Evasión Fiscal

 

Evasión Fiscal

Autor: Alfonso Moreno Gil

Publicado: Santa Cruz, 20 de junio de 1999

 

Es la acción del contribuyente para eludir un determinado impuesto.

Vamos a convenir en que se trata de un mal estructural de nuestro país, y como parte de la ciudadanía nacional, tenemos que aceptar nuestra responsabilidad en este hecho delictivo sino un medio de vida. Bien, ésta es la triste realidad. Nos hemos acostumbrado tanto a convivir con la evasión impositiva en todas sus formas que ésta se ha convertido en moneda corriente y de verdad duele aceptar esta situación. Duele reconocer que todos los bolivianos, en mayor o menor grado, cuando llegamos a ser contribuyentes no damos importancia al deber de pagar impuestos, actitud ocasionada por todos los casos de estafas al Estado, negociados, enriquecimiento ilícito, contrabando, evasión impositiva y de un sinfín de actos de corrupción que, pese a grandes despliegues publicitarios y denuncias de castigo, nunca o casi nunca se inició proceso judicial alguno, y cuando se hizo casi siempre terminó en farsa. Lamentablemente los mensajes que el ciudadano recibe no indican una real voluntad de corregir la corrupción en las instituciones públicas. Por tal motivo la impunidad aparece en todos los sectores y niveles de estas instituciones. Da la impresión que aquel que estafa más al Estado es el mejor. Cuántas veces no hemos escuchado decir: “No seas burro, si estás en un cargo público aprovecha y roba; total, lo hagas o no lo hagas, igual dirán que robaste”.

¿No es cierto que hay un acuerdo no escrito entre contribuyentes y funcionarios públicos para facilitar, por todos los medios, la evasión fiscal? ¿No es cierto que los partidos políticos sugieren a sus militantes recaudar fondos para cumplir los famosos cupos? ¡No es cierto que muchos funcionarios aprovechan de los cargos públicos para aumentar sus ingresos económicos? También es verdad que el sistema de impunidad imperante en todos los niveles sociales permite que muchos empresarios, importadores, comerciantes y todos aquellos que por algún motivo tienen que pagar algo al Estado, hagan y acepten propuestas de evasión impositiva. Este problema se presenta en el pago de impuestos de cualquier índole, ya sea en la Aduana, al internar mercaderías al país; en Impuestos Internos, al pagar el IVA o el impuesto a las Transacciones, o en los impuestos a los inmuebles o a los vehículos.

El gobierno tiene la gran responsabilidad social e histórica de iniciar una acción en contra de la corrupción, y no se debe tener miedo de descubrir y castigar a los responsables. El hecho de dar a luz pública los actos de corrupción y de castigar a los culpables, principalmente a los funcionarios públicos, sean estos ministros, directores o lo que sean, devolverá al ciudadano común la fe en el Estado y en los gobernantes, y también le dará al Gobierno la fuerza moral para exigir al ciudadano que cumpla sus obligaciones tributarias de acuerdo a Ley.

Es suficiente que el ciudadano perciba que hay corrupción en las instituciones públicas para acentuar su desconfianza y dejar de pagar impuestos. Autoridades: sean diferentes. Tendrán el apoyo de la sociedad civil. En todos los gobiernos de nuestro país, en todas las épocas ha habido hechos de corrupción con graves daños al Estado. Ahora es el momento de ser diferentes. Que este Gobierno sea recordado como el que inició de verdad, y con transparencia, la lucha por cambiar a nuestro país.

¿No es cierto que en todas partes la población pide mayores recursos económicos para satisfacer sus necesidades y que por más buenas intenciones que tenga el Gobierno no hay dinero suficiente? ¿Por qué no iniciamos una gran campaña para disminuir los niveles de evasión fiscal y todo lo adicional que se recaude sea devuelto al ciudadano en obras y servicios? Para hacer esto no es necesario salir a cazar brujas, sólo exigir que todos los funcionarios públicos, principalmente los de mayor rango, tengan la voluntad política y cívica de pensar primero en el país y después en el país y siempre en el país.

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