Contrapuntos en la discusión ecológica

Contrapuntos en la discusión ecológica

Autor: Willi Noack

Publicado: SECCION 100, 08.05.1990

“Nada es tan cómodo como creer en algo que piensa otra persona, y esta tiene su opinión comúnmente de oídas.” (L. Tieck)

“Audiatur et altera pars.” (¡Qué se escuche también la otra parte!) (Séneca, Medea)

Dos citas nos conducen “media en res” al tratamiento de un tema muy difícil y complejo. Vale preguntarse: ¿a dónde van naturaleza y otras cosas?, pero es imprescindible buscar respuestas quizás más completas y coherentes.

Hablaremos de la ecología, del hábitat del hombre, de su conservación y protección.

Es necesario, para prevenir malinterpretaciones desde un principio, aclarar que yo también estoy convencido de que el deterioro del globo debe terminar.

Sin embargo, quiero introducir al debate algunos enfoques, condiciones, contrastes y limitaciones, e invitar a deliberar ampliamente estos argumentos para, tal vez, sacar conclusiones y llegar a recomendaciones más adecuadas a la problemática en conjunto.

Miremos lo que es la posición de un sector involucrado, y es el sector maderero:

“…no podemos negar que sobreviene en nuestro espíritu una especie de temor e incertidumbre respecto a la supervivencia de esta actividad, acosada en los últimos tiempos desde distintos ángulos, en forma completamente injustificada y maliciosa.” (Edgar Landívar L., Presidente Cámara Nacional Forestal.)

“Del mismo modo, ya hemos denunciado la total inexistencia de seguridad en que se encuentran las concesiones forestales frente a la permanente invasión de campesinos, que ponen en riesgo no sólo las inversiones del sector, sino la propia existencia de los bosques, debido a las prácticas de chaqueo indiscriminado que allí se realiza.” (Memoria Anual 1989 – 1990, Cámara Nacional Forestal.)

¿Cómo? ¡Quién no sabe (mejor dicho, pretende no “saber”)!, luego de haber leído y oído hasta un cierto cansancio, que el sector maderero es el “depredador” número uno.

“Evidentemente”, el portavoz de un sector, de un grupo de presión está buscando más privilegios o no perder los ya adquiridos.

Moros y cristianos, lamentablemente, opinan sin saber, y alguna gente interesada sabe (mejor) y opina en caso extremo en contra de su conocimiento; por lo menos no opina con criterio equilibrado.

Lo que precisa la discusión es más racionalidad y honestidad, además de abstención de emotividad y demagogia.

Existe un análisis objetivo de la situación actual en nuestro país en cuanto al grado de deterioro, cuáles son los orígenes y causas, y qué medidas se deben tomar para mejorar la actual situación; hay un Plan de Acción para el Desarrollo Forestal, que abarca en forma global la realidad y culmina con conclusiones y recomendaciones concretas, habiendo sido elaborado y aprobado por expertos nacionales e internacionales.

Se puede y debe considerar este plan con un alcance de aproximadamente 5 años, como guía única: en caso contrario, se recurriría a políticas y medidas aisladas.

El imperativo primordial es la concertación entre diferentes sectores, pues son muy distintos los intereses de diferentes grupos de la sociedad y sólo en forma simbiótica (y no caótica) se pueden resolver las necesidades sectoriales en beneficio del conjunto.

Todas las medidas deben ser factibles, y esta factibilidad es la prueba ácida imprescindible. Encontrar factibilidad se parece a veces a la cuadratura del círculo, pues en casos determinados, los intereses son diametralmente opuestos.

Una de estas “políticas”, sin duda alguna, debe ser el aprovechamiento de los recursos madereros por este sector industrial.

Actualmente, el sector genera unos 26 millones de dólares, pero expertos de la FAO y otros pronostican un potencial de 40 millones para 1995 y 90 millones para el año 2000. No conocía recomendaciones para una pausa ecológica, más bien exigencias concretas para un aprovechamiento sostenido y mucho menos reversión de concesiones.

