Lo que falta precisar – Willi Noack – 25.6.2004

Lo que falta precisar

Willi Noack

Ya se lanzó el poderoso grito por la autonomía. Entre 50.000 y 150.000
personas  -según la fuente en contra o en pro, objetivamente habían más
de 100.000- exigieron en una imponente manifestación cruceña la
descentralización del Estado para conseguir autonomía. Por no precisar
este postulado, pueden aparecer las interpretaciones más variadas, desde
la denuncia de confabular una sedición hasta buscar una sencilla
realización de poder vivir “a mi manera”, trabajando en vez de bloquear.

Falta decir con exactitud qué es lo que se pretende descentralizar, para
lograr autonomía en qué rubros, y también hay que explicar cómo las
regiones autónomas van a relacionarse con un gobierno central. Falta
manejar el principio de la subsidiari(e)dad.

Para decirlo de entrada: Bolivia ya está descentralizada y nadie lo ha
interpretado como una sedición o una destrucción de la unidad como país.
La autonomía de los 315 municipios está garantizada en la CPE  (artículo
200). La argumentación para justificarla ha sido acertadamente “que nadie
sabe mejor lo que le hace falta que el mismo afectado”. Y
consecuentemente se promulgó la LPP y la Ley de Municipalidades.

Lo que era abstracto en la CPE fue precisado mediante estas leyes y sus D.S.
y por lo tanto se sabe en qué consiste la autonomía municipal. En el
centro figura el derecho de planificar su futuro con autonomía, en forma
de PDM y POA. Pero no existe autonomía total, sino dentro de las
indicaciones de la planificación del Gobierno central, articulada en el
PGDES y el PDDES. Estos indican el rumbo mayor de la marcha del país.
Esta descentralización goza de amplia aprobación y da resultados
positivos.

Como un engaño se proclamó la LDA. Esta Ley no es el instrumento legal
para dotar las regiones de una autonomía a través de una verdadera
descentralización, sino que prolonga el brazo del poder del Estado
central hacia los departamentos, fingiendo algo que no es: una
descentralización. El tema ha sido criticado por constitucionalistas
expertos; para nombrar solo uno: Juan Carlos Urenda.

Lo que falta precisar es, reiterándolo, en qué se requiere autonomía.

Hay que repartir la tarea total del Estado y las competencias
correspondientes (¡y el otorgamiento de los fondos para el
financiamiento!) entre los tres niveles: municipios, departamentos y

gobierno central. ¿Cómo? Fácil, aplicando el principio de la

subsidiari(e)dad. Consiste en que el nivel más bajo, léase: el municipio,

debe hacer todo lo que puede, y cuando una función sobrepasa a la capacidad de este

nivel, la tarea pasa al nivel inmediatamente superior al municipio, es

decir al gobierno autónomo departamental.  Según este principio deben

resolverse las demandas mayoritariamente en los municipios (que tendrían

que exigir más coparticipación tributaria, por ejemplo cada año u

porcentaje más hasta llegar a 30, 40 o más).

Las tareas que pasan al   nivel del departamento hacen necesario que los departamentos puedan

disponer, con libertad planificadora, de recursos financieros suficiente

y resolver, priorizando sus demandas, los problemas. Queda claro que el

poder ejecutivo y el poder deliberante departamental deben surgir de

comicios universales de la población del departamento, y terminar así con

el actual “sistema perverso” (EBRP, numeral 598).

Los departamentos se relacionan con el gobierno central de manera

confederativa, y así nace la República Federal de Bolivia, unida hacia

fuera pero permitiendo la multiculturalidad hacia adentro, con funciones

reducidas pues han sido transferidas a los municipios y departamentos.

En resumen: Se trata de explicar de la redistribución del Estado quitando al Estado central muchas competencias y presupuesto y transferiendolas a las regiones – es lógico que el centralismo se opone, pues pierde.

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www.bolivia-riberalta.com

fecha: 2004-08-18 00:09:39
autor: Willi Noack

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