Paros cívicos

 

Paros cívicos

Autor: Alfonso Moreno Gil

Publicado: Santa Cruz, 1ro de enero del 2000

 

En 1989 fui electo, por primera vez directivo del Comité pro Santa Cruz, y desde entonces he participado en todos los directorios de la entidad y en la Asamblea de la Cruceñidad. Durante los diez años que llevo en el movimiento cívico, y en toda la historia del Comité, he compartido decisiones en defensa de los intereses colectivos, pero nunca algún dirigente de la entidad se ha desesperado en llevar a cabo un paro departamental; por el contrario, siempre se ha hecho lo posible para evitar estas medidas, que si se las adopta es por fuerza de las circunstancias. Todos los conductores del Comité deseamos que los problemas se resuelvan mediante el diálogo; no obstante, cada situación conflictiva tiene su límite y aquí, en Santa Cruz, sabemos que en diversas oportunidades se ha tenido que actuar con firmeza para poder obtener la atención del poder central a legítimas demandas del pueblo cruceño. Mucho de lo logrado ha sido a través de medidas de presión, marchas, huelgas y, finalmente, paros cívicos. Empero, constantemente nuestra disposición de diálogo ha estado abierta y lo seguirá estando en aras de una armónica convivencia entre gobernantes y gobernados.

Comprendemos que a todos perjudica un paro, pero ¿qué otro medio disponemos si las instancias establecidas en la Constitución generalmente no funcionan como debieran frente a los requerimientos colectivos? A los partidos les interesa la opinión de la sociedad en épocas electorales, pero si llegan al gobierno se acaba el halago. En el caso de los parlamentarios, no podemos negar que las cosas están cambiando. Cualitativamente hemos mejorado. Hay parlamentarios con excelentes intenciones, con genuina voluntad de servir la pueblo, interpretando sus necesidades. Sin embargo, aún hay mucha influencia de los partidos sobre ellos. También es justo señalar que nuestro representantes en el Legislativo no siempre tienen las condiciones económicas y técnicas para responder pronto a las exigencias de la sociedad, lo que ocasiona un aparente desinterés. Por otro lado, es ya una consabida costumbre que el Poder Ejecutivo dilate, más del tiempo prudente, el tratamiento y la solución de los problemas. Las reparticiones gubernamentales, con honrosas excepciones, cumplen su rutina sin interesarse en lo que sucede más allá de sus recintos. Quizá por ello se acumulan los problemas del país, de las regiones y de los distintos sectores.

Esta percepción hace que la sociedad civil busque cómo hacerse escuchar, y a veces recurre a los paros cívicos que provocan serias preocupaciones a los gobiernos probablemente por temor al “rating” de impopularidad, y porque la oposición suele aprovechar cualquier difícil coyuntura para pescar en río revuelto. El Comité pro Santa Cruz ha remitido al Gobierno una lista de quince graves problemas que afectan a la región, con la sana intención de iniciar un tratamiento conjunto. En especial, nuestra institución desea concretar una ronda de conversaciones con los ministros de las áreas correspondientes, para que los problemas sean resueltos uno a uno, comenzando por los más apremiantes. Esto evitará un mayor descontento regional, y la realización de marchas, bloqueos y paro.

La superación de los conflictos que hoy inquietan a Santa Cruz y al país debe partir de la decidida voluntad política del Ejecutivo. Actualmente urge buscar soluciones de fondo; concertar mediante un fructífero diálogo entre los responsables de las respectivas secretarías de Estado y la representación de la sociedad civil organizada. Al fin y al cabo, los ministros han sido escogidos por el Presidente de la República para que lo ayuden a gobernar, en beneficio del Estado y de la ciudadanía.

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