Es fácil aplicar justicia: lo difícil es hacerla — Gabriela Ichaso Elcuaz — 12.8.2004

El país que tenemos

 

Es fácil aplicar justicia:lo difícil es hacerla

 

Gabriela Ichaso Elcuaz (*)

 

La justicia librada en los tres reinos de la naturaleza y los fenómenos climatológicos se traduce en las leyes de ella misma y la del más fuerte.

La especie humana, parte de esa naturaleza “apenas” diferenciada por el don de la razón, se las ha ingeniado para usarlo desde el principio de los tiempos en ser injusta:con la naturaleza y consigo misma.Donde no hay justicia, es peligroso tener razón, sentenció el pensador.

Como el aire, como el agua, como la tierra, como la vida y como el amor, la justicia es un bien imprescindible para la sobrevivencia del ser humano.Y, sin embargo, la hemos convertido en una guillotina al servicio de la dominación de unos sobre otros.

En nuestro país, hicimos del legado de Simón Bolívar en la Primera Constitución, un Poder Judicial que los “doctos” de Charcas redujeron a su gremio, hasta hoy.Mientras la Carta Magna establece como único requisito para el ejercicio de la función pública la idoneidad, la “justicia formal” se atrincheró en reservarse para su “letrada” reproducción, que para acceder al Poder Judicial no hay que ser un ciudadano idóneo, sino “abogado” con cinco, ocho, diez años de ejercicio.Pero además el sistema político heredero de los privilegios coloniales, a los fines de dominar “la justicia” y repartirse su aplicación por cuotas y conveniencias, designa a sus principales autoridades desde su representación oficial pactada en el Congreso de la República.

Para valorar pruebas y aplicar normas, no hace falta ser abogado ni juez sino ser justo y ser correcto. La justicia no se limita a las leyes y su aplicación desde el Poder Judicial.El dicho popular de “si quiere que un político trabaje, no vote por él”, en la justicia va con “arregle mal pero no caiga en un pleito”, además que cualquier simpleza exige un escrito de abogado.

La justicia es un ideal del individuo universal, un principio de la comunidad y un servicio del Estado.No se limita a la presunción de inocencia y a la sentencia y sanción de culpabilidad, sino a dar a cada quien lo que le corresponde:trabajo a quien puede hacerlo, educación a quien la necesita, salud a quien la pierde, paz a quien es violentado.

Quedará en manos del Poder Constituyente, si llega a darse, o en su defecto, en la mesa de discusión abierta y hasta hora en suspenso, la nueva configuración del Estado boliviano, rompiendo mitos y taras hacia una desjudicialización de la justicia, con jueces ciudadanos y municipales de paz y conciliación; hacia una compatibilización de la justicia comunitaria y sus invalorables conceptos con la “justicia formal” para que ésta deje de ser “ordinaria” y se reordene en cuanto a territorio, población y carga procesal; hacia una abolición de todos los fueros creados por intereses inconstitucionales y que apañan la injusticia más grande contra el ciudadano común al permitir una justicia para los médicos, otra para los parlamentarios, otra para los periodistas, otra para los funcionarios públicos, otra para los abogados y, aunque parezca increíble, otra para el propio Poder Judicial.

 

(*)Concejal de Santa Cruz de la Sierra

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