El futuro de Europa – IGNACIO FERNÁNDEZ TOXO / EL PAIS.es – 31.12.2011

La Unión Europea es, antes que nada, un gran proyecto político y económico de integración de pueblos con una cultura común que, entre sus amplios objetivos, intenta superar los conflictos armados sufridos en tiempos pasados. Un proyecto con una dimensión económica y social determinante para intervenir en el potencial de crecimiento y en el sostenimiento del modelo social europeo, factores decisivos para garantizar la calidad de vida de los millones de personas que forman parte de la Unión Europea.

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La UE necesita plena movilidad de mano de obra y transferencias de nivelación entre países Precisa un presupuesto propio de mayor dimensión y políticas comunes más amplias

Establecida la libre circulación de las mercancías y de los factores de producción (en la práctica, bastante más del capital que del trabajo), la creación de una moneda única era una decisión lógica para avanzar en la unión económica. La ambiciosa decisión política de crear el euro, sin embargo, no estuvo acompañada de los necesarios instrumentos de gobierno, de forma que con el paso del tiempo, el mal uso de las atribuciones por los países, el insostenible sistema de toma de decisiones y la aparición de una fuerte crisis financiera y productiva han puesto en evidencia las deficiencias, concretadas en la capacidad de algunos países para competir en la venta de sus productos y, posteriormente, en las presiones sufridas sobre el acceso y el precio de la financiación de su deuda (pública y privada).

La difícil situación actual conjuga problemas identificados con distintos momentos de la historia reciente. La disponibilidad de tipos de interés reducidos y abundante dinero en circulación en todo el mundo permitieron acumular mucha deuda en el pasado reciente, que en el caso de algunos países europeos es muy superior a la que habría conseguido de no pertenecer a la zona euro. Ahora, los problemas de financiación de la deuda presionan a algunos países con repercusión sobre la moneda única, en un contexto de reducida actividad productiva, incluso en los países que en teoría tienen menores desequilibrios macroeconómicos. El proceso de reducción de déficit y deuda en tiempo limitado favorece la recesión en el conjunto de la zona, y las perspectivas de bajo crecimiento retroalimentan la negativa situación.

- Economía y democracia

La tarea es compleja si se trata de elegir medidas que permitan dar solución a los problemas. Es preciso mejorar la confianza de los inversores y de la población mediante normas que garanticen un comportamiento austero y eficiente en el uso de los recursos públicos (política fiscal), pero a la vez es necesario disponer de márgenes para no provocar una desaceleración de la economía. El proyecto tiene que ser reforzado con una serie de medidas aplicadas desde un planteamiento global. El reforzamiento del control europeo de las cuentas públicas debe ser compatible con la soberanía nacional sobre su dimensión y contenido, mientras elimina, o por lo menos reduce significativamente, las malas prácticas utilizadas por algunos Gobiernos, de forma que se aumente la confianza mutua. La desaparición del riesgo de endeudamientos excesivos y continuos permitiría profundizar en el uso de instrumentos conjuntos de protección para eliminar tensiones como las actuales: el Banco Central Europeo como prestamista de última instancia, el mecanismo de estabilización para ayudar a los países con problemas coyunturales e, incluso, la emisión cooperativa de deuda (los famosos eurobonos).

La compleja y difícil situación actual, donde la recesión es algo más que una posibilidad, demanda medidas específicas para mantener e incrementar la actividad productiva, por lo que los países con márgenes fiscales deben desempeñar un papel más dinámico, y los que no los tienen deben realizar una política fiscal que garantice la sostenibilidad de las cuentas públicas, deben disponer igualmente de una ampliación temporal de los plazos para evitar una situación en la que solo el pago de los intereses está aumentando el volumen de deuda en relación con su riqueza.

Y en la actual coyuntura irrumpe un debate no menor sobre la relación de la economía con la democracia. Somos conscientes de la creciente presencia de los centros de poder económico y financiero en el debate democrático, de su potente red clientelar en el escenario político e institucional. Sería una temeridad despreciar, en plena crisis de las economías europeas, las opiniones que operan en el ámbito de las relaciones económicas y financieras. Pero creo irrenunciable preservar el valor de la política y la democracia para diseñar y decidir las políticas necesarias que nos acerquen a una salida más equilibrada de la crisis. Al fin y al cabo, constituye una inmoralidad que las ideas, grupos y personas que provocaron la crisis marquen ahora el camino de salida.

La relación entre los problemas de las entidades financieras y de la deuda acumulada es evidente, entre otras cuestiones, porque las entidades de los países más grandes no solo superaron la prudencia necesaria con la compra de activos tóxicos norteamericanos, sino que también lo hicieron al financiar los desequilibrios en la balanza de pagos de países miembros. Es preciso, por tanto, encontrar solución a la sequía crediticia con medidas de carácter supranacional.

- Un nuevo contrato social

Alcanzar la unión económica y monetaria necesita de avances adicionales. Las zonas monetarias necesitan de plena movilidad de la mano de obra -difícil en la actualidad debido a la barrera que suponen los idiomas-, pero también de transferencias de nivelación entre países para colaborar a mejorar la convergencia de los territorios en la capacidad de generar riqueza. En esta línea, la Unión Europea necesita de un presupuesto propio de mayor dimensión y con una relación más amplia de políticas comunes.

El pacto fiscal, las políticas redistributivas de la riqueza y el derecho laboral y la negociación colectiva han sido los pilares del más prolongado periodo de progreso y democracia en Europa. Considero esencial mantener y desarrollar estos valores que han definido el modelo social europeo y que contribuirán a salir antes y de manera más justa de la crisis. Por otro lado, CC OO, junto al movimiento sindical europeo, rechaza el giro político del Consejo de Europa de mayo de 2010 del que se han derivado políticas de austeridad basadas en el recorte del gasto público, políticas consagradas en el plan de gobernanza económica y el pacto por el euro plus. Ello ha supuesto una caída brusca del crecimiento y un aumento del desempleo, especialmente en aquellos Estados con mayores recortes presupuestarios.

La crisis por la que atraviesa la Unión Europea ha llevado a la Confederación Europea de Sindicatos a promover un nuevo contrato social y económico con la activa participación de los interlocutores sociales. Un nuevo contrato social que aborde el empleo, los salarios, las pensiones, la protección por desempleo, la educación y la salud.

En este contexto, una hipotética y nada deseable ruptura del euro sería una tragedia no limitada a los países denominados periféricos. Todos sufrirían las consecuencias de una situación muy difícil de prever, en la que se sumarían la falta de confianza derivada de la desaparición de activos nominados en una moneda fantasma y cambios sustanciales en las reglas y precios de competencia entre los propios países miembros. -

Ignacio Fernández Toxo es secretario general de CC OO.

 

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/futuro/Europa/elpepueconeg/20120101elpneglse_18/Tes

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