El incómodo Carlos

Caballero Pregunta

Julio César Caballero M.*

Carlos Valverde Bravo incomoda al poder, al político y al económico, al nacional y al local, y no es faltar a la verdad decir que algunas veces incomodó hasta a los medios donde trabajó. ¿Alguna razón en particular? Es un decidor de verdades que son urticantes, porque causa escozor la forma en que encara su crítica, en un castellano desprejuiciado, a veces adjetivado, pero también cargado de verbos bien conjugados y valientemente dirigidos a la denuncia que es portavoz de la sospecha generalizada.

Carlos, con su peculiar estilo de decir las cosas no puede ser ignorado, nadie se queda indiferente frente a su lenguaje provocador. Podés no estar de acuerdo con él y en como lo dice, pero hasta ahora no se ha probado que mienta y el asegurar que dice verdades de diferentes colores, olores y sabores, lo hace un periodista plural y valioso.

Por eso es que los que sentimos el periodismo en las venas, los que hemos dedicado toda una vida a este oficio, definido por el Gabo, como el más bello del mundo, no podemos quedar indiferentes frente a la agresión física y sicológica a la que son sometidos los “Carlos” del periodismo.  Peor aún, en este momento en que los periodistas  exigimos que se respeten nuestros códigos deontológicos, cuando miramos con desconfianza los intentos de redactar leyes inconsultas que pudieran esconder una mordaza, no podemos permitir que la fuerza bruta, sea la que dirima los temas relacionados con la libertad de informar.

Las hormonas sirven para muchas cosas, pero seguro que no sustituyen a las neuronas, las que son necesarias para hilar una frase con otra de forma coherente y construir argumentos que superen el primitivo impulso de imponer la fuerza. Reconozco que algunos, los agresores a mansalva, no las tienen y no les queda otra que obedecer a sus instintos más degradantes.

A Carlos lo ampara la constitución, en sus  artículos 106 y 107, lo regula la ley de imprenta, y su trabajo esta normado por los códigos deontológicos redactados y firmados por cuatrocientos mil periodistas de todo el mundo, compilados en la UNESCO.  Sí la sociedad civil o algunos de sus miembros, de forma individual o  colectiva se sienten agraviados, injuriados o consideran que este periodista cometió un delito de imprenta, están los tribunales de imprenta o los tribunales de ética, para juzgar un delito en el ejercicio de la profesión.

Si hay algo que endilgarle a Valverde es haber hecho trizas a la solemnidad y rigidez del periodismo acartonado, sin renunciar al rigor del dato, a la investigación periodística acuciosa.  En lo personal, es responsable de la estimulación positiva de las facultades intelectuales de un cuantioso número de personas que conforman su audiencia, y esto a veces puede ser interpretado como una herejía, por los que creen que esta prohibido pensar y opinar.

* Periodista y Cientista Jurídico

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