Barcos con bandera boliviana — Paulovich

Barcos con bandera boliviana — Paulovich — 10.10.2002

Autor: x prensa y agencias

Publicado: El Nuevo Día, 10.10.2002

(10/10/2002)

Barcos con bandera boliviana

Paulovich*

Cuando supe que muchos barcos pesqueros surcan los siete mares haciendo flamear en sus mástiles nuestra hermosa tricolor, no pude menos que sentirme orgulloso pues de alguna manera habíamos vencido nuestro enclaustramiento y situación de país mediterráneo. Vestido de marinero me presenté a mi mujer para comunicarle que había decidido abandonar mi actividad de periodista para lanzarme a navegar por los mares hasta encontrar un barco con bandera boliviana y alistarme en su tripulación.

Acostumbrada a mis desvaríos, me miró fingiendo sorpresa y me preguntó por qué me había vestido hoy como heladero; aclarándole que mi glorioso uniforme no era de heladero sino un recuerdo de mi época de estudiante en el colegio San Calixto, diseñado para recordarnos que todos los bolivianos deberíamos ser marineros pues el mar no estaba irremediablemente perdido. Sin dar mayor importancia a mis palabras, me dijo que hiciera cualquier cosa, pero que no me alejara mucho de la casa y si me marchaba hacia mares lejanos le escribiera una vez por semana y le hiciera llegar mariscos y peces para invitar paella a nuestros hijos y nietos. Como no me gustan las despedidas llorosas, abrevié la conversación y salí de casa. Me dirigí a las oficinas del Registro Internacional Boliviano de Buques (RIBB) y creí que se encontraba en la Dirección de Tránsito en la avenida Santa Cruz. Acercándome a un oficial le pregunté si allá funcionaba la oficina para registrar buques. El oficial creyó que me hacía la burla y me indicó que él sólo registraba flotas, no buques, por lo que salí con el rabo entre las piernas. Fui al Ministerio de Relaciones Exteriores, pero todos estaban ocupados haciendo cábalas acerca de los nuevos nombramientos diplomáticos y alguien me aconsejó que me dirigiera al Ministerio de Agricultura, que allí también entienden cuestiones de pesca. Fui hacia esa importante repartición y tampoco conseguí información. Allí un alma caritativa me dijo que fuera al Ministerio de Defensa, donde debería buscar a algún jefe de la Fuerza Naval. Tomé un minibús para ir a la plaza Abaroa y allí una cholita se fijó en mi uniforme de marinero y en mi cara de desconsuelo. Cuando le conté mis cuitas, la cholita me dio la solución. Me aconsejó que ya no recorriera oficinas ni realizara ningún trámite. Que me fuera directamente al mar y comprara una embarcación. Estando en la mar -me dijo- “tú le pones en el mástil nuestra bandera y comienzas a pescar sin pedir permiso a nadie”. La cholita concluyó: “También en el mar los bolivianos somos informales y tienes que comportarte como un buen gremialista que instala su quiosco donde le da la gana y comienza a vender. Así nomás funcionan las cosas en Bolivia”.

*Paulovich es periodista

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