ACTORES Y SALTIMBANQUIS – Ovidio Roca – 9.10.2011

El mundo entero es un escenario,
Y todos los hombres y mujeres, simples actores:
Tienen sus salidas y sus entradas;
Y un solo hombre, en su momento, representa muchos personajes.
William Shakespeare

Los actores romanos, igual que antes los griegos, salían a escena con el rostro cubierto por una máscara que servia para representar y destacar el papel que el actor desempeña en el drama, y además amplificar el sonido de la voz. Los romanos llamaban a esta mascara, persona (de per sonare, sonar a través de).

La mayoría de las personas, al igual que los actores, llevamos una “mascara”, es decir, algo asumido, que no es propio de uno, algo que no es sustancial sino añadido. En base a su personaje, el actor establece sistemáticamente un papel, compone una partitura vocal y gestual en la que se inscriben todos los indicios de su comportamiento, verbales y extraverbales, lo que proporciona al espectador la ilusión de que se halla ante una verdadera persona; se hace pasar por una persona verdadera, parecida a las que frecuentamos diariamente y con las que nos podemos identificar; pero finalmente todos sabemos que en el teatro, es ilusión y disfrutamos de ello, pero en la actividad social y política es vil engaño.

El trabajo actoral es serio y  comprometido con la cultura y con la vida, pero como en todas las profesiones también los hay saltimbanquis, charlatanes, histriones y estoy pensando en los muchos bufones  que trabajan para el MAS, en esta trágica mascarada en la que nos vemos envueltos los bolivianos.

Gobernar es darle rumbo al país y asumir la responsabilidad de conducir a la nación, no se trata de usufrutuar del poder, de disfrutar del poder representando una parodia para el pueblo; se trata del compromiso de ciudadanos con valores éticos, convicción y acuerdo con la sociedad.

Lamentablemente lo que abunda en el “proceso de cambio” son oportunistas, actores de cuarta que aprovechan las oportunidades que les da el poder y cambiado de mascara interpretan el libreto que les proporciona el circunstancial Director. Ayer hicieron con voz atiplada, el papel de Defensor del Pueblo y hoy el de Represor y en este caso ejecutan a conciencia su papel denigrando y machucando al ciudadano. Antes como, funcionarios de ONGs y mientras la obra permanecía en cartelera, uno o diez años, representan el personaje que la institución que les daba de comer, les señalaba; pero cuando encontraron otro Director y este les ofreció un mejor pasar y quizá un rol mas adecuado a su sicología y deseos reprimidos, cambian de patrón y ahora actúan como el sheriff que apalea a los indios.

Lamentablemente, las más prolíficas fuentes de actores para el cruel bodrio masita, han resultado ser las ONG ambientalistas, indigenistas y los defensores del pueblo, cuyos exfuncionarios ocupan actualmente importantes parcelas de la administración pública. Hay que reconocer y destacar la versatilidad con que estos comediantes han cambiado de careta, pasado de “Defensores de Derechos humanos” a Ministro o Viceministro de Gobierno y otros que cobraron buenos sueldos por muchos años en su papel de asesores y defensores de los indígenas, actúan ahora con gran eficiencia en el personaje de masacradores de los mismos.

Shakespeare afirma: un solo hombre, en su momento, desempeña muchos personajes; y complementa pragmáticamente Santos Noco: por la plata baila el mono.

El asunto es, que para proyectar y administrar el país no necesitamos actores que transitan de un personaje a otro, necesitamos hombres y mujeres que den la cara: estadistas, políticos con convicciones, valores y principios democráticos, con experiencia y formación de trabajo, de gestión y sobre todo con credibilidad demostrada a lo largo de su vida familiar y profesional. Por sus frutos los conoceréis, dice la Biblia.

Aunque sistemáticamente se sataniza la política, ésta forma parte consustancial de la vida ciudadana. Todos participamos en política y esto no solo es correcto sino imprescindible en una sociedad democrática, pues política es lo que hace cotidianamente el ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos, con su acción, opinión, o su voto y también por omisión, cuando no participa.

 

Participar significa comprometerse, asumir responsabilidades. El problema es que aun no hemos logrado construir ciudadanía consciente y una gran parte de la población esta a la espera de alguien que les ofrezca bonos, dadivas y solucionar todos sus problemas sin que tenga que esforzarse; y de esta manera los votos van al que hace las mejores promesas. Y aquí empiezan los problemas de la democracia, pues a mayor demagogia y populismo mas votos y en estas circunstancias, propuestas serias que implican compromiso, trabajo, responsabilidad compartida, derechos y obligaciones asumidas, han dejado de ser opción electoral.

 

Hay una sola experiencia a destacar; fue cuando la anarquía y desgobierno de los grupos populistas de la UDP, llevaron al país a la mayor inflación de la historia. La desesperación del pueblo permitió que un Estadista epónimo, aplique medidas serias y responsables para evitar el cataclismo y así saco adelante el país. Navegando sobre esta bonaza y rumbo cierto, los siguientes gobernantes buscando complacer al pueblo cayeron en el populismo mas burdo hasta llegar a la crisis terminal actual. Parece que necesitamos caer al abismo y tocar fondo, para que nos animemos, aunque sea por desesperación a actuar con responsabilidad y capacidad.

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