El mensaje del 16 de noviembre de 2001

 

El mensaje del 16 de noviembre de 2001

Autor: Carlos Dabdoub Arrien

Publicado: El Nuevo Día, 18.11.2001

 

(18/11/2001)
Opinión
El mensaje del 16 de noviembre de 2001
Carlos Dabdoub Arrien

Es muy posible que nuestros alegres detractores pretendan mañana minimizar el enorme esfuerzo que hizo el pueblo de Santa Cruz este pasado 16 de noviembre y nos pregunten ¿qué harán después de esto?. Por tanto, adelantándome a esas consabidas críticas de quienes no les importa el progreso de Santa Cruz, quisiera destacar los efectos y las repercusiones de esta multitudinaria manifestación, congregada en la histórica plaza de armas.

En primer lugar, nos reunimos para demostrar al país y al mundo que ante las contingencias, Santa Cruz siempre dio muestras de un pueblo unido y seguro de lo que quiere y reclama. Estuvimos presentes para decirles a quienes hoy detentan el poder, y no duden que también lo haremos a los futuros gobernantes, que esa unidad significa que Santa Cruz por sus ideales o sus derechos, es una fuerza arrolladora.

En segundo lugar, esta convocatoria sirvió para que sepan el gobierno central y quienes siempre se han aprovechado de ese poder, que han mal entendido la tolerancia y la hospitalidad del cruceño como debilidad o indiferencia de nuestra parte. Si bien nuestra forma de ser, siempre será la misma, han quedado advertidos que a partir de este momento las reglas del juego serán diferentes. ¡Seremos tolerantes pero exigiremos que nos respeten!. ¡Contribuiremos a Bolivia con nuestras riquezas e impuestos, pero eso también tendrá su límite!.

No por incapaz que sea el sistema de gobierno que nos rige desde la creación de la República y los gobernantes de turno que han pasado, vamos a seguir soportando sus errores. En otras palabras, los poderes del Estado boliviano tendrán que decidir su relación con nosotros. Si somos parte de Bolivia, como hoy por hoy así lo sentimos, que se cumplan las leyes, se restablezca el orden, que termine la discriminación al Oriente boliviano y no se repartan nuestro territorio desde un escritorio de algún burócrata en La Paz. Si por el contrario, no toman en cuenta nuestras peticiones y las acciones gubernamentales siguen golpeando a nuestra región, entonces a Santa Cruz no le quedará otra cosa que considerar un nuevo pacto con el Estado, igual como lo hicimos en la Asamblea Constituyente de 1825, cuando se fundó Bolivia.

En tercer lugar, esta manifestación pacífica sirvió para mostrar a miles y miles de manos empuñadas para levantar las banderas de la democracia, entendida por el gobierno de todos y no como el aprovechamiento de pocos. Santa Cruz cree y defiende el sistema democrático, porque es sustento de nuestras libertades fundamentales y la mejor forma de elegir a quienes nos gobiernan en la ciudad, en el departamento y en el país. Pero, también esta convocatoria cívica dejó un mensaje de advertencia a nuestros elegidos: que el voto que les dimos no es un cheque en blanco para que hagan lo que quieran o se campeen impunemente, sin merecer ningún castigo y si bien, el pueblo entregó su poder a nuestros representantes, este mismo pueblo puede recuperar su soberanía y determinar su nuevo futuro, en caso que quienes gobiernan, en vez de servirnos, continúen sirviéndose de nuestra confianza electoral.

Este pueblo siempre se jugó por construir un hombre digno y libre, pleno de sus derechos políticos y civiles, donde todos, seamos iguales ante la ley. Esto ha costado sangre e incomprensión de quienes nunca nos han querido entender. A través de la historia hemos recibido estoicamente insultos y huestes punitivas, como si fuéramos colonia en nuestra propia república.

Siempre hemos explicado lo equivocado que estaban. Hoy es diferente. Como somos un pueblo de buena fe, sincero, lo único que nos importa es nuestra conciencia y las críticas de regionalistas o lo que se les venga en gana, sólo servirán para convencernos que lo que hacemos está bien, porque si todos sintieran a su tierra como los cruceños, quizás el presente de Bolivia fuera diferente.

En cuarto lugar, este acto fue para rechazar a ese modelo de Estado que con matices más o matices menos, siempre ha sido centralista, corrupto e ineficaz. Pues bien, Santa Cruz no acepta continuar con este modelo. Hasta ahora, las propuestas de reformas a la Constitución han sido simples parches de lo mismo. Queremos un poder autónomo no sólo para las alcaldías, sino también para el gobierno departamental, cuyas autoridades deben ser elegidas por el pueblo y no de manera indirecta, como algunos pretenden que sea. El pueblo cruceño no aguanta más el modelo unitario centralista. Exigimos gobiernos departamentales autónomos con elección directa de sus autoridades. Ahora, es preciso consolidar la alianza con los hermanos departamentos de Beni, Pando y Tarija, a efecto de romper las estructuras actuales.

En quinto lugar, el pueblo de Santa Cruz ratificó su soberanía territorial. Nuestra geografía es indivisible e inviolable y rechazará cualquier efecto depredador sobre sus recursos naturales, pues son propiedad inalienable de quienes habitan esta región. Por tanto, como no queremos ser más una colonia, todo uso de suelo es y será una decisión de su propia gente, para preservar la ecología regional.

Por último, votamos por la aplicación inmediata del Censo 2001 a efectos de una nueva distribución de diputados y recursos por coparticipación para nuestra Universidad y municipios de Santa Cruz. Además, se demandó más ítemes para salud y educación, acorde al crecimiento demográfico departamental.

Pero, volviendo a la pregunta de nuestros detractores, ¿qué después de esto?. Para la próxima, el Comité pro Santa Cruz y sus instituciones están comprometidas a convocar a un Cabildo Abierto, ya no para protestar o exigir, sino para decidir por su propia autodeterminación el futuro de Santa Cruz, que reclamará hoy y siempre libertad y autonomía, para nuestro bien y de toda Bolivia. De lo contrario, mejor será quedarnos en casa.

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