Reflexiones al fin del año 2001

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 27.12.2001

Reflexiones al fin del año 2001
Willi Noack

El Nuevo Día, 27.12.2001

Todos, me imagino, estamos con el miedo y síndrome del “y ahora, ¿qué?”
Vivimos una crisis que no termina. Hay protestas acaloradas pidiendo soluciones, principalmente al Gobierno central.

Durante este año se ha formado y consolidado en el mundo una resistencia global contra un modelo de vida que produce una escandalosa concentración de los beneficios del modelo para los privilegiados, mientras otros entierran sus sueños de una vida mejor. Se cuestiona por doquier el neoliberalismo.

Hay casos dramáticos como el de la Argentina. Es evidente que el modelo es injusto e inhumano y debe ser modificado. Hay protestas pero no hay alternativas para sustituir un modelo rechazado por grandes contingentes de la población del globo. Es un modelo bueno y favorable para los buenos en las disciplinas de la competencia pero no tan favorable para los débiles que son los perdedores. Y mientras aumentan las protestas.

Desde la apareció de la Nueva Política Económica, en 1985, se produjo el cambio de paradigma, hemos abogado la Economía Social de Mercado –ESM-. Sigo convencido que ese orden económico y social es aquel de menos defectos, si bien, por supuesto, los tiene. La duda es si los supuestos tácitos de su buen funcionamiento están dados en países como Bolivia, Argentina y otros del subcontinente, donde existen estructuras sociales, sean formales o sobre todo informales, poco o nada compatibles con el modelo implementado. La ESM no puede funcionar mientras estas estructuras están vigentes, que son herencia de los siglos pasados. Su fuerza de conservación es mayor que las fuerzas que buscan los cambios. Estas estructuras son consecuencia de verdaderas “culturas”, pues se trata de padrones de comportamientos sociales profundamente incrustados y generalizados en la sociedad toda a tal extremo de que resulta aparentemente imposible su erradicación, por lo menos a corto o mediano plazo.

¿De qué “culturas” se está hablando? Para ejemplificar, menciono algunas:

· La “cultura” de la corrupción

· La “cultura” de la informalidad, hermana de la anterior

· La “cultura” del verticalismo del mando, contrario a la convivencia democrática

· La “cultura” de los bomberos que no pisan la manguera del colega

· La “cultura” de la improvisación en desmedro a la planificación

· La “cultura” del asistencialismo, apagando la iniciativa propia

· La “cultura” de la comunicación oral, en contra de estudiar leyendo los conocimientos accesibles del mundo

· La “cultura” del análisis piadoso-mentiroso negando causas de fondo de problemas de responsabilidad propia

· La “cultura” de la ganancia fácil, en desmedro de la complicada y compleja producción industrial

· La “cultura” del cortoplazismo, pariente de la anterior

· Otras “culturas” que norman o influyen fuertemente el accionar de la gran mayoría de la población, y que Ud. puede añadir; muchas son “derivadas” de las anteriores o solamente la versión aplicada de un concepto generalizado arriba.

Todas estas “culturas”, entre comillas, son, en su conjunto, si bien en diferentes grados de incidencia, las causas de fondo por qué el nuevo orden no deja sus beneficios. El modelo de la ESM funciona cuando no estorban estructuras obsoletas, productos de las “culturas” ejemplificadas. El modelo no puede funcionar cuando los agentes no asumen sus roles, más bien actúan según un guión de otra pieza de teatro. Todas estas “culturas” son incompatibles con la teoría y práctica de un orden democrático, socialmente responsable y equitativo, donde se busca con ambición de superación cada uno su felicidad, su bienestar económico, desencadenando así procesos acumulativos positivos colectivos, tal como lo propone la ESM. Donde las precondiciones están bien acatadas, estos países funcionan bien, mientras aquellos que obedecen a sus modelos tradicionales no salen de su estancamiento.

Lawrence Harrison, un profundo conocedor de la realidad latinoamericana, llega a la conclusión, de que “el subdesarrollo está en la mente” (título de un libro de L.H.), quiere decir, que los factores socio sicológicos son causantes de la brecha entre sociedades que avanzan y las que están paralizadas. Cada día esta brecha se abre y profundiza más.

¿Hay remedio? ¿Por ejemplo, inyectar más dinero fresco, o la condonación de deudas externas? ¿Más inversiones directas extranjeras? ¿Más explotación de algún recurso natural de los muchos que abundan en Bolivia?

¡Seamos honestos con nosotros mismos! Si siguen prevaleciendo las “culturas” arriba denunciadas, ¿será que la UAGRM o el Municipio de Santa Cruz se convertirán en entidades eficientes que prestarán los mejores servicios, producidos con los costos más bajos posibles, empleando los mejores hombres y mujeres? Uds. saben contestar esta pregunta retórica.

Si este análisis sobre las “culturas” (que a muchos no le va a gustar) fuese acertado, es obvio que estas “culturas” chocan diametralmente con los postulados imprescindibles del buen funcionamiento de la ESM. Con estas “culturas” ninguna sociedad logrará altos niveles de competitividad, más bien está perdiendo sin chances algunos la competencia rigorosa entre los mejores. El subdesarrollo es consecuencia directa de las estructuras obsoletas, y estas se deben a las “culturas” dañinas omnipresentes.

Hay dos, sólo dos alternativas, a mi criterio. O la sociedad boliviana logra reformar sus estructuras para organizarse como una sociedad moderna y consecuentemente mejorando su competitividad, o la sociedad boliviana será condenada a vivir dependiendo de limosnas de otros países ricos.

Hay señales, pocas y no muy convencedoras todavía, de que se está iniciando reformas estructurales, pero la “rosca” de los adversarios de estas tiene mucha fuerza, pues están en el juego sus privilegios.

fecha: 2001-12-27 23:30:02
autor: Willi Noack

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