Populismo político – Willi Noack – 12.11.2005

Populismo político

Willi Noack

Populismo se ha convertido en una palabra de mucha vigente, “de moda”. Debido a que muchas veces no es manejada con la precisión imprescindible, al igual que palabras similares, conviene consultar fuentes autorizadas.

RAE: Populismo no se registra en el diccionario de la RAE. Popularismo es la “tendencia o afición a lo popular en formas de vida, arte, literatura, etc.” y popular es “Perteneciente o relativo al pueblo. 2. Propio de las clases sociales menos favorecidas. 3. Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente. 4, que es estimado o, al menos, conocido por el pueblo en general. 5. Dicho de una forma de cultura, que el pueblo considera propia y constitutiva de su tradición.” Popularizar significa “Acreditar a una persona o cosa, extender su estimación en el concepto público. 2. Dar carácter popular a una cosa.” La palabra pueblo también tiene varias connotaciones: “pueblo o villa. 2. Población de menor categoría. 3. Conjunto de personas de un lugar, región o país. 4. Gente común y humilde de una población. 5. País con gobierno independiente.”.

El Larousse define populismo como “Régimen político que intenta buscar apoyo en las masas populares y que desea defender a éstas.” El populacho es la “plebe”. Populachería es la “popularidad alcanzada entre el vulgo”. La popularidad es el “favor del pueblo, fama, renombre”. Popularizar es “Vulgarizar, hacer popular, hacer grato al pueblo.”

Los romanos afirmaban que vox popili, vox Dei(La voz del pueblo es la voz de Dios).

¿Por qué tanto alboroto con la semántica en esta introducción?

Es por las consecuencias que tiene un manejo inexacto de los términos sobre todo en estas semanas de campaña proselitista. Se puede observar en casi todos los partidos una peligrosa confusión en el manejo de conceptos, ni siquiera conociendo el sentido de las palabras claves.

La ambigüedad de algunas palabras permite utilizar una palabra en el sentido conveniente aunque el receptor del mensaje supone otro significativo posible. De esta manera se logra emborrachar la perdiz, pues el pueblo, entendido como “Gente común y humilde de una población”, cae fácilmente ante las promesas demagógicas. Aquí radica el peligro de que un discurso proselitista mienta a medias y engaña al votante.

Ortega y Gasset observó ya en su tiempo la dictadura de las masas y deploró la importancia disminuida de las elites en los procesos de la toma de decisión.Hoy estas últimas no pueden influenciar pues está de moda la “democracia participativa” pero sus reflexiones parecen tan válidas como nunca.

El gran temor consiste en la calidad de las decisiones que la vox populi impone. En otras palabras: ¿está garantizado que las decisiones que los populacheros popularizan, logrando entre la plebe alta popularidad, son viables o factibles? (aquí empleo las palabras en el sentido arriba definido por la RAE).

Se argumenta en nombre del pueblo. Es de dudar que los populacheros estén autorizados a hablar en nombre del pueblo como el “Conjunto de personas de un lugar, región o país”, cuanto mucho, quizás puedan hablar en nombre de “Gente común y humilde de una población”. Pero esta gente tiene el derecho de elegir sus representantes en comicios universales y secretos para ser representados conforme a los principios democráticos. En cambio, un populachero carece de esta representatividad democrática reclamando, inclusive usurpando, una representación que no sale del voto.

El problema manifiesto de que muchos representantes elegidos democráticamente no cumplen con su deber, no es argumento válido para rechazar la democracia. El origen de este problema radica en gran medida en las modalidades imperfectas de elegir a los representantes, en la débil constitucionalidad e institucionalidad y en el egoísmo personal y grupal por encima del bien común. Se reconoce generalmente que la democracia es la menos mala de todas las formas de organizar el gobierno; nadie pretende que sea perfecta. La dictadura es, en comparación con las fallas en la democracia, mucho peor, no importa quien ostente los tres poderes juntos en su mano, sea un partido, un militar, los “movimientos sociales”, la oligarquía, el capital, las logias, etc. Debe haber división de poderes.

Para obtener el derecho de manejar una movilidad se precisan conocimientos y una licencia de conducir. Para manejar todo un país se debe exigir mucho más aún.

www.eforobolivia.org

www.riberalta-bolivia.com

Publicado en El Deber el 13.11.2005

fecha: 2005-12-21 21:56:00
autor: Willi Noack

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