Para que conste en acta – Cuatro años y cien días sin Alcalde y sin planes (II)

 

Para que conste en acta – Cuatro años y cien días sin Alcalde y sin planes (II)

Autor: Gabriela Ichaso Elcuaz

Publicado: El Deber, 26 de mayo de 2000

 

Decíamos que en el período 1996-1999, no nació una sola Ordenanza de definición de grandes políticas municipales. Ni siquiera el Plan de Desarrollo Municipal Sostenible, que el 80% de los municipios del país ya lo tienen.

La incapacidad de Johnny Fernández se traduce en su falta de visión de estadista, de voluntad política y de servicio a la comunidad, demostrada una vez más al contratar en mayo de 1998 los servicios de la consultora Coopers & Lybrand por 370 mil dólares para elaborar una propuesta de organigrama municipal, sin contar con un bendito plan para la ciudad. Nuevamente anteponiendo lo accesorio a lo prioritario, la decisión es para perfumar un desorden institucional que no tiene pies ni cabeza y que hasta ahora no sabe por dónde empezar a poner en su lugar.

Sólo la presión insoslayable de la nueva Ley de Municipalidades de noviembre de 1999, obliga a Johnny Fernández a iniciar a las apuradas y luego de cuatro años perdidos, el proceso para contar con un Plan de Desarrollo Municipal Sostenible -a como dé lugar- hasta el fatídico e impostergable mes de octubre de 2000. Hoy, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra con más de un millón de habitantes, un crecimiento poblacional del 6,7% anual y un índice igual de crecimiento de las necesidades básicas de la ciudad, se encuentra en una doble crisis: en la inherente a su propio crecimiento y en la generada desde el propio Gobierno Municipal, que la abandonó cuatro años y que continúa a la deriva.

La “Convocatoria Ciudadana”, organizada por Johnny Fernández en febrero de este año, con el objeto de iniciar el proceso de planificación participativa y estratégica para definir “el Municipio del Nuevo Milenio”, quedó como el Diálogo I en puro verso. De buena fe asistimos algunos Concejales, otros pensadores y profesionales del urbanismo, la planificación local y la participación social, así como unos cuantos representantes de instituciones regionales. De buena fe, digo, porque hasta hoy -cinco meses antes de que fenezca el plazo perentorio para elaborar un PLAN PARA UNA CIUDAD DE UN MILLON DE PERSONAS- siguen capacitando a un virtual equipo técnico y postergando para la hora nona el trabajo directo en y con los distritos. Y si Johnny destinó 320 mil dólares municipales en un organigrama descontextualizado, en el POA 2000 no existe una suma ni siquiera más o menos parecida para un tema tan fundamental como es el famoso plan para la ciudad.

En relación particular a la “Convocatoria Ciudadana”, organizada por el Ejecutivo Municipal, a título de iniciar un proceso de planificación participativa y estratégica, resulta tan extraño como vergonzoso que las exposiciones de los funcionarios municipales omitieran las políticas municipales ya señaladas, dejadas por otros y vigentes (porque no se les ha ocurrido mejorarlas)-, además de querer borrar groseramente de la memoria colectiva lo actuado en favor de la ciudad por el Gobierno Municipal en las gestiones 1990-1995. Es una burla a la institucionalidad, a la planificación urbana y a sus profesionales, el tirar al basurero trabajos oficiales como el Informe de Desarrollo Humano – Elay Santa Cruz, de 1993; la Estrategia Municipal de Desarrollo Urbano; el Plan Prioritario de Construcción del Equipamiento Comunitario Distrital; el Estatuto de la Casa Municipal de Cultura; el Plan de Desarrollo Urbano Local; los Lineamientos Estratégicos establecidos por 80 instituciones convocadas por el CEDURE; etc, etc.

No se ha tomado en cuenta a los gobiernos municipales de Cotoca, El Torno, La Guardia, Porongo y Warnes, integrantes de la Mancomunidad Metropolitana y cuyas jurisidicciones han sido invadidas económica, social y culturalmente por Santa Cruz de la Sierra, además que ya cuentan con sus Planes de Desarrollo Municipal Sostenible.

Finalmente, no dejan de indignarnos las mentiras populistas y prebendalistas en el hecho de que, tal como sucediera con el Plan de Excelencia Municipal de las elecciones municipales 1995, esta vez el Plan Estratégico Integral propuesto por Johnny Fernández en los comicios municipales de 1999, quedo reconfirmado que nunca existió porque nada está traducido en el POA que él mismo confeccionó. Apenas las deudas de las pocas obras aisladas e inconclusas arrastradas desde 1997 en cada presupuesto anual.

La cooperación internacional, que tiene recursos comprometidos en la gestión local, debe exigir al Gobierno Municipal garantías de cumplimiento de las normas que rigen a los municipios de nuestro país en general y que reglamentan los procesos de planificación participativa y estratégica en particular.

La Corte Departamental Electoral debería proceder al registro de seriedad y compromiso de las propuestas de gobierno presentadas por los partidos políticos en los procesos electorales, para que sean cumplidas por las autoridades electas y la ciudadanía no sea nuevamente víctima de promesas falsas como la basura gratis, la excelencia municipal y cuanta cosa “integral” aguanta el papel.

La sociedad civil, a través de las organizaciones territoriales de base y las organizaciones funcionales, debe movilizarse en sus respectivos distritos para participar de forma activa en el proceso de elaboración del Plan de Desarrollo Municipal Sostenible (PDMS), vigilar que sus demandas sean incorporadas de acuerdo a sus propios requerimientos y que nadie usurpe el derecho de cada vecino de decidir y hacer cumplir sus propias prioridades.

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