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Foro: Nuestra Bolivia

Autor: Willi Noack

Fecha: 06-03-05 13:39

Bolivia al revés

Willi Noack

Estamos acostumbrándonos a una óptica equivocada de los sucesos. Un joven que ha matado a sus padres no es un pobre huérfano sino un asesino.

Si una muchedumbre organiza un enfrentamiento con las fuerzas del orden público, es esa gente la que inicia una situación, y el Estado tiene la obligación de garantizar el orden público; es decir, el Estado reacciona. No se debe perder de vista esta relación entre causa y efecto. El Ejecutivo ordena a las fuerzas del orden que restablezcan el orden. Los rebeldes, agitando con extrema violencia, crean la necesidad de responder con armas. Muchas personas mueren o son heridas. El conflicto tiene autores que han iniciado esta deplorable necesidad del Estado de responder con medidas drásticas. Los rebeldes caídos no son mártires, el Estado reacciona porque la Constitución y las demás leyes lo obligan. Por supuesto, debe guardar la relación entre la gravedad de una perturbación del orden público y las medidas para restablecer el orden, minimizando en lo posible estas medidas.
Hablo de países con vieja tradición democrática que manejan de la manera descrita tales situaciones. En el caso contrario, permitirían el caos como en 1968 en Francia y Checoslovaquia. En Bolivia es al revés: se encausa al Ejecutivo por ‘genocidio’, las fuerzas del orden son acusadas, los agitadores gozan de la amnistía colectiva, hay indemnización del Estado por los muertos – como si el culpable hubiese sido el Estado. Esta falsa versión se repite tantas veces que al final creemos que es la verdad, pero deberíamos saberlo mejor.
Los que no pueden comprobar la veracidad – inexistente – del cuento no tienen opción y se forman una imagen distorsionada de Bolivia. La Bolivia al revés.

Los que invaden propiedades ajenas violan el derecho constitucional de los propietarios y el Estado tiene que defender este derecho con sus fuerzas del orden. Puede ser que haga falta cambiar este derecho en el Parlamento.

Si un grupito de 20 ó 30 personas decide hacer un bloqueo, lo hace y la gran mayoría sufre como si se tratase de una fuerza mayor, como algo que debe aceptarse estoicamente. El Estado tiene la obligación de reaccionar.

Ahora nos llegan noticias muy alarmantes del noroeste del país. En la Amazonia boliviana, el Estado no cumple con su deber. Los que están acostumbrados a avasallar, invadir, ursurpar, los que violan los derechos vigentes, encuentran una oposición determinada a no permitir estos atropellos y decidida actuar, ante la ausencia del Estado, que debería garantizar la paz social.

En bandeja, el Presidente entregó la invitación a perturbar el orden público por doquier en el país cuando declaró tajantemente que en su Gobierno no habrá muertos porque él no instruirá a las fuerzas del orden que actúen contra los agitadores. Éstos pretenden que sus ‘derechos’ y ‘reivindicaciones’ son legítimas -por más que no encuentren justificación en las leyes vigentes,- pero son felices porque saben -el señor Presidente lo ha confirmado- que no corren riesgos. ¡Quién se sorprende de que ahora por todas partes hay tumultos ante un Estado permisivo que amplifica de esta manera el caos!

Es obvio que este Gobierno fomenta la Bolivia al revés: el Presidente ha jurado cumplir y hacer cumplir la CPE; no lo hace, y los agitadores pueden violar el orden público sin castigo alguno, destruyendo las bases sociales y económicas del país.

Bolivia al revés con diputados analfabetos funcionales, con la revitalización de empresas estatales campeonas de corrupción ayer, ¿pero mañana no? Bolivia al revés sueña con un Estado organizado al estilo de ayer, cuando en realidad, la mayoría de los países se está reformando. Admira a Cuba, donde los disidentes son encarcelados. Los que inhibieron el negocio del litio han sido homenajeados con una placa. Las minorías se supeditana las mayorías. Los trenes al futuro salen pero el vagón ‘Bolivia’ queda desacoplado en el andén. Se repite como un disco rayado que 350.000 cabildistas y 500.000 autonomistas son ‘oligarquía’, separatistas, etc. pero que 300 personas que perturban el orden representan al ‘pueblo’. Bolivia al revés.