La otra élite

La otra élite

Caballero Pregunta

Julio César Caballero M*

Un encumbrado dirigente oficialista en tono reflexivo pretendiendo ser didáctico,  me resumió el proceso de cambio de la siguiente manera:”Es la sustitución de una élite por otra”.  Para mí, fue una demostración de gran capacidad de síntesis la de éste intelectual, que logró concentrar en una sola frase toda su doctrina  política y su objetivo estratégico al llegar al poder.

Pero, ¿que es una élite? Cúpulas y dirigencias no necesariamente políticas que controlan recursos y principalmente oportunidades que les dan protagonismo decisivo en la historia.  En Bolivia, las élites políticas que fueron desplazadas estaban seriamente cuestionadas por su falta de ética lo que terminó socavando sus bases ideológicas, por sus desaciertos y su pragmatismo expresado en la democracia pactada que las llevó al desgaste en poco más de 25 años.  ¿Corruptas? Si, y mucho. Con la tentación de vivir del estado, llegaron a enriquecimientos ilícitos a pesar de las revoluciones del comportamiento y la retórica con que se expresaban los  líderes de entonces.

Con la llegada de la élite emergente y su revolución democrática y cultural, estas prácticas son casi las mismas.   Los ideólogos del proceso de cambio hicieron muy buenos diagnósticos, pero no lograron posicionar hasta ahora, después de cuatro años en el poder, una conducta moral y ética que refleje en la realidad el avance en estos campos.

Hacer visibles a los invisibles de la historia, promover derechos de cuarta generación por su universalidad, utilizar lo étnico como recurso contra el mestizaje cultural, no es suficiente para decir que el cambio significó un avance.  Hay asignaturas pendientes relacionadas con la ética política, con la práctica democrática, con el reconocimiento de las minorías y su papel  en una sociedad plural.

Una mayoría electoral bajo el mando de un partido único, no es un indicador de buena salud democrática, porque un sistema de contrapesos desactivados puede tender a convertirse en la más peligrosa tiranía.

Si es por cambios reales, el poder debiera reproducir el estado de bienestar para todos, dejar de concebir al estado plurinacional como un gran “yacimiento” para enriquecimiento de los oportunistas.

¿La nueva élite logrará conseguir metas de desarrollo y diversificación económica más allá de las políticas de extracción de recursos naturales?

Dependerá de su capacidad de ubicarse en la realidad, esa que no es  sólo discursiva y arenga política electoral.  Realidad que tiene que ver con oportunidades de inversión privada en un estado de derecho pleno, que además se reproduzca y distribuya sus ingresos de una manera menos excluyente y sectaria.

Por ahora la economía ha estado al servicio del proselitismo político, con asistencialismo populista, y sin la previsión de un desarrollo sostenible basado en actividades productivas.

La nueva élite carga sobre sus espaldas con la responsabilidad del  verdadero cambio, sin artificios, ni folclore, ni escenarios de utilería cinematográfica.

*Periodista y cientista jurídico

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