chiquitano, actualmente el uso del idioma nativo se ha reducido dramáticamente e incluso se puede decir que ha bajado hasta un 10%.

 

 

Para Riester, las enseñanza de los idiomas nativos no pasa solo por impartirlas en el aula, sino por la revalorización y el conocimiento de las culturas nativas. Como una propuesta a esta teoría, desde 2003, la ONG Apoyo Para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (Abcop), dirigida por Riester, produce y difunde material audiovisual sobre los distintos pueblos indígenas de Bolivia. Este trabajo, que comenzó como una iniciativa pequeña, actualmente espera llegar a 600.000 estudiantes de todo el país con información sobre las culturas ayoreode, chiquitana, guaraya, isoseño-guraní, aimara, afroboliviana y quechua, mediante un convenio con el Ministerio de Educación.

 

UNA VENTAJA PARA LA EDUCACIÓN

Desde la perspectiva pedagógica, la enseñanza en idioma materno será una ventaja que facilite el aprendizaje. Así lo piensa Fernando Pérez, director del Instituto Radiofónico Fe y Alegría de Santa Cruz, que señala que después de más de una experiencia de 30 años de alfabetización en español, este sistema cambiará toda su metodología para realizar una alfabetización en idiomas nativos.

Alfabetizar en la lengua vernácula dará mejores resultados, opina Pérez, porque los estudiantes se acercarán a la escritura en su idioma. También considera que ayudará especialmente a las mujeres indígenas, que en su mayoría son monolingües (solo hablan su lengua nativa) pues no tienen oportunidad de aprender el español.

 

LA EXPERIENCIA AYOREA

Los niños ayoreos que viven en la ciudad de Santa Cruz en la comunidad Degüi ya tienen una experiencia de enseñanza bilingüe, pues mediante un proyecto de Abcop su escuela Juan Degüi tiene una profesora que es ayorea y les enseña en su idioma; además de otra profesora que les educa en español.

La directora de la escuela, Silvia Achipa, explica que el trabajo de la profesora ayorea tiene especial valor para los niños que ingresan por primera vez a la escuela; pues estos no entienden casi nada de español, pero que ya en los siguientes grados los estudiantes se desenvuelven bien en ambos idiomas.

 

De acuerdo con Silvia, pese a la ventaja de una eseñanza bilingüe, los resultados de la gestión 2011 no fueron favorables, porque de 72 alumnos inscritos, 31 reprobaron. La educadora explica que existen otros factores que influyen en este resultado y tiene directa relación con el modo de ser de los ayoreos. Indica que los padres ayoreos que no han tenido una educación escolarizada, y que son la mayoría, no comprenden la necesidad de que sus hijos estudien o que asistan regularmente a clases; por ello, viajan con ellos durante meses y casi nunca les hacen seguimiento a sus tareas. Sin embargo, se ha observado que los padres que están estudiando en el CEMA (colegio nocturno) y los que ya salieron bachilleres, tienen otra perspectiva. Hasta ahora, hay nueve bachilleres ayoreos.

 

LOS CAMBIOS CULTURALES

Pedro Moye habla el idioma trinitario, nació en Beni y actualmente es el director ejecutivo del Consejo Educativo Amazónico Multiétnico. Considera que la enseñanza de los idiomas debe hacerse desde el corazón de los pueblos indígenas y no como una imposición de fuera. Piensa que se debe trabajar en un proceso de intraculturalidad, que para él es un mecanismo de autorreconocimiento de la identidad y de autoidentificación de las culturas.

 

Explica que los pueblos originarios se encuentran en constante cambio y, por lo tanto, los idiomas también están cambiando. Señala que en el oriente había pueblos que antes no se juntaban, pero que ahora por ejemplo, es habitual ver que un yuracaré se case con una trinitaria, o un trinitario con una chimán. También indica que en la Amazonia hay trinitarios que se casan con quechuas y los quechuas aprenden el idioma trinitario porque se quedan en el territorio de esta cultura. Hablar en los idiomas nativos, para Moye, es revalorizar toda la cultura y por ello, indica, que existe la instrucción de que todas las familias indígenas nombren a su primer hijo o hija en su idioma nativo. Es así que hay varios niños que tienen el nombre de Sache que significa Sol, la luz de la vida; Öe, que significa arcoíris, belleza de la naturaleza. O Une que es nombre para mujer y significa Agua de la vida.

