Dialogar en democracia — HOYBOLIVIA — 8.10.2002

Dialogar en democracia — HOYBOLIVIA — 8.10.2002

Autor: Willi Noack

Publicado: WWW.HOYBOLIVIA.COM , 8.10..2002
Dialogar en democracia
Willi Noack

Diálogo es la “plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos” (RAE). Se conoce el diálogo de sordos… por ejemplo, el Diálogo Nacional 2000.

¡Dialogar es bueno! Sirve para convivir en paz, sea entre pareja, familia, empresa y doquier. En democracia, el sitio predestinado al diálogo es el parlamento, donde se debe analizar la conveniencia colectiva de ideas, propuestas y reglas, y luchar con argumentos válidos para que la mejor alternativa se convierta en ley.

Desafortunadamente, la alternativa aprobada por la mayoría no es forzosamente siempre la mejor, pues opta por lo conveniente en vez de lo necesario, lo que representa una limitante seria de la democracia (casos actuales son Japón y Alemania). Se acepta el denominador común que en muchos casos es demasiado pequeño, careciendo de visión para enfrentar los grandes desafíos de lo sociedad.

Un pilar de la democracia es el principio de la mayoría. La minoría que no logró hacer prevalecer sus ideas en las últimas elecciones, ejerce, en teoría, una oposición constructiva para conseguir en la siguiente elección la mayoría.

Lo que no debe suceder es que a través del “diálogo”, la minoría trate de suspender reglas aprobadas en el parlamento. El Estado sólo funciona si el ejercicio institucional del poder garantiza el cumplimiento de las leyes, sin permitir que poderes paralelos (la calle) socaven las estructuras.

Lamentablemente se puede observar una interpretación equivocada del concepto de “diálogo” en el país, cuando en nombre de la noble búsqueda de consenso lo más grande posible en la sociedad, grupos minoritarios tratan de imponer sus ideas, preferencias, reclamos y/o exigencias con métodos que asemejan al chantaje. Lo que en realidad es un ultimátum, es llamado “diálogo”.

Sobre la ley no se dialoga. “Lex dura sed lex“: 1008, INRA. Modificar la ley es tarea del poder legislativo. En el parlamento se buscan nuevas mayorías para que de manera pública y transparente se obtengan nuevas reglas válidas para todos.

Paralelamente a leyes promulgadas y vigentes existen, sin embargo, otras “leyes”: el agua corre río abajo; dos más dos son cuatro; la erradicación es condicio sine que non de la viabilidad política de Bolivia; el comunismo o socialismo, en estos tiempos y para un país HIPC, es inviable. Lula lo sabe. Goni lo sabe.

Aceptar dialogar en una situación en la cual objetivamente no hay margen de acción para modificar las reglas, contiene el riesgo de evocar esperanzas que posteriormente resultarán en frustraciones y rabia por parte de los decepcionados (CAO).

Puede ser que a una sociedad (argentina, boliviana) acostumbrada a las trampas para contornar la ley le cuesta imaginarse que la institucionalidad del poder sea algún día indiscutible. Puede ser que el término democracia sea interpretado errónemente como la ausencia sistémica de la obligación a obedecer las reglas, creyendo que democracia es el orden en el cual cada uno tiene el derecho de hacer lo que se le antoja, pues falta la comprensión, peor la asimilación del concepto de convivir en democracia.

Dialogar sobre lo que no puede ser objeto de diálogo es permitir que la democracia paulatinamente se desnaturalice en anarquía. Suspender las reglas que se ha dado la mayoría de la sociedad mediante procedimientos democráticos (muy perfeccionables, no cabe duda), significa suspender el orden en sí y permitir que el egoísmo grupal se imponga por encima del interés colectivo.

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fecha: 2002-10-08 07:23:43
autor: Willi Noack

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