Catedra en tiempos plurinacionales, una experiencia – H.C.F. Mansilla – 16.10.2011

H.C.F Mansilla / Escritor, filósofo y politólogo «Necesitamos autoengañarnos para sobrevivir» ‘El carácter conservador de la nación boliviana’ fue uno de los libros más vendidos en el campo de las ciencias sociales durante el año 2004. En el marco de la sexta Feria del Libro, su autor dialogó con el público

(Felipe Mansilla) di una conferencia larga en la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Fue un acontecimiento kafkiano. La cosa empezó con dos horas de retraso. Nadie se disculpó. Debe ser lo normal en El Alto. Llegué  a la Upea a las 17:00, mi conferencia empezó a las 19:00 y la discusión terminó a las 22:00, en medio del frío y del ambiente cargado (?) de salón-auditorio, que era enorme, feísimo y, sobre todo, deprimente.

La UPEA tiene un areal muy extendido: varios manzanos en El Alto. Unos quince 15 edificios nuevos, de colores brillantes y arquitectura aceptable. Pero todos decorados con frescos (grandes pinturas murales a la mexicana) con figuras horribles como motivos iconográficos: hombres y mujeres gritando, rostros amenazadores, caras feísimas, todos descontentos con su destino. Todos los personajes en los frescos parecen resentidos sociales.

 

Poco a poco fue llegando gente, mucho después de mi comienzo. Empecé a hablar, por consejo del que me invitó, ante un auditorio totalmente vacío. Poco a poco la gente comenzó a llegar, a circular y a salir. Eran unas 500 personas, un lugar de iluminación mortecina. Todo el mundo entrando y saliendo, comiendo, hablando, telefoneando, atrás besándose, nadie me escuchaba. La testera también cambió totalmente: salvo yo, los integrandes del final no eran los del comienzo. Exactamente como el público.

 

Ante mi pregunta por el movimiento, el director de la carrera de sociología de la UPEA mi dijo: Los alteños somos muy enérgicos y muy dinámicos. Por las dudas no contesté nada.

 

En la testera se sirvió un apthapi: una comida popular. Yo no probé nada. Había que comer la carne, llena de ají y cebollas, con las manos.

 

Durante la larguísima ronda de preguntas y respuestas (20:00 – 22:00) el público me hizo una sola pregunta: Cuál es el instrumento exacto y preciso,  aplicable en todas las ciencias sociales e históricas, que se pueda aprender rápida y seguramente, en todas las circunstancias y disciplinas? Yo, ingenuamente, hablaba de la duda y el cuestionamiento como camino de la ciencia, pero eso les parecía vaporoso, inexacto, anticuado y sobre todo, liberal (la mala palabra par excellance de El Alto y de los indígenas del país). Hablé bastante del comienzo de la filosofía griega y del método cuestionador-irónico de Sócrates, pero esto parecía enfurecer cada vez más al distinguido público. Hasta que al final, por una casualidad, me di cuenta de que el público pensaba en un oscuro profesor de sociología teórica, Sócrates Paredes, que aparentemente es algo confuso y repetitivo.

 

Ergo: Nadie en el fondo me escuchó ni menos entendió.

Así estoy ahora algo deprimido.

Enviado por el autor H. C. F. Mansilla [hcf_mansilla@yahoo.com]

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