Los campos de concentraci?n del nazismo – Ismael Serrate Cu?llar – 11.5.2005

Los campos de concentraci?n del nazismo

 

Ismael Serrate Cu?llar (*)

La concentraci?n en un lugar determinado de personas juzgadas peligrosas para la seguridad del Estado fue muy utilizada durante la I Guerra Mundial. Con ello se buscaba el control de un grupo numeroso mediante pocos efectivos de vigilancia. Stalin us? los “campos de re-educaci?n mediante el trabajo” para extender su control sobre el aparato del Estado, eliminando disidentes. Los japoneses recluyeron a los civiles europeos y americanos, tanto mujeres como ni?os, para humillar a los “prisioneros blancos”.

Fueron los nazis, sin embargo, quienes llevaron al l?mite del horror sistem?tico la inhumanidad de los campos de concentraci?n. En teor?a, estaban destinados a lograr la reeducaci?n de ?subversivos? mediante el trabajo. “Arbeit macht frei”, el trabajo los har? libres, rezaba en la puerta de entrada. Himmler refin? su uso pol?tico para hacerlos un instrumento al servicio del poder totalitario y dictatorial. Era la imposici?n del terror. Entre 1933 y 1944, m?s de un mill?n de alemanes pasaron por los campos de concentraci?n. Eran los enemigos del r?gimen. Durante la guerra se abrieron nuevos campos, llegando a m?s de un millar de lugares de detenci?n o exterminio en 1942.

Cuando Hitler decide eliminar a los jud?os, en 1941, los campos de Majdanek y Auschwitz se destinaron para ese fin, con uno y cuatro millones de v?ctimas, respectivamente. A ellos se juntaron cuatro nuevos campos: Chelmno, donde hubo 340.000 asesinados; Belzec, con capacitado para exterminar a 15.000 personas diarias; Sobibor (20.000 por d?a) y Treblinka (25.000 por d?a).

El exterminio ten?a un plan preconcebido. Al bajar del tren que los llevaba al campo, las v?ctimas eran desvestidas, sus cabellos eran rapados (para confeccionar parte de la vestimenta del personal) y eran conducidos directamente a la c?mara de gas, creyendo que iban a ser desinfectados. Los dientes de oro eran arrancados a los cad?veres; anos y vaginas eran explorados en busca de objetos de valor. Los cuerpos eran r?pidamente quemados en hornos: de ellos, se hac?a jab?n, grasas y otros productos.

En la ?ltima fase de la guerra, cuando Alemania se bate en retirada, las condiciones de vida en los campos empeoraron aun m?s, si cabe. Los campos fueron abandonados y los prisioneros obligados a marchar a pi?, en pleno invierno. Los discapacitados fueron directamente eliminados donde hubo tiempo para hacerlo. Por los caminos, quedaron miles de cad?veres con un tiro en la nuca.

La liberaci?n de los campos oblig? a los aliados a observar un espect?culo dantesco: montones de cad?veres, supervivientes desnutridos y enfermos. En Bergen-Belsen, los brit?nicos encontraron 10.000 cad?veres y 38.500 seres agonizantes, de los que un tercio acab? muriendo. Eso sin contar los experimentos realizados por los m?dicos de la SS, especialmente con mujeres y ni?os. Es dif?cil conocer la cifra de asesinados. La documentaci?n fue destruida. Se estima, sin embargo, entre 7 y 11 millones de personas.

60 a?os despu?s del fin de la guerra, no podemos olvidar. Por eso debemos luchar por el Estado de Derecho. Por eso debemos expresar nuestra esperanza de que ese no sea el modelo que los dirigentes del MAS y del Movimiento Sin Tierra piensan utilizar, despu?s de su experimento en Los Yuquises. Ojal? tampoco utilicen el modelo casero de Corocoro, Unc?a, Catavi, Siglo XX y Curahuara de Carangas, alimentados por el Control Pol?tico en La Paz y ?anderoga en Santa Cruz. De todos nosotros depende que as? no sea.

(*) Fuente: Artehistoria

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