Enfermedad del Milenio – 19.09.2011.

Ciro Añez Núñez

En fecha 06 de abril del año 2.001, según informe del presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría (AMP), el español Juan José López Ibor, con motivo del Día Mundial de la Salud, declaró que en el año 2020, la depresión será la primera causa de baja laboral en los países desarrollados y la segunda enfermedad más frecuente en el mundo.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre el 4 y el 6 % de la población requiere de tratamientos psiquiátricos, entre el 8 y el 10 % de la población requiere de tratamientos psicológicos. El resto de la población (84 al 86 %) requerimos de apoyo emocional.

Más datos informan, que la depresión afecta en el mundo a unos 340 millones de personas, y en España a unos tres millones, ocasionando estragos económicos y descenso de productividad en los afectados.

El informe de la AMP estableció que de cada cuatro personas que nacen, una pasará por un periodo depresivo a lo largo de su vida, del que la mayoría, alrededor de un 80%, se recuperan a los dos o tres meses de tratamiento.

Como medidas preventivas, recomiendan mantener un ritmo de vida regular, sobre todo en la hora de dormir, hacer ejercicios, fomentar la compañía, la comunicación y evitar el estrés.

En el año 2004, el psiquiatra Pedro Bustelo informó que en Uruguay se registraron “9.000 casos de muerte por depresión frente a 1.100 de sida, durante los últimos 18 años. Entonces la depresión mata 9 veces más que el sida”.

Según estudios de Melinda Wenner (2009) se estima que las dos terceras partes de quienes se quitan la vida sufren depresión; y, según  Joachim Marschall (2009) considera que los parientes de los suicidas tienen un riesgo más elevado (hasta cinco veces más) de padecer tendencias al respecto.

Bolivia, ya ha experimentado (hace varios años atrás) las consecuencias de esta enfermedad pues ella está afectando no solo a personas adultas sino principalmente a nuestra juventud.

La enfermedad del alma, esta empezando a cobrar vidas; señal de las secuelas que deja la insensible avaricia, los cambios acelerados en la forma de vida y la lenta ruptura de las estructuras sociales.

En nuestro país, cada cierto tiempo escuchamos noticias sobre “suicidios homicidios” y muchos de los casos son considerados por motivos pasionales. Lo más preocupante es cuando las víctimas de la depresión son los adolescentes y esto principalmente se debe a una evidente falta de orientación.

El psiquiatra nicaragüense Javier Martínez señala que los problemas depresivos se originan por muchos factores, entre ellos: porque el sostén de algunos jóvenes ha desaparecido, la familia sufre una erosión permanente, el aumento del índice de divorcios, el poco tiempo que los padres dedican a sus hijos, los hijos no conocen a sus familiares, la pérdida de todas estas fuentes de autoidentificación los hacen susceptibles ante la depresión; además, estos mismos factores influyen al crecimiento de una lacra social denominada pandillas  (asociaciones juveniles delictuosas dedicadas a la afectación de los bienes jurídicos: vida, integridad física y propiedad privada) incentivadas por la ociosidad y el vicio (drogadicción y alcoholismo).

Habiendo transcurrido más de diez años del informe de la Asociación Mundial de Psiquiatría, todo apunta lamentablemente que aquella proyección para el año 2020 podría verse cumplida, pues son pocos los planes o programas educativos y de orientación en actual vigencia destinados a proteger a los niños y a la juventud contra la depresión.

En aplicación del principio constitucional ético-moral del vivir bien previsto en los artículos 8-I, 15-I y III, 35 y 37 de la Constitución, las autoridades y las instituciones educativas tanto del sector público como privado debieran incentivar la práctica del “coaching” de vida (entrenadores de vida) mediante programas que motiven a la juventud a ser emprendedores con actitud positiva; cumpliendo los padres un rol importante de alerta temprana para detectar esta enfermedad.

Una mente bloqueada o autoengañada conlleva la perdida total de autoestima. El valor de ser humano se extingue y la razón se desvaloriza creyendo que la única salida para alcanzar paz es la muerte. Esto lo convierte en peligrosa, pues el empleo de psicofármacos a los pacientes les relaja el cuerpo y los pensamientos, ofreciéndoles somnolencia, pero no descanso interior.

La depresión aumenta el riesgo de muerte por afecciones cardíacas o cerebrales.

Las personas que padecen depresión se consideran “muertos en vida” pues solo perciben lo negativo y viven en absoluto pesimismo (todo el tiempo piensan que son víctimas de los demás). Por lo tanto, la misión es darles una nueva orientación a la vida, retomando aquel mensaje bíblico dado a Nicodemo: “nacer de nuevo”.

En ese sentido, la triada filosófica universal de ¿quiénes somos, a qué venimos y a dónde vamos?, debe ser respondida por el mismo individuo. Esto tiene que ver con llevar una vida con propósito. Tener un plan de vida basado en principios y valores.

Es importante afianzar las metas de los jóvenes según el talento individual de cada uno de ellos y en caso de que éstos no puedan concretarlo, deben al mismo tiempo tener la firme convicción de que fueron y son emprendedores optimistas y no cobardes que pensaron escapar (morir) sin antes intentar alcanzar sus sueños.

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