Bolivia después del Congreso – Willi Noack – 5.3.2006 / 10.3.2006

Bolivia después del Congreso

Willi Noack

Me refiero al Congreso que aprobó dos leyes trascendentales: la convocatoria a la AC y el referéndum vinculante sobre la autonomía departamental.

Después de haber visto durante décadas en la televisión sesiones del H. Congreso Nacional para llorar por la pobreza de las intervenciones, por lo vulgar, por las maniobras, por la traición al mandato recibido, por la impotencia de los que querían hacer cumplir su mandato, admito que no esperaba un desenvolvimiento diferente. ¡Me equivoqué rotundamente! Con gran respeto felicito a los miembros del Congreso por haber dado una cátedra en parlamentarismo responsable. Reconozco una conducción profesional a cargo del presidente del Congreso. En resumen, un momento en que la democracia ganó.

¿Qué pasó para que cambiara el trabajo del legislativo? ¿Tenemos ahora madres y padres de la patria importados de algún país donde aprendieron a aplicar los principios del parlamentarismo? ¿Qué pasó para que se pongan de acuerdo con unanimidad sobre dos proyectos, ignorando las satanizaciones que casi horas atrás todavía se veían a tal extremo que era difícil imaginar que se lograsen los acuerdos?

La respuesta es fácil. Y sirve para calmar los eufóricos ánimos que creen que con esta demostración Bolivia no es más un país que deja atrás maniobras para así convertirse en una república ejemplar en materia de parlamentarismo moderno. Lo que sucedió fue la pura necesidad de los unos como de los otros en acordar la realización de la AC y –para no entorpecerla- tragar el sapo feo que es el referéndum vinculante. Los izquierdistas necesitan la AC para consolidar su monopolio de poder y con su poder castrar ambiciones autonomistas. Los autonomistas precisan la AC para legalizar su autonomía y para tener un Presidente del Departamento. Es como un partido de ajedrez: los adversarios se ponen de acuerdo para jugar un partido en tal lugar, tal fecha, bajo tales condiciones, para recién entonces abrir la pelea. Cada bando hace sus cálculos en base de sus estrategias y tácticas, convencidos de que van a ganar el partido.

Supongo que estos cálculos son el resultado de evaluaciones hechas por cada bando y referentes a sus posibilidades de ganar. Quizás el oficialismo crea que una vez habiendo usurpado el monopolio del poder mediante la AC le resultará fácil reducir la autonomía a una formalidad, por no otorgar importantes competencias y el financiamiento correspondiente. Además, que los autonomistas pierden en el referéndum vinculante. Que se puede imponer la continuación del centralismo. Por otro lado, puede ser que la evaluación de los autonomistas les haga creer que van a obtener en el referéndum el sí mayoritario de sus poblaciones departamentales y lograr sus aspiraciones.

Lo que nos impresiona por lo tanto no es más que el hecho de haber decidido que habrá lucha. Eso no permite suponer que la lucha en sí será civilizada; más bien es de temer que en ella se suspenderán nuevamente las reglas de “fair play” en el afán de ganar sea como sea y si fuese necesario, con medidas totalmente antidemocráticas. Pues es experiencia vivida que el perdedor no acepta la victoria del otro lograda jugando limpio. Sería muy ingenuo esperar que en la AC se logre un acuerdo sobre la visión – compartida – del futuro de Bolivia; demasiado opuestas son las visiones. Sería muy ingenuo creer que las exigencias de los autonomistas serán satisfechas por el centralismo. Sería sumamente ingenuo pensar que los diferentes grupos dejarán su egoísmo y de pronto opten por el bien común de todos, por Bolivia.

www.eforobolivia.org

www.riberalta-bolivia.com

Publicado en EL DEBER, enfecha 10.3.2006

fecha: 2006-04-22 18:25:46
autor: Willi Noack

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