Sin afán de reformar – una reflexión provocativa

Sin afán de reformar – una reflexión provocativa

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 03.05.01

Desde su inicio hice un seguimiento al tema del HIPC y del Diálogo Nacional con una serie de artículos (que envío con gusto a algunos amigos que viven en el exterior). El Dr. Javier Carlos Cuéllar, “Cali”, creador con otros de Prosalud, y ahora residente en Jordania, me envió recientemente un e-mail donde me recomendó publicar otra vez estos artículos por no haber perdido actualidad alguna. Revisé mis artículos; tiene razón, y volver a publicarlos pasaría desapercebido pues nadie podria darse cuenta que fueron escritos el año pasado!!

Vivimos en el país de los “parches”, de la improvisación, solucionando lo urgente y poco atendiendo a lo importante, del cortoplazismo, de la preeminencia del principio de la conveniencia individual por encimo de los intereses colectivos; y donde vivo desde hace 20 años por haberlo elegido, esperando que habrá un futuro prometedor y que se consolide un proceso iniciado en aquel octubre de 1982. Hoy tengo dudas que eso sucederá.

Estamos estancados. Hace falta una fuerte presión sana de cambiar, nos guste o no. Sería una vana nostalgia de extrañar los “tiempos pasados”, como algunos lo hacen con sus recetas obsoletas; se trata de un autoengaño.

La democracia y la “Economía Social de Mercado” (que no es sinónimo con NEOLIBERALISMO) como modelos son los menos malos de todos los experimentados, pero su implementación en Bolivia es mala y, por supuesto, como consecuencia, los resultados son malos, debido al mal manejo de un buen modelo. Eso no pueden o quieren ver muchos de los criticones. Sólo para hacer una gimnasia intelectual debemos preguntarnos: ¿Cuál sería la alternativa factible, real, viable a la “Economía Social de Mercado” y a la democracia? ¿Cuál? Dicen que para Bolivia el modelo no sirve; es verdad, pensando en su aplicación criolla, pues no es un modelo compatible con una corrupción generalizada que es, dicen, parte de la “cultura” desde 1825.

Para combatir los malos resultados actuales, erróneamente atribuidos al modelo en vez de a su implementación “chuta” del buen modelo, hay que eliminar las causas de fondo que inhiben de que el buen modelo (reiteración intencional) deje sus beneficios como lo sucede en muchos países, donde sí hay confianza, esperanza y contento social. Pero, si la inversión pública en Bolivia se esfuma en gran parte, no habrá nunca progreso, y la economía social se convierte un el capitalismo salvaje, pues el dinero para el componente “social” se lo roba.

Contra la modernización de las estructuras políticas arcaicas hay boicoteo, oposición, desinterés, nomeimportismo y, en el mejor de los casos, una comprensión benevolente por unos cuantos Don Quijotes que luchan contra molinos de viento. ¡Pobres románticos ellos! ¡Soñadores! Tienen toda la razón, pero nunca van a prosperar sus sueños. ¿Erradicar la corrupción? Vaya, ingenuos, ella es una parte indivisible de nuestra cultura, desde el año 1825 y, quizás, desde 1492.

Cometí un error cuando pensé al inicio que esta oposición radica sólo en la clase política, en la “casta política” (siempre, con el deseo de salvar mi pellejo, confirmo que también hay buenos políticos, por si acaso …).

Hoy interpreto el mapa político de una manera diferente. La oposición a reformas en Bolivia, principalmente orientadas a erradicar la corrupción, con el fin de convertir a Bolivia en un país verdaderamente democrático, y no sólo de fachada democrática, social y económicamente viable, radica en todos aquellos que tienen una característica en común, por más que pertenecen a estrados sociales diferentes; en común tienen su participación en la cosecha de la corrupción. La población se divide pues por un lado, en todos aquellos que viven desde “relativamente bien” hasta “muy bien” (y con envidia intragrupal) gracias a la corrupción, y estos no quieren que desaparezca la corrupción porque no quieren perder esta situación bastante cómoda, privilegiada, de ganancias fáciles y sin las penurias de la competencia del libre mercado. Y todavía es impune y aumenta el prestigio social

