Realidades incómodas

Realidades incómodas

Autor: Willi Noack

Publicado: SECCION 100, 17.1.1989

El problema de la deuda del tercer mundo (un billón doscientos mil millones de dólares) se presenta bien diferente según el ángulo de vista del analista, más aún, cuando es objeto de discusión folklórica.

Son pocos los temas sobre los cuales las opiniones difieren tanto pero, básicamente, hay dos puntos de vista: el del acreedor y el del deudor.

Este último asume la actitud de la casi exigencia de créditos como su fuese una obligación de los países ricos otorgarlos, rechazando a la vez ciertas condiciones del acreedor quien, caso que sea la banca privada, exige garantías y el pago de intereses.

Si algunos políticos rechazan abiertamente el servicio de la deuda, argumentado que el precio social del cumplimiento ya no es soportable para el pueblo que muere de hambre pueden contar con el respaldo moral de su población. Otro argumento, no totalmente correcto (pero tampoco falso), es que un país soberano no puede aceptar que el FMI o el BM impongan sus conceptos políticos.

El análisis hormonal del endeudamiento acude a argumentos, influenciado por factores sicológicos poco medibles, como: “Indemnización por explotación durante el colonialismo” o por “neocolonialismo” frustrante mdiante dominio de los términos de intercambio, etc.

La prepotencia de los países ricos es cierta y provoca justas reacciones (el Ing. F. Illanes hace poco abandonó las negociaciones con el BM ?). En la reunión del BM en Berlín hubo fuertes críticas y autocríticas al abuso y la prepotencia del poder económico de los ricos.

Cómo piensan los acreedores

El otro lado de la moneda también esgrime argumentos reales:

Preguntando a un europeo sobre la ayuda al tercer mundo, que él con sus impuestos financia, escuchamos a la mayoría en conformidad (un 80% está a favor). Pero, hay ciertos “clichés”, en parte exagerados, en parte básicamente correctos. Por ej. el europeo no olvida fácilmente que hace unos veinte años un cacique africano adquirió un catre de oro, pagando con créditos otorgados a su pueble.

Existe la mejor voluntad, honesta, de aliviar con créditos la miseria de los más pobres, incluyendo la condonación o créditos, que en realidad son regalos por sus condiciones (muchos años de gracia, largísima duración, interés simbólico). Sin embargo, hay dudas sobre la cantidad de caciques; no solamente africanos. Este es uno de los motivos porque el acreedor o donador exige ciertos cambios en los países receptores contra la corrupción e injusticias sociales.

Si usted, Sr. lector, pide en cualquier lugar un crédito, tiene que aceptar ciertas condiciones o no recibirá el prestamo. Sabemos que la banca acreedora asuma la gerencia de una empresa deudora en mora, para no perder sus créditos. ¿Pero, quién provoca esto?

La tremenda fuga de capitales de países altamente endeudados, es un obstáculo de primer rango para la otorgación de nuevos créditos. Ayuda humana y sana no se dará si muy pocos hiper-ricos, en países super pobres, pueden comprarse más catres de oro de 18 quilates.

Es bien cierto que un ciudadano corriente y común de un país industrializado no conoce la miseria, pero el temor a los caciques que siguen apoderándose de la riqueza, es parte de su criterio pragmático. Lastimosamente, no se equivocan. Casi el 40% de la deuda de algunos países se encuentra en cuentas bancarias privadas de caciques, en el exterior.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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