Willi Noack

Nadie  tiene la bola de cristal para pronosticar el futuro.

Cuando el tren anda sobre rieles firmes es posible adivinar de manera inteligente el avance, pero en Bolivia justamente esta condición no está dada: algunos desean dirigir el tren en una dirección que otros bajo ninguna condición aceptarán.

Es un futuro incierto que nos espera cuando esta vez festejaremos el cierre de un año para recibir el nuevo.

El programa del oficialismo es la “refundación” del país sin que hasta la fecha hayan explicado y admitido sin vueltas que se pretende constituir una Bolivia comunista de corte totalitario. Modernizar la sociedad y reformarla para reducir las múltiples injusticias manifiestas fue un proyecto bien visto por una mayoría de los electores, pero construir un país carente de las libertades individuales garantizadas constitucionalmente -lo que paulatinamente se percibe como el proyecto de fondo, por ejemplo amenazando la libre expresión de la opinión,- ya no cuenta con la cómoda mayoría, casi suficiente, para lanzar una “revolución democrática”, expresión cínica para camuflar el intento de suspender seudo-democráticamente la democracia y erigir un estado totalitario.

El oficialismo todavía logra con gran habilidad -¡que verdaderamente impresiona!- atontar grandes segmentos de la población pero es poco probable que la intención inicial de aplicar un golpe aparentemente “legal” a la democracia, mediante una nueva Constitución Política del Estado con ideas comunistas, triunfará, con la consecuencia de que para la “refundación” se hace necesario aplicar un “Plan B”: presionar con la violencia de la calle y militarizaciones para conseguir el objetivo que no se abandona para nada y que es y sigue siendo la Bolivia comunista, por supuesto evitando este adjetivo y utilizar otras palabras seductoras para emborrachar la perdiz.

El peligro consiste por lo tanto en la obstinación nada disminuida de instalar un régimen comunista y si fuera ineludible mediante una revolución sangrienta. Las condiciones objetivas se presentan de manera alarmante, mencionando como ejemplos la gran disponibilidad de recursos financieros, el asesoramiento internacional de expertos, la exitosa comunicación social y el hábil marketing político, la logística eficiente, y otros factores determinantes más. Mientras, los defensores del “Modelo Santa Cruz”, es decir de la democracia representativa, del Estado de derecho, de la economía social de mercado y de la conversión del país en un miembro competitivo de la comunidad internacional lamentablemente muestran todavía en bastantes oportunidades preocupantes debilidades.

En este macro marco con nubes oscuras se destaca por otro lado un despegue prometedor que permite tener optimismo, sobre todo para el futuro del oriente boliviano. Es impresionante que la vida cultural reciba importantes impulsos, la cultura de hacer negocios acepta las normas internacionales, la organización de los servicios públicos y privados ha logrado espectaculares mejoras, si bien con la necesidad de perfeccionamiento. La calidad de vida en el oriente boliviano con su “Modelo Santa Cruz” es una afirmación ampliamente respaldada de que mediante la evolución se logra progreso y que no hay necesidad de destruir los avances todavía incipientes pero reales con una revolución. Esta evaluación recibe su aval mediante la masiva migración de todas partes del interior de Bolivia a la región donde se vive pacíficamente con el “Modelo Santa Cruz”.

Entonces, ¿en qué nos quedamos en el momento de finalizar el año 2007?

¡Cuidado con el “wishful thinking” y la ley de la “self-fulfilling prophecy”!

La amenaza real consiste en la ejecución rigorosa y traumática de una revolución al estilo de la bolchevique, cubana o venezolana pues si fuese por su libre voluntad, la gran mayoría de la población no optaría por un comunismo trasnochado, y esta afirmación vale por las regiones donde rige el “Modelo Santa Cruz”.

En este sentido nos deseamos un feliz año 2008.