Si los neonatos pudieran bloquear las calles… — Ismael Serrate Cuéllar — 31.08.2004

Si los neonatos pudieran bloquear las calles…

(Un enemigo del pueblo – 3)

 

Ismael Serrate Cuéllar

 

 

Cuando Erick Ibsen escribió hace más de 100 años “Un Enemigo del Pueblo” no se imaginó a un país lejano como Bolivia. Pero se aplica muy bien.

 

Vuelvo a decir que no soy un enemigo del pueblo, pero me asusto cuando veo la facilidad con que se negocian acuerdos bajo presión y cuando escucho la facilidad con que se habla de millones de dólares. Me asusto con la cobertura que dan los medios de comunicación a aquellos que creen que la plata aparece solo con chasquear los dedos y que se la puede gastar al troche y moche. Tiemblo solo de pensar en lo que ocurrirá, cuando los que nunca han vivido en un mundo real, asuman un mayor grado de poder y sigan pensando que somos el obligo del mundo, para que todos nos aguanten lo que nos viene en ganas.

 

La pobreza en que vive nuestro país desde hace siglos no es misterio para nadie. Tampoco la incapacidad de nuestros liderazgos históricos. Esa realidad, sin embargo, no puede ser utilizada para creer que podemos vivir sin producir o para pensar que los problemas se resolverán por obra y gracia de algún santo, sin poner mucho esfuerzo y trabajo. Con todos sus defectos, en los últimos 20 años el país mejoró significativamente sus indicadores sociales. Lo más importante, es el país de toda América Latina que más elevó su Índice de Desarrollo Humano (IDH), tanto en términos absolutos cuanto porcentuales. Bolivia sigue gastando mucho y mal, pero gasta en lo social más del 60% del total del gasto público, cuando hace 20 años no gastaba ni el 40%.

 

¿Cómo logró Bolivia incrementar el gasto social? Simplemente porque dejó de gastar en empresas públicas. Dejó de utilizar en elefantes blancos los impuestos y regalías para destinarlos a educación y salud. Podría haberlo hecho mejor, pero la realidad es que hace 20 años la gente se moría de “pasmo y arrebato” en sus casas y ahora puede intentar acercarse a un centro de salud. No el centro que todos quisiéramos, pero por lo menos tiene más posibilidades que antes. Por eso es que los indicadores sociales mejoraron.

 

El costo de perforar un solo pozo petrolero equivale a tres meses de toda la planilla del sector salud del país. Y de cada cinco pozos solo unoefectivamente produce. Eso quiere decir que, para tener un pozo produciendo, hay que invertir más de lo que Bolivia gasta en un año en toda la planilla de sueldos de médicos, enfermeras, auxiliares, administrativos y burócratas que trabajan (o no) en los centros de salud, desde Yacuiba hasta Cobija, desde San Matías hasta Charaña. La inversión extranjera anual promedio de los últimos años en el sector hidrocarburos equivale a unas cinco o seis veces la totalidad del gasto e inversión del país en salud.

 

El drama de la maternidad es el drama de nuestra pobreza. Pero no debemos equivocar el análisis. Los médicos hacen lo imposible, con mucho amor a su trabajo y a sus pacientes, para sacarlos adelante. Con el rumbo que están tomando las cosas en nuestro país, es muy probable que la situación empeore, porque el estado tendrá que dejar de invertir en salud para apoyar la nueva YPFB. Y la nueva Comibol. Y la nueva Karachipampa. Y la nueva Corporación Boliviana de Fomento. Y tantas viejas cosas nuevas. Para que los promotores de proyectos, nuevos políticos también, tengan con qué divertirse. Para que puedan ser nuevos ricos. Para que los neonatos, que no pueden marchar, bloquear o sacarse sangre, sigan siendo los nuevos muertos.

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