Albert Einsten

La imagen que nos ha llegado de Einstein, es la de los últimos años de su vida, los cuales pasó en los Estados Unidos, debido a sus bien conocidas dificultades con el régimen nazi.

Su apariencia física asemejaba la de un líder religioso, sus cabellos canosos y despeinados. Sus ojos reflejaban una mezcla de la profundidad de sus pensamientos y, a su vez, de tristeza. Esta imagen ha ido evolucionando en la mente popular y nos queda más bien una caricatura.

Sin embargo, si indagamos un poco más allá encontramos una personalidad casi tan impresionante como su trabajo en la física teórica.

Einstein creía en un mundo de simplicidad y armonía. Un aspecto de su personalidad que impresionaba profundamente a quien le conocía era su sentido del humor.

Aunque su interés por la física era absorbente, Einstein tuvo una activa participación en los eventos más importantes de su época. Fue altamente estimado por sus contemporáneos. Esto llegó a tal extremo que se le ofreció la Presidencia de Israel. Fue de gran importancia la carta enviada al Presidente Roosevelt haciéndole ver el peligro de la construcción de la bomba atómica por parte de Alemania.

Justo hasta sus últimas horas estuvo involucrado en actividades para el beneficio de la humanidad. Junto con Bertrand Russell se propuso la redacción de una declaración de científicos reconocidos, alertando sobre el peligro del armamento nuclear.

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