Las reformas de Stein y Hardenberg y Bolivia — HOYBOLIVIA — 20.8.2002
Las reformas de Stein y Hardenberg y Bolivia — HOYBOLIVIA — 20.8.2002
Autor: Willi Noack
Publicado: HOYBOLIVIA.COM, 20.8.2002
Las reformas de Stein y Hardenberg y Bolivia
Willi Noack*
En la época de Napoleón, escasos años después de la Revolución francesa, se produjo un fenómeno particular: Prusia, recién derrotada por Napoleón, se convirtió en un Estado potente. ¿Qué originó este gran resurgimiento? Muy sencillo: reformas estructurales del Estado. Se logró una participación activa de amplios segmentos de la población a través de la autogestión, liberando los campesinos. Las ciudades ganaron la autonomía administrativa. En 1808 se creó una administración pública moderna. El protagonista de estas reformas: Karl vom und zum Stein (1757 – 1831).
Como reformas estructurales profundas, entonces como hoy, exigen continuidad y perservancia para consolidarse, corresponde a Karl August von Hardenberg (1750 – 1822), en su calidad de conductor de la política del Estado, el mérito de haber concluido las reformas de Stein. Von Hardenberg modificó ciertas características de las reformas mencionadas, sobre todo introduciendo ideas provenientes de la revolución de 1789 y elementos del orden del libre mercado. Ambos hombres de Estado fundamentaron la gloria de Prusia en aquella época.
¿Por qué esta excursión a la historia? Pues contiene un mensaje importante. Ambos personeros lograron una institucionalización de la administración pública, garantizada en la constitución pública. En aquella época se constituyó el prestigio del funcionario público prusiano, quien garantizaba la unidad y la continuidad del Estado, y este prestigio se fundamentó en su firme compromiso para con el Estado.
Saltando desde Prusia por encima de 200 años y aterrizando en Bolivia (o en Argentina, o en otro país latinoamericano, con la excepción de Chile), nos encontramos en países donde, aparentemente, las reformas estructurales imprescindibles para crear una administración pública todavía no tuvieron lugar. ¡Lejos de poder afirmar que los casi 30.000 funcionarios públicos bolivianos actúan como un cuerpo solidario con el Estado que administra la res pública y cuyo unidad y continuidad garantizan el progreso! Mientras que la institucionalización no avanza, tenemos a lo contrario la “masacre blanca”, pues se barre desde el sótano hasta el techo, y nuestros funcionarios despedidos sufren del síndrome de “SIDA” (sin ingresos desde agosto….).
Los que han sido capacitados durante cinco años para cumplir con sus funciones de una administración pública cada vez más sofisticada, vuelven a sus casas, y viene otro turno para capacitarse y así ad infinitum si no se hace realidad la carrera del funcionario público exigido en el Diálogo Nacional 2000. Pensar que bajo el actual manejo del prebendalismo y del “peguismo” habrá excelencia y motivación en el desempeño suena como un chiste de Chaplin Show.
Estamos hablando de causas de fondo del subdesarrollo de los países que son administrados como en la época feudal y, por lo tanto, tildados como Repúblicas bananeras. Argentina no recibe ayuda externa por que los dueños de la ayuda observan una administración pública mafiosa. Brasil, y sobre todo Uruguay, reciben notas mejores – y créditos.
Sin administración pública eficiente y eficaz ningún “modelo” puede funcionar. La causa de fondo no son las deficiencias de un modelo (las hay, quién lo va a negar), sino la escandalosa implementación y el manejo de un modelo que no cuenta con un prerrequisito indispensable: una buena administración pública.
En este sentido se pronunciaron recientemente tres editoriales de matutinos: Instituciones trabadas por motivos políticos – CLARIN (Edit.) — 16.8.2002,
Un diagnóstico sobre la economía — LA NACION (Edit.) — 17.7.2002 y LA INVASIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA … – OPINION (Edit.) – 16.8.2002
Son publicados en www. eforobolivia.org en la sección “Nuevo en el sitio”.
*Director de Eforobolivia y columnista de diversos medios de comunicación escritos.
fecha: 2002-08-20 17:02:54
autor: Willi Noack
