Alegato en favor de la autonomía —– Willi Noack —— 24.1.2005

Alegato en favor de la autonomía

Willi Noack

La autonomía de los Gobiernos Municipales está consagrada en la CPE. El Art. 200 otorga “la potestad normativa, ejecutiva, administrativa y técnica en el ámbito de su jurisdicción y competencia territorial”.

Por ende, es inconsistente la declaración de los alcaldes de las diez ciudades más grandes del país, menos de Santa Cruz, cuando se manifiestan en contra de la autonomía departamental. Era de esperar que se pronuncien más bien en favor de más autonomía municipal y reformas a la Ley de Participación Popular. La autonomía municipal es manoseada por el centralismo. El Art. 14 de la LPP en combinación con los Art. 7 y 8 de la Ley Orgánica de Municipalidades define las competencias del municipio autónomo: “Son de competencia de los gobiernos municipales todos los actos administrativos, jurídicos, técnicos, económicos, culturales y sociales…”.

La autonomía de las universidades públicas está consagrada igualmente por la CPE. El Art. 185 reza “Las Universidades Públicas son autónomas e iguales en jerarquía. La autonomía consiste en la libre administración de sus recursos, el nombramiento de sus rectores, personal docente y administrativo, la elaboración y aprobación de sus estatutos, planes de estudio y presupuestos anuales, la aceptación de legados y donaciones y la celebración de contratos para realizar sus fines y sostener y perfeccionar sus Institutos y Facultades.“.

La autonomía de la U pública es utilizada para evitar una rigurosa fiscalización de los recursos públicos, lo que muchos entendidos en la materia consideran una interpretación exagerada de la autonomía, pues facilita la corrupción. Pronto festejará el Estatuto vigente su cumpleaños de 50 años. Aún así nadie toca o cuestiona su autonomía.

Para la gran sorpresa, los diez alcaldes se olvidan de esta experiencia positiva y reconocida con el concepto de la autonomía. Los que deberían saber mejor denuncian sin razón y lógica la exigencia de autonomía departamental como “sediciosa”, “separatista”, “clientelista”, “antidemocrática” y qué otros adjetivos más.

Lo que se pretende lograr con la autonomía departamental es básicamente lo mismo que otorga la autonomía municipal o universitaria. Ni más ni menos.

El Gobierno Central ha admitido que la mal llamada “Descentralización Administrativa” ha resultado en un “sistema perverso”. Se critica, con toda razón, que el Prefecto preside el Consejo Departamental, instancia fiscalizadora y con facultad de censurar al ejecutivo, pero el Presidente de la República tiene la última palabra en caso de una censura. ¡Vaya, qué sistema perverso (es la calificación oficial del Gobierno Central, en su EBRP, 2001)!

La falsa acusación de que el movimiento cruceño en pro de la autonomía está constituido por minúsculas oligarquías carece de veracidad en vista de 500.000 firmas que apoyan la exigencia de la autonomía de Santa Cruz.

Cuando hace diez años se hizo la campaña para la Participación Popular y para la Ley 1551 (LPP), uno de los argumentos más utilizados, acertado, convencedor, ha sido la cercanía de la administración pública con el ciudadano. Este mismo argumento tiene por supuesto validez cuando ahora se debate la autonomía departamental.

Hoy se agita contra la autonomía con el hábil empleo de muchos prejuicios y clichés (mano negra de los pudientes y de los EE.UU. y sus transnacionales) que circulan en la sociedad, sobre todo entre las personas que no entienden cabalmente el proceso de la descentralización, en plena marcha e imparable. Con mentiras se pretende crear un rechazo contra la reforma del Estado.

Estoy convencido de que Bolivia gana con la autonomía departamental.

www.eforobolivia.org 3 años en la Internet

www.bolivia-riberalta.com Una ventana al mundo
Artículo de opinión preparado para EL DEBER

fecha: 2005-02-14 14:19:40
autor: Willi Noack

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