Por otro lado, el otro segmento poblacional es conformado por todos aquellos que no participan en las bondades de la corrupción. Este segmento se subdivide, por ejemplo en envidiosos que tratan de pertenecer al grupo de los aprovechadores de la corrupción o, por dar otro ejemplo, por los relegados que ayer eran privilegiados, pero ya no lo son, y que tratan de ser otra vez integrantes exitosos el día de mañana. Por supuesto, hay gente que no participa en la corrupción, por tener nobles motivos y principios pero, lamentablemente, no son suficientemente principistas para luchar (por ej. denunciando con su testimonio público a los estafadores). Es gente noble, muy noble, pero no se identifica. A ellos hay que decir que con su permisividad son encubridores, pues otorgan por callarse.

Ahora, no pregunten cuántas personas pertenecen a los diferentes segmentos poblacionales. ¿Será que un millón o más se ha acomodado a la corrupción para sacar su tajada? Los funcionarios públicos (sin cumplir funciones) son contentos; y los exfuncionarios tampoco son en contra de la corrupción, sólo en contra del hecho de que están (temporalmente) afuera del circuito. El comerciante que coimea, está contento porque vende. El que no vende no está contra la corrupción en sí, sino frustrado que no le compren a él, pues está dispuesto a pagar también el 35% de coima.

Los bolivianos que están excluidos, son millones. Muchos se van a países del “primer mundo”, de preferencia a países con turbocapitalismo (EE.UU.). Además, no pocos admiran a los corruptos de arriba y quieren pertenecer a este grupo privilegiado. Son presa fácil a ser reclutados por ellos, asi sea con migajas. Además, el sensionalismo gana a la sensación, y el “cuarto poder” falla por caer en esta trampa, pues se dedica a la noticia amarilla y no tanto a una cruzada de orientación objetiva sobre temas complicados.

¿Cuántos son los Don Quijotes? Son pocos y, encima, por razones lamentables de egolatría, de protagonismo, de vanidades, falta de “química” y similares motivos aparentemente no logran unirse para que sean si bien un pequeño grupo de idealistas, si bien pequeño en número, pero grande y fuerte en calidad. Todos los integrantes de este grupo reclaman el liderazgo por si mismos y, por lo tanto, no hay una unión. Los partidos de la “Izquierda” muestran una imagen parecida.

La corrupción encarece la producción, quita competitividad, traba el desarrollo del país y, de esta manera, el estancamiento económico es una consecuencia directa de estructuras organizativas del Estado que facilitan la corrupción. Estas estructuras hay que mejorar, pero los vividores de la corrupción, una gran “rosca”, no están interesados en tales reformas. Esa es la situación continua de Bolivia, solamente peor hoy en día, es decir: nada nueva, solamente más aguda, más obvia, porque las deficiencias y la corrupción son cada vez más obvias y conocidas. La construcción del tramo carretero Abapó – Camiri depende de la institucionalización del SNC, o sea, de un cambio de una estructura de un despacho del Estado – pero no quieren perder este botín, ni los unos, ni los otros y, por eso, hay un atraso imperdonable. Construir la carretera Abapó – Camiri significa empleo, circulante, reactivación económica, existiendo el financiamiento, pero los “interesados” boicotean, por supuesto con argumentos que hábilmente camuflan los verdaderos motivos del atraso. Lo mismo sucede con Cotapata – Santa Bárbara, pues no es cuestión de un determinado tramo, sino de una estructura del SNC.

Dudo que habrá voluntad colectiva suficiente para realizar las reformas profundas desde adentro. Reformas vienen en muchos países, también en Bolivia, solamente cuando son inducidas desde afuera, por ej. condicionando una ayuda, como actualmente es el caso con el HIPC II.

No detecto muchas “fuerzas” comprometidas para la lucha por los nobles objetivos de construir una sociedad más justa. Hay esperanza de que el Comité pro Santa Cruz haga historia, fiel a sus tradiciones.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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