Presos en su propia trampa – Manfredo Kempff Suárez / EJU – 1.10.2011

S.E. y el Movimiento Al Socialismo (MAS) – rimbombante “instrumento político de los pueblos” – han liquidado a Bolivia.

 

 

 

 

 

 

 

 

Se han entrampado ellos mismos, los masistas, con una Constitución parida a la fuerza, y ahora no saben cómo burlarla, como interpretarla, pero nos han embarcado a todos los bolivianos que nos oponíamos a ese mamotreto destructivo de la nacionalidad. La Constitución, que solamente pasó por la mirada ovejuna de los asambleístas en Sucre y Oruro, pero que se redactó en La Paz, es la culpable de lo que ha sucedido con los indígenas del Parque Isiboro-Securé y con lo que pueda ocurrir en el futuro en el país. Porque ahora, si se quiere construir una carretera, un gasoducto, un ingenio minero, o un proyecto turístico, ya no vale el interés del Estado sino el de los pobladores del lugar. Bolivia se ha convertido en un Estado prisionero de cientos de territorios independientes con derecho a veto sobre cualquier proyecto de desarrollo nacional, que los nuevos propietarios desestimen.

Este Gobierno ha caído en su propia trampa porque ahora quiere burlar la letra de la Carta Magna y no puede. Apela S.E. a la comprensión de los “hermanos y hermanas” o quiere, finalmente, imponer su voluntad, y se encuentra con que los “hermanos” también se cabrean. Los “hermanos” se cansaron de los embustes. S.E. en medio de gran fanfarria les anunció que eran dueños de sus territorios y los “hermanos” lo tomaron como debía ser: al pie de la letra. Ahora, Excelencia, arrégleselas como pueda, pero evite mandar a apalear y maniatar a quienes recibieron su obsequio. Esto debió hacerse en un Congreso serio, con amplio debate, sin charlatanería, atendiendo las genuinas necesidades de los indígenas, pero sin parcelar la nación.

Lo de la Constitución despatarrada va a traer múltiples problemas con los pueblos nativos, con los “originarios”, pero también traerá conflicto con el propósito desesperado de prorrogarse que tiene S.E.; con la ingenua idea que incorporando en su texto el mandato de recuperar el mar, lo vamos a lograr; con la estupidez de imponer símbolos extraños a la nación, tan innecesarios como la wiphala, que en todo el oriente de Bolivia la rechazamos porque más representa a los grupos gays del mundo entero que a los bolivianos.

Ahora que tome previsiones S.E. con la marcha indígena del Isiboro-Securé porque va a proseguir sin duda rumbo a La Paz. Y La Paz está que arde. Y cuando arde La Paz arde Troya. Que sus asesores consulten el texto de la Constitución para encontrar alguna enmienda tramposa que pueda salvarlos. Aunque los “hermanos” ya no les creen. ¿Quiere llamar a un referéndum en Beni y Cochabamba para definir el trazo de la carretera? No se puede, Excelencia, porque su Carta Magna no lo permite. Antes de meter la pata se debió consultar a los yuracarés, mojeños y chimanes, que según la Constitución que S.E. impuso, son los únicos dueños de la zona. Así había sido nomás. Por lo tanto, los cocaleros del Chapare no podrían votar en ese referéndum. Es el “cambio” que el MAS nos dejará como conflictiva herencia: un país tribal.

Seguirá indignado S.E.; seguirá cayendo algún ministro, viceministro o jefe policial; se continuarán echando culpas unos a otros; habrá más traiciones; pero los “hermanos” están cabreados de verdad. Ya no pueden ver a S.E. ni en pintura, como tampoco a aquél que con aire de cura de pueblo y vocecilla de alcoba había tenido alma de diablo y se tuvo que ir; o con el otro ministro ojoso, ahijado de una ONG, al que los “hermanos” también lo quieren ver en el banquillo del acusado.

Ha pedido perdón S.E. a los “hermanos y hermanas” pero en mal tono, con mala cara. Lo ha hecho por cumplir. Se notaba tanta ira en sus palabras que no habrá convencido a los apaleados del domingo pasado. Ni siquiera fue sincero en el tema de la carretera. Es lógico que si existe una carretera en plena construcción, por clandestina que sea, debe costar mucho detenerla, peor todavía cuando ya se han establecido los onerosos costos, por kilómetro, de la misma.

Tampoco estuvo amable con los periodistas a los que, como siempre, les echó la culpa de que “dramatizaron” en informar sobre la zurra cruel contra los marchistas. En eso tiene razón porque sin los periodistas en el camino a Yucumo, nadie hubiera visto los garrotazos que repartieron los policías. Son los mismos periodistas a los que S.E. recurría quejándose de la violencia de los gobiernos de antaño, los mismos que lo llevaron a las alturas del poder que no mereció tener nunca.

Lo que parece realmente cínico es eso de que: “…hay gente de la oposición que no acepta que en Bolivia un dirigente indígena haya asumido la Presidencia…”. ¡Qué desfachatez! Si S.E. lo hubiera dicho en su primer mes o año de gobierno, vaya y pase. ¡Hace seis años que la gente de la oposición aguanta al dirigente indígena! ¡Hace seis años que S.E. se queja por todas partes de su condición de indiecito despreciado! Lo que no se le va a aguantar es que, quejumbroso como le gusta mostrarse, quiera quedarse otros seis años más. Ahí va a tener razón si todos se le ponen al frente saturados de tanta bellacada y tanto daño cometido contra el país. Pero eso no será por ser indígena, sino por ser mal gobernante.

http://eju.tv/2011/10/presos-en-su-propia-trampa/

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