Pronto, ojalá pronto, contemos con la Ley de Inversiones, para generar confianza en los inversionistas, tanto nacionales como extranjeras.

Esta confianza surge también de una administración que dé reglas claras de juego; el mencionado Plan de Acción exige claramente que se revise la Ley General Forestal y que se definan políticas coherentes. En este cumplimiento insistimos.

Renunciar al aprovechamiento sostenido de recursos naturales es algo que los países industrializados, como feroces defensores del hábitat, no se atreven a exigir; incluso son más feroces cuando se trata de la preservación en otros países dependientes, mientras siguen con su gran fiesta orgiástica del despilfarro, llamado “alto nivel de vida”.

Tenemos que negociar a nivel internacional compensaciones por buena conducta ecológica, al estila de la fórmula “coca por desarrollo”, y ya existen estas posibilidades en forma de “debt for nature swap”, o sea ayuda por protección. ¡Los países ricos reconocen esta obligación de ayudar!

Si no aprovechamos ciertos recursos naturales, y vale recordar que no tenemos tantos con ventajas comparativas, nos faltará desarrollo y crecimiento económico, y por escasez de alternativas la presión sobre el hábitat se incrementará aún más. En la lucha por la sobrevivencia no hay protección del medio ambiente, lo saben los políticos europeos, cuando constataron que la pobreza es el peor enemigo de los bosques tropicales, lo que es pura verdad.

No podemos adherirnos a los intereses ecologistas ajenos sin que los intereses propios sean considerados, y estos son la lucha contra la pobreza, contra la dependencia en cuanto a términos de cambios desfavorables, contra el proteccionismo, contra los bajos precios para nuestras materias primas, además contra intereses de capitales altos, etc.

La protección del hábitat es parte inseparable del complejo temario del endeudamiento, lucha contra pobreza y desarrollo, y así hay que tratarlo como paquete en el diálogo Norte-Sur.

Nuestros gobernantes deben negociar nuestra buena conducta ecológica por compensaciones: si no explotamos nuestros bosques, precisamos otros ingresos.

Reiterando: Debe existir factibilidad económica.

Para los defensores de la naturaleza sería, supongo, un sueño y la culminación de sus aspiraciones, convertir toda Bolivia en un parque nacional, en un gigantesco zoológico, un jardín. ¿Y de qué viven los 7 millones de habitantes con un crecimiento demográfico anual de un 2,6%?

Para volver a las citas de entrada: los expertos saben que las actividades madereras en muy reducido grado ocasionan la deforestación sobre todo comparada con la deforestación debida a que las fronteras agrícolas se extienden, pero no eso podemos condenar así no más, pues queremos y debemos exportar, y es la soya que tiene ventajas comparativas.

Nos oponemos a que grupos ideologizados, casi con fanatismo religioso, predominen en la discusión pública y obliguen al político a decretar medida populistas bienvenidas en la “opinión pública”, pero que venden intereses nacionales a precios baratos.

Lo que necesitamos es una política propia concertada, con visión orientada en factibilidades, con metas propias que beneficien a Bolivia.

Estas políticas están trazadas en el Plan de Acción para el Desarrollo Forestal para los años 1990 – 1995 y tenemos que insistir para que esta valiosa obra no se pudra en armarios cerrados bajo llave.

Para el país sería muy peligros si los que gritan más fuerte ganan, como si fuese un juego deportivo. Hay que levantar la voz de contraste cuando la discusión se convierte en monólogo; ¡et audiatur altera pars!

A veces, en una discusión, ciertas personas manejan los argumentos con tanta vehemencia que doman las personas más moderadas, hasta que estos se callan, pues aparentemente la “mayoría” está conforme.

En tales situaciones es incómodo y hasta peligroso nadar contra la corriente de “opiniones”, pero insisto: en una sociedad pluralista no debe existir un “ecologiacentrismo egocéntrico”.

Yo me pregunto con mucha preocupación: economía y ecología, ¿a dónde van en Bolivia?

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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