La conquista de la democracia ha sido en el caso boliviano particularmente cruenta y difícil, y ha requerido de una genuina voluntad nacional de recuperar una vida social en la que las libertades y los derechos puedan ejercerse con plenitud. El testimonio de ese logro traumático se puede expresar claramente en el turbulento y caótico período 1978 – 1982 cuyas consecuencias en todos los aspectos son aún incuantificables. Pero paralelamente a esa realidad no debe olvidarse que el pueblo boliviano fue capaz finalmente de lograr una transición pacífica de la dictadura a la democracia, lo que parecía poco menos que imposible en septiembre de 1982.”

“Sin duda la herencia más importante que ha dejado Hernán Siles es la democracia que respetó y defendió por encima de todo.”

Esas son las palabras con las cuales nuestro presidente Carlos D. Mesa Gisbert inicia el Capitulo IV “En los caminos de la democracia”, 1. Un nuevo concepto de democracia, del libro Manual de la historia de Bolivia, 3a Edición aumentada, 1988, páginas 541 y 545.
No hay nada para añadir.

En el año 1999 fue editado el libro “Historia de Bolivia”, 3ª Edición actualizada, que contiene también un capítulo a cargo del mismo autor, titulado “En los caminos de la democracia – El estigma de la coca II”. Pero en esta edición ya no se incluye la citada advertencia de 1988, más bien empieza con las siguientes palabras: “La experiencia democrática, inaugurada el 10 de octubre de 1982, marcó algunos rasgos de gran trascendencia.” Un poco más adelante: ”El desafío más importante fue buscar la institucionalización del sistema democrático y garantizar su permanencia en el tiempo a través de reformas esenciales.” (página 693).

El historiador ha cambiado su redacción. La advertencia de 1988, cuando la memoria de la reconquista de la democracia era todavía más viva, se convirtió con el tiempo en un mero desafío.
Ahora el historiador ha asumido la conducción del país. Hernán Siles defendió la democracia “por encima de todo” (según Carlos D. Mesa G.) siendo esta su herencia más importante.
Cuando pronto se va a iniciar una controversia sobre temas existenciales del futuro del país, será de mucha ayuda que nuestro Presidente disponga de amplios y profundos conocimientos sobre la historia de Bolivia. Debemos rezar porque esta sabiduría le sirva para tomar las decisiones adecuadas, evitando la repetición de experimentos históricos inviables, y, más bien, seguir con otros conceptos también históricos que daban buenos resultados pero que fueron interrumpidos.

Indudablemente no es lo mismo escribir un buen libro sobre Napoleón y ser Napoleón. Indudablemente es más fácil cuestionar con la acidez de un dotado periodista las políticas de un líder que tomar decisiones políticas en persona. Pero, lo favorable sobresalta: es persona entendida en la materia. La protección argumentativa de la ignorancia no va a salvar al presidente Mesa de un veredicto de historiadores venideros, pues sabía.
Deseamos que nuestro Presidente esté acompañado por la determinación firme de defender la democracia por encima de todo.

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