Lo inviable como estrategia – Ismael Serrate Cuéllar – 18.9.2004

Lo inviable como estrategia

 

Ismael Serrate Cuéllar

 

 

Siempre me he preguntado cuál es la motivación que tienen los ideólogos de los terroristas. Cuál puede ser la motivación conceptual que tiene un grupo para asesinar a inocentes, la mayoría niños, como lo ocurrido en Beslan.

 

Toda acción política tiene un motivo, un fin. Los analistas del terrorismo dicen que sulógica es mostrar que el estado es incapaz de dar a sus ciudadanos lo más elemental que tiene que ofrecer: seguridad. En la época de los feudos europeos, el señor feudal aseguraba protección a sus vasallos, a cambio de obediencia y tributos. De esa manera existió un modo de producción que duró siglos, hasta el surgimiento de la burguesía. Al igual que la caída del socialismo real, el feudalismo desapareció por causas objetivas y no por conceptos voluntaristas. La burguesía se organizó para producir mejor que los señores feudales. Lo mismo ocurrió con la Unión Soviética. Su caída no se debe a los discursos de Reagan o a la guerra de las galaxias. Se debe a que el estado soviético no logró producir bienes y servicios de calidad suficientes para competir con aquellos que la sociedad capitalista ofrecía en el mercado. Esos bienes y servicios incluían armas, por supuesto, pero no se limitaban a ellas. Más bien, a pesar que se destinaba gran parte del presupuesto a la maquinaria de guerra, los resultados no eran competitivos. Cada vez se ofrecía menos servicios públicos elementales, por mera incapacidad productiva.La sociedad soviética comenzó a sentirse desprotegida y así comenzaron los cambios que originaron diversas repúblicas y la actual Federación Rusa.

 

Sin embargo, a la sensación de seguridad que un estado debe ofrecer hay que ponerle un componente fundamental: el elemento moral. La ideología no puede crearse sobre la base del asesinato de niños o del odio, por más real que sea. Tampoco puede sustentarse en mentiras o irracionalidades.

 

Esto último es lo que está haciendo el principal ideólogo del MAS, Álvaro García Linera, en su reciente artículo en Le Monde Diplomatique. Para sostener las ventajas de la nacionalización de los hidrocarburos, presenta unos números atractivos. Bolivia podría generar, según el ideólogo, excedentes para el estado por unos 2.000 millones de dólares anuales, antes de pagar indemnizaciones. Para lograrlo es muy simple. Como soplar y hacer botellas. La cuenta que el ideólogo esconde es que para esos números habría que vender más de de 10 trenes de gas o, en lenguaje más laico, casi 5 veces lo que vendemos ahora. Y a buenos precios. El estado tendría que invertir en el sector hidrocarburos (como en la maquinaria de guerra soviética), lo mismo que hoy invierte en educación, salud, pensiones, policía, fuerzas armadas y burocracia pública, sumados. Todo eso financiado, supongo yo, por algún genio de las finanzas capaz de vender las pirámides de Egipto. Los compradores del gas tendrían que ser los mismos a los que quitaríamos sus inversiones. Petrobrás en Brasil, Repsol en Argentina y México. De repente también a Hugo Chávez y a Fidel.

 

La lógica del terrorismo es igual en todas partes. Hay que destruir para sembrar sobrecenizas. No importa si el abono está compuesto de úrea o de cadáveres de inocentes. No importa que el causante de la miseria de nuestro pueblo hay sido el estatismo imperante hasta principios de los años 80. El poder, como decía el Chori Pereyra, es afrodisíaco. Hay que lograrlo a cualquier costo. O como dijo el ensayista francés Michel de Montaigne, hace 400 años: ningún hombre está libre de decir burreras. El problema es cuando las burreras se dicen en serio.

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