Para Moye, el revalorizar las lenguas nativas es una fortaleza de las culturas, pero esto no significa que no se utilice las nuevas tecnologías o que los indígenas se cierren a otros conocimientos. Por ejemplo, él señala que le gustaría aprender inglés y también admite que en la ciudad muy pocas veces habla su idioma nativo, es el español el que más habla.

 

TESTIMONIOS

 

Mi lengua materna significa dolor

José Chumacero / Profesor jubilado

Mi lengua materna es el quechua, pero casi nunca la hablo, ni jamás quise enseñársela a mis hijos, porque para mí significó mucho dolor y por mucho tiempo me avergoncé y renegué de ella. Todavía ahora que soy viejo me doy cuenta de que la hablo en voz baja, como para que nadie me escuche.

Cuando era niño hablar en quechua era como un gran pecado para la profesora que teníamos. Nos prohibió hacerlo y las amenazas de lavarnos la boca con jabón se cumplieron en mi caso y en el de otros niños que se atrevieron a hablar en ese idioma. Era antes de la Revolucción del 52 y los niños que habíamos nacido en el campo pero que fuimos a estudiar a la ciudad, sufrimos mucho el estigma de nuestro idioma. Nos llamaban indios y nos decían que no teníamos que pronunciar ese idioma sucio.

Ha pasado mucho tiempo y las cosas han cambiado. Mis hijos me reclaman por qué no les enseñé quechua, los dos son médicos y tuvieron que hacer unos cursos para tener sus títulos, ya que ahora les piden que sepan un idioma. Viendo todo eso, yo he decidido hablar en quechua con mis nietos, a ver si aprenden algo.

 

El guaraní nos recuerda la niñez

Rosario Guerrero / Docente

En casa todos hablan guaraní y nos sentimos orgullosos por eso. Pero no siempre fue así, tuvo que pasar mucho tiempo para que las lenguas nativas se revaloricen y se las respete. Mi familia es de El Ingre nosotros crecimos en el Chaco y allí la convivencia con los guaraníes es cotidiana. Mi padre era ingeniero agrónomo y nos criamos jugando con muchos niños guaraníes; entonces, sabemos el idioma, para nosotros es una lengua tan familiar como el español y también es muy íntima, porque nos remite a nuestra infancia, a los juegos, a la comida que nos gusta y a los mejores y más tiernos recuerdos. Hace muchos años que ya no vivo en el Chaco, pero cuando nos reunimos en familia para tomar un mate, hablamos en guaraní y entonces la conversación fluye.

He intentando transmitir este idioma a mis hijos, pero es un poco difícil. En la ciudad las cosas pasan muy rápido pues estamos todo el día en el trabajo y por la noche llegamos cansados, apenas nos vemos entonces conversamos solo en español.

Sin embargo, creo que tendríamos que hacer un esfuerzo para que ellos aprendan ese idioma maravilloso, que permite una perspectiva distinta de la vida y también de la naturaleza.

 

No hemos dejado de hablar aimara

Vito Choque / Comerciante de ropa

Vivimos en Santa Cruz desde hace casi 30 años y no nos hemos olvidado de hablar el aimara, aunque solo lo hacemos en la casa o entre nosotros, cuando nadie más nos está viendo, porque cuando lo hacemos delante de la gente se nos burlan y nos miran mal.

Hablamos en aimara cuando nos encontramos con los parientes y también cuando tenemos que resolver temas de dinero, de negocios, así nos entendemos mejor y llegamos a buenos acuerdos los negocios los hablamos en aimara con nuestros paisanos. También hablamos aimara en las fiestas, para la entrada del 16 de julio, en el preste y cuando hay algún entierro de nuestros parientes o amigos. Nuestros hijos que han nacido aquí también hablan aimara, pero yo veo que ya no le tienen tanto cariño ni apego como nosotros. Lo hacen con nosotros porque somos sus padres, pero entre ellos prefieron comunicarse en castellano. Además, al aimara también le dan otra entonación como ellos ya hablan como cambas, entonces a ellos el aimara les sale distinto. Hay palabras que yano pueden pronunciar como nosotros, entonces los mayores critican a los chicos y los tratan y les dicen que se están olvidando de lo que son, pero también les dicen que tienen que ser mejor que ellos.

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