La verdadera controversia – Willi Noack – 28.10.2005.

La verdadera controversia

Willi Noack

En el fondo se trata del poder, del dulce poder.

Los escaños son el detonante de esta reflexión. Recordemos que hay dos cámaras. Cada departamento cuenta con tres senadores por más que el departamento más “despoblado” tenga 50 veces menos población que el más poblado.

El parlamento tiene 130 diputados. La CPEestipula sabiamente una

representación en base de la población censada, Art. 60, VI: “La distribución del total de escaños entre los departamentos se determina por ley en base al número de habitantes de cada uno de ellos, de acuerdo al último Censo Nacional. (…) “

En el fondo no importan los argumentos acerca de si esta disposición es buena o mala (por ejemplo que un diputado represente a 10.000, y en otro departamento a 92.000 habitantes, ¡no importa en este análisis!). Lo que importa es la obediencia a la Ley, al principio. Si la distribución de la representación tal como establecida no convence, debe ser acatada igual, por principio, hasta que se modifique la CPE. Punto.

Como si lo mencionado no estuviera claro, se ha pedido una interpretación a la máxima instancia jurídica, al Tribunal Constitucional, que se ha -¡desde luego!- pronunciada en este sentido. De paso sea comentado que en otros países el TC es la corte máxima, en jerarquía superior a la Corte Suprema.

Por lo tanto se debe acatar la CPE sí o sí – aparentemente algo inacostumbrado en nuestro país al igual que aceptar un veredicto del TC como la última palabra, irrefutable y mucho menos negociable. La actual pelea refleja la práctica tradicional de negociar “dialogando” el contenido de la CPE, lo que Santa Cruz pretende terminar al insistir en el principio.

Toda discusión sobre la CPE resulta superflua. No obstante, el debate político por doquier no se concentra en la ineludible obediencia o la nefasta desobediencia del mandato de la CPE sino en politiquería a veces absurda.

Se reclama seguridad jurídica pues se sabe que la inversión privada depende de ella, condición imprescindible aunque no suficiente. Si ni siquiera hay obediencia a la Magna Carta, ¿qué seguridad jurídica puede existir?

Cualquier argumento coyuntural, por más que tenga algo o mucho en su favor, no puede imponerse a la constitucionalidad so pena de poner ad absurdum la existencia de la seguridad jurídica.

Lo que se está tratando en el Parlamento y en todas las disputas acaloradas, sean transmitidas por los medios o proliferadas en círculos privados, no refleja suficientemente -con excepciones loables- la dramática consecuencia para el futuro del país de la actual desobediencia al mandato de la CPE. Bolivia, bajo la lupa cibernética de la comunidad internacional, se está debatiendo entre la imagen de un pueblo que lucha por superarse (y que merece ayuda en esta lucha) o una república bananera que se mete por propia voluntad en “off side” en la cancha internacional.

La actual pelea, aparentemente sobre la distribución de los 130 escaños, es en realidad la confrontación entre la Bolivia moderna y la Bolivia conservadora y hasta troglodita, una controversia entre dos mentalidades diametralmente opuestas. Y como no se trata de un síntoma este choque se va a repetir hasta que una de las corrientes de mentalidad se imponga o –si eso no se diese- hasta que se produzca la posibilidad de vivir cada uno a su manera. Estas mentalidades tienen en cierta manera semejanzas con una fe religiosa y como la religión se las defiende con fanatismo y hormonalidad pero mucho menos o para nada con raciocinio. Allí radica la importancia de otorgar autonomía regional para que cada región pueda cultivar su manera preferida de vivir. De mucha ayuda es la lectura del trabajo de H.C.F. Mansilla sobre “El carácter conservador de la nación boliviana”, la altiplánica, y estudiar similares trabajos sobre la mentalidad prevaleciente en el oriente boliviano.

Son muchos los síntomas de la profunda discrepancia entre las dos Bolivias y son -si fuese correcto esta apreciación- solamente diferentes expresiones de la misma causa de fondo: la manifiesta incompatibilidad de dos conceptos de convivencia. Es como en medicina: síntomas se pueden paliar, pero la enfermedad rebrotará con nuevos síntomas. Lo que hoy se llama disputa por la distribución constitucional de escaños, mañana será la Asamblea Constituyente, o la inversión pública en diferentes regiones, o las competencias y los recursos financieros a raíz de la autonomía regional, o la “justa” cuota para la U pública, o un Código Minero discriminatorio para el agro, o lo que sea: todos los síntomas surgen del mismo problema. ¿Cuál concepto se impondrá? Por eso es una pelea por el poder. El oriente es el gigante económico y ya no acepta ser el enano político. Exige macro-condiciones favorables y necesarias para crecer más aún, y que actualmente no existen por el centralismo.

El reto es grande. Bolivia debe tener la sabiduría de optar por la modernidad, con visión de futuro, para dotarse de modos de vivir durante las próximas décadas conformes a los paradigmas modernos. Esto significa que en base de una lectura realista de las mega tendencias mundiales se logra cambiar muchos patrones de pensar, actuar, negociar, convivir. Una gran parte de la población liderizada por el oriente ha aceptado este reto y se defiende bastante bien, la otra –todavía- gran parte no muestra voluntad para aceptar la ineludible necesidad de cambiar su modo medieval y acoplarse a la modernidad. Alcides Parejas describió en 1909 esta controversia que espera ser resuelta desde aquel entonces.

Nota de pie: De las muchas propuestas que circulan he aquí una que toma en cuenta el diferente grado de desarrollo en los nueve departamentos, enviado por Roberto Machicao [robertomachicao@yahoo.com].

www.eforobolivia.org

(Artículo de opinión que será publicado –en una versión corta- en EL DEBER en fecha 30.10.2005)

fecha: 2005-12-13 01:40:18
autor: Willi Noack

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