Willi Noack

Aparentemente todo sigue como siempre en Bolivia. Pese a un gobierno muy lerdo y burocrático (lo que al mismo presidente lo tiene “cabreado”, según sus propios términos) por el momento no se sienten enormes cambios en la vida cotidiana de la mayoría de la gente. Los datos macroeconómicos siguen favorables por las relativamente buenas condiciones internacionales. Se siente una autopropulsión, la máquina funciona por el momento sin maquinista gracias a una fuerza cinética inherente.

El gobierno ha anunciado la “refundación” pero ésta no se siente por el momento. Las medidas puestas en marcha (por ejemplo la nacionalización o el Estado laico) no tienen todavía impactos que se puedan sentir. Las altas expectativas en los cambios anunciados por parte de los unos y los profundos temores de los otros por los mismos cambios no son actualmente más que meros anuncios. Si bien no se ha producido la conquista del poder total, objetivo primordial del oficialismo soñando con la victoria del 80% en las urnas, el MAS tiene poder pero, pese a su simple mayoría, no prosperan las políticas refundadoras.

La oposición ha resucitado y se hace oír. Muchos conciudadanos empiezan a observar y manifiestan sus protestas, pero todo de manera civilizada y normal, pues ningún gobierno puede satisfacer a todos. También se está conformando una resistencia entre algunos jugadores globales y gobiernos, y la euforia inicial por la afinidad izquierdista ha cedido a una evaluación prosaica, pues los países tienen intereses y no amores.

Sin embargo, los que advirtieron del peligro de una revolución bolchevique no se han equivocado. La marcha hacia el comunismo no está a la vista – nada más. Reina la calma si bien con amorfas dudas. Los profetas de la Apocalipsis no se equivocan. Hay quienes sospechan en base a sus interpretaciones muy atentas de indicios sutiles de que se trata de una calma momentánea antes de la tempestad.

¿Cuándo se producirá la tormenta de la confrontación?

En términos generales: se producirá cuando la “revolución democrática” que debe conllevar a la refundación no se logre respetando las reglas de juego del –todavía- vigente orden democrático. Cuando la farsa de camuflar la revolución como un “movimiento social del pueblo” con sus “36 naciones indígenas” que “exigen cambios” a través de su “Estado Mayor del Pueblo” ya no pueda mantenerse y cuando los perfiles de las intenciones verdaderas aparezcan más nítidos. Todavía no ha llegado para mucha gente esta desilusión. La historia muestra que la población se entusiasma muy rápido y fuertemente pues la gente juzga con su sentimiento en vez de su cerebro, pero cuando la misma gente se da cuenta que fue engañada retira con bronca y rabia su aprobación. Esta “resaca” vendrá cuando se hace sentir el desabastecimiento de los elementos esenciales (gas doméstico, diesel) y cuando errores tácticos políticos y la equivocada política económica causen problemas y luego caos. Lo que es imposible pronosticar es el tiempo que necesitarán tales procesos; hay desfases (“time-lag”).

Ese será el momento en que soplarán los vientos violentos. Las presiones callejeras, los cercos, los dinamitazos, los bloqueos de los unos y las reacciones determinantes de los otros se enfrentarán. Varios constituyentes amigos recuerdan el 9 de junio del 2005 en Sucre, y admitieron sentir miedo pensando en los militantes de “movimientos sociales” que “fiscalizan” el trabajo de la AC (por ejemplo queriendo imponer modalidades ilegales como el voto con simple mayoría cuando la Ley exige dos tercios para aprobaciones). Existe un clima de temor y miedo, en Sucre, en La Paz y en muchos lugares del país.

En resumen: la vida cotidiana sigue aparentemente su ritmo de siempre, pero hay quienes temen que las posiciones diametralmente opuestas son señas del conflicto pues son incompatibles y no hay ánimo de buscar conciliación. Por eso, es probable que estemos en momentos de calma antes de la tormenta anunciada